El arte de Claudia López Terroso, en la Biblioteca Henestrosa
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Arte y Cultura

El arte de Claudia López Terroso, en la Biblioteca Henestrosa

Instalaciones y fotografías recrean el quehacer de la originaria de Zanatepec bajo el nombre de Temblor, gozo y antiguas memorias


Hasta el mes pasado, la propuesta de la artista Claudia López Terroso (Zanatepec, 1977) era parte de una exposición en el Stanlee & Gerald Rubin Center para las artes visuales, en El Paso, Texas (Estados Unidos). Pero a la par, una parte de su trabajo se habría quedado en un espacio en la Biblioteca Henestrosa, en la ciudad de Oaxaca, bajo el nombre de Temblor, gozo y antiguas memorias.

En esta exposición, que aunque se vincula con la hecha sobre la iconografía oaxaqueña (en Texas), la egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” comparte una serie de instalaciones e imágenes de gran formato basadas en un trabajo donde la memoria, los recuerdos, la infancia y los rituales están presentes. Así se observa, por ejemplo, en su anterior muestra en Oaxaca, en el Museo de Arte Contemporáneo, donde recurrió a las plegarias dichas por su madre, una curandera del Istmo de Tehuantepec.

Ahora, parte de esa memoria, de la infancia, de los rituales y la vida son recreados en la muestra que desde el 8 de diciembre alberga la galería de la biblioteca, y que se mantiene en curso unos días más.

La exposición Temblor, gozo y antiguas memorias fue curada por el artista visual Luis Hampshire y en ella destaca la relación entre Terroso y algunos ejemplares vacunos. Al mismo tiempo, una instalación que recrea a estos seres con que la artista interactúa en una fotografía tomada en un río o mientras parece pintar con gis parte de la frente de estos.

La muestra se complementa además con otra instalación donde hay palabras labradas sobre trozos de madera, ajos como los usados para rituales y otros elementos que, en conjunto con un texto de Terroso hablan de estas relaciones entre la artista y los toros.

Los relatos sobre persecuciones o de casas con techos derruidos se tejen en las palabras de la autora, quien recurre a lo dicho por su madre, aquella curandera del Istmo que ante las historias de su hija cuenta una anécdota de la abuela, también curandera.

En ella, le habla de cómo su antecesora ofrecía un ritual para las mujeres que buscaban sanaciones espirituales, y que en el caso de Terroso está ligada a los toros.