Se dedica a las artes y la docencia, pero desde hace unos años ha decidido involucrarse en las tradiciones de su ciudad. La familia de Jesús Alejandro Navarro habita en el barrio mágico de Jalatlaco, en el que antes de la denominación ya había un reconocimiento por la historia, tradiciones y oficios que aquí se desarrollaron y que, aunque ya han desaparecido dan cuenta de la riqueza cultural de Oaxaca de Juárez.
La siembra y cosecha de los rábanos y verduras se daba antaño en barrios como Trinidad de las Huertas, pero aquella ocupación dio paso a una tradición que ahora une a gran parte de la ciudad, sus barrios y colonias, y que se ha extendido a otras poblaciones de las que son originarios las y los participantes de la Noche de Rábanos, que ahora tendrá su edición 127.
Jesús participará en la categoría libre de rábanos, para la cual ha trabajado la figura de un animal silvestre, como los que ha desarrollado en años previos y en los que su familia ha ayudado para cosechar, limpiar y elegir los mejores rábanos que consiguieron en el bosque El Tequio. En ese sitio de la jurisdicción de Xoxocotlán, varias familias se reunieron el jueves para la cosecha previa al certamen que este año espera una afluencia de más de 8 mil espectadores en el zócalo.
“Este va a ser nuestro tercer año que trabajamos. Cuando se vino la pandemia no se pudo presentar debido a la contingencia. Ya teníamos la pieza (en 2021), si no, este hubiera sido nuestro cuarto año participando”, cuenta Jesús desde el patio de su casa, donde las tinas de agua, las mesas de trabajo y el soporte principal de la obra están llenos de los colores rojo y verde de los rábanos.

Mientras alguien retira el lodo de los tubérculos, otros ayudan para limpiar el área, preparar los alimentos o cuidar de los niños y mascotas. La colaboración es importante en este concurso en el que el objetivo es mostrar la creatividad y habilidades para hacerse de uno de los primeros lugares y premios. Pero también para tener la satisfacción de haber participado.
“Esperamos tener la buena aceptación del público”, dice Jesús, sobre el ser parte del concurso que evoca al extinto mercado previo a la Noche Buena y que ocupaba el zócalo.
“Es muy satisfactorio estar del otro lado como artista, como expositor de esta gran fiesta que se celebra año con año y que es única en el mundo. La satisfacción que te da cuando las personas pasan a admirar tu pieza, tu trabajo… Cuando el público te dice: muchas felicidades, su obra está muy hermosa, bonita, esa es la satisfacción personal y creo que para muchos de mis compañeros participantes nos llena de mucha satisfacción”.
Pero lograr esta respuesta de la gente encierra varios días de trabajo en los que dormir es prácticamente imposible.
“La verdad es muchísimo trabajo. Piensan que es algo sencillo, fácil, pero no. Los rábanos son muy caprichosos y manejarlos es muy complicado, no es un material que estemos acostumbrados a manejar”, explica el concursante sobre un trabajo que también ha obligado a cambiar la idea de la obra según las condiciones de los rábanos.