Mariana H: Neurosis, sustancias y 21 autores
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Arte y Cultura

Mariana H: Neurosis, sustancias y 21 autores

Es necesario mostrar qué está pasando en la literatura en México, lejos de los “Villoros” que han tenido tanta atención, dice la locutora y conductora mexicana


Desde hace más de 15 años, le ha tocado estar detrás del micrófono o de la grabadora, interrogando a sus invitados sobre sus libros o discos. Ahora, y aunque está en el set de grabación, Mariana H (Ciudad de México, 1974) cambia de sitio y responde a las preguntas que surgen tras la publicación de su libro Neurosis, sustancias y literatura. 21 conversaciones con escritoras y escritores más o menos jóvenes.

En su primer libro, la locutora y conductora mexicana reúne las entrevistas realizadas a quienes ha conocido por la “chamba”, y habla de quienes tienen una obra que no necesariamente le gusta a ella ni se convertirá en un bestseller, pero que sí rompe esquemas.

Ella, que se ha leído varios libros para las presentaciones en ferias como la Internacional del Libro de Oaxaca, FILO, se fue a comer o tomar un trago con estos autores de entre 30 y 40 años. El resultado: diálogos sinceros, en donde el aspecto rudo de alguien como Carlos Velázquez, que habla de sus drogas, vicios y demás, contrasta con su amabilidad y comprensión luego de que le derramen la cerveza. He aquí una parte de esa experiencia, dada a partir de la invitación de Ricardo Cayuela, director de Penguin Random House.

¿Este ejercicio te sirve para tener un panorama de la literatura que se hace en México?

Conozco a muchos autores por mi chamba y decía que hay que enseñarles a los lectores y autores qué está pasando porque además México está viviendo un momento bien interesante con sus autores. Sin mala onda, pero a los “Villoros”, a Pancho Hinojosa, a Francisco Hernández, a esa generación ya se les ha hecho antologías y antologías, entrevistas y entrevistas. Estos (los del libro) no están tan en el reflector, están más en una escena undeground. Yo dije: vamos a sacarlos un poquito más a la luz, pero en un trabajo periodístico, no con el afán de hacerlos famosos, sino meternos un poco en sus trabajos y también en sus vidas porque es una generación que ha roto muchos esquemas, en cuanto a la familia, la escritura, en cuanto a trabajar la literatura; en cuanto a la religión, incluso.

Fue irte por quienes tienen algo que decir, no necesariamente que te haya gustado lo que leíste de ellos

Es gente que sí está buscando romper estructuras, por ejemplo, las novelas de muchos no son novelas, novelas; son una especie de crónica con alguna referencia a la poesía… rompen mucho la forma tradicional de escribir. Todos me interesan, a todos los respeto; hay algunos que me gustan más que otros, pero que no me guste a mí no quiere decir que no sean buenos. Hay que plantearlos dentro de este grupo de “bestias locas” y, con suerte para mí, con un lector de este libro que compre (o lea) uno de los de ellos, ya cumplí con mi chamba.

Tus entrevistados tienen textos híbridos, como Verónica Gerber que también es artista visual

Siento que también es una generación, aunque ellos no quieran llamarse así, que creció con la industria independiente, eso es clave porque un libro como el de Verónica Gerber (Conjunto vacío) no se pudo haber publicado en una editorial que no fuera Almadía. Una como Penguin no iba a arriesgarse a publicar eso. Alguien como Rodrigo Márquez Tizano no pudo haber escrito en otra editorial que no fuera Sexto Piso. No se iban a arriesgar (las editoriales) porque no son libros que van a terminar siendo bestseller.

Y entre esa selección, ¿qué tuviste que sortear para llegar a algo que no fuera tan tendencioso?

Alguien de la editorial me dijo que 50 por ciento mujeres y 50 por ciento hombres. Dije: no. Neta, no. Y no lo hago por machista, por ser misógina y por no ser solidaria con el género. Esta cuota de género es a veces contraproducente para el mismo género ¿Por qué voy a meter a una mala escritora sólo porque es mujer y dejar fuera a un muy buen escritor porque es hombre? Sería discriminar.

Entre esos 21 autores, Mariana tiene a amigos, pero descarta que su inclusión sea por eso. Por ejemplo, de Emiliano Monge, su mejor amigo, no le queda la menor duda de que es uno de los grandes escritores del mundo. “En cambio, César Tejeda es muy joven, muy poco conocido. Yo decía: César tiene que estar, pero me van a decir ‘¿por qué?, sino es tan conocido; ah, es tu amiguito”. En un punto estaba hablando con el editor y me dijo: ¿estamos pensando en la misma persona que no está entrando? Y yo: César Tejeda” (tiene dos novelas, ha sido editor de la revista Los suicidas y es fundador de la editorial Antílope).

Saliste de la cabina para entrevistarlos, te fuiste a comer con ellos

Me choca comer con alguien, pero dije: lo voy a hacer. Eso te da un extra. De Diego Enrique Osorno, que es rudo, fuerte, gordo, regio, se me hizo curiosísimo que hubiera pedido una ensalada y nada más ¿Qué tanto lo que comen o toman es congruente con ellos?

¿Se muestran más humanos?

Sí, (con) sus mañas, cómo se dirigen a la gente, si comen mucho o poco…

Y la neurosis que da nombre al libro, ¿por qué?

Yo soy la primera neurótica de todos. Seguro. Yo creo que no existe ningún escritor que no tenga cierto grado de neurosis porque escribir en este país te tiene que poner, de alguna manera, nervioso. El acto de escribir, de publicar, implica un montón de cosas y la neurosis es parte de eso (…).

¿Y a ti cómo te fue en la escritura?

Sufrí mucho, también, pero estos son más valientes, están exhibiendo su forma de pensar, de sentir, de sufrir, están experimentando con géneros. Yo nada más estaba replicando lo que ellos decían. Mi reto como escritora era poder plantear a estos escritores y que fueran atractivos para el público, conociéndolos o no (…). Creo que el resultado me gustó, me gusta mi propio libro.

¿Te animarías a escribir otra vez?

Me muero por escribir otra vez, pero quiero ver si se puede hacer un Neurosis y sustancias, pero ahora en el rubro de la música, sacar los chismes de los músicos, a ver si sale.