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El EZLN, la dignidad del Anáhuac

El primero de enero de 1994, cuando el país de los criollos y para los criollos mexicanos, pretendía ilusamente entrar al primer mundo, se escuchó un fuerte y claro “Ya basta, nunca más, un México sin nosotros”, de los hijos de los pueblos tojolabal, chol, tzotzil, zoques y tzeltal.

El Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, toma militarmente en la madrugada cinco cabeceras municipales, entre ellas, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, declarando la guerra al Estado mexicano. La noticia corrió como pólvora y le da la vuelta al mundo. En México se descubría que existían indígenas y que se levantaban en armas. La desproporcionada lucha armada duró once días, las matanzas no se hicieron esperar. Los anahuacas rebeldes no estaban bien armados y entrenados, realmente no eran un ejército profesional, eran más simbólicos que reales, pero, preferían morir por balas que por enfermedades o hambre. Pero debido a la sorpresa e incapacidad militar del gobierno, la lucha no cobró una gran dimensión en esos aciagos días.

De inmediato los mexicanos de ideología criolla en el poder económico, mediático, político y cultural, respaldando a su presidente, empezaron a decir que “los indígenas estaban siendo utilizados y engañados por potencias extranjeras”. Días después, aseguraban que el llamado Subcomandante Marcos y el Obispo Samuel Ruiz, eran los autores intelectuales del levantamiento, donde los indígenas eran utilizados.

Los ciudadanos del país, exigieron el alto al fuego, para detener la embestida militar que se preparaba. En un desplegado aparecido en los periódicos nacionales, cien intelectuales encabezados por Miguel León Portilla, afirmaban que los indígenas estaban siendo manipulados y usados para favorecer intereses oscuros venidos del extranjero. Que los indígenas eran buenos, casi inocentes, incapaces de realizar este golpe a la nación y al gobierno.

En base a los dogmas institucionales de la colonización, usados desde el siglo XVI hasta nuestros días, para justificar el abuso, la injusticia y la explotación, de que, “los descubiertos: no son seres humanos y no piensan; son peligrosos y violentos; y, además, son demoniacos e idólatras”, los detentadores del poder no pueden aceptar, hasta la fecha, que el estallido social, fuera producto de mentes anahuacas, con una clara memoria histórica y una consciente identidad cultural ancestral.

En efecto, en pleno siglo XXI, la cultura dominante no acepta que, los que ellos llaman indios o indígenas, puedan tener la capacidad de organizar una revolución al orden neocolonial y, además, organizarse comunitariamente, en la producción, la educación, la justicia, la salud, la resistencia cultural y en la defensa de su proyecto comunitario de vida. Los criollos, desde 1821, siempre han pretendido importar todas las ideas para organizarse y lograr el desarrollo de su país. Primero de Europa y hoy de Estados Unidos.

Los criollos siempre han sido dependientes, por lo que no pueden concebir un proyecto tan exitoso de organización comunitaria a través de la inteligencia anahuaca y la experiencia ancestral, de una de las más antiguas civilizaciones que le han legado al mundo el maíz, el chocolate y la cuenta del tiempo, entre muchas otras aportaciones.

El EZLN es el primer levantamiento armado de los pueblos anahuacas, en quinientos años de invasión y ocupación, que no usa las armas. El único que ha durado 29 años en un estado de guerra contra el gobierno, no solo contra el poder caciquil de Chiapas, la oligarquía mexicana, sino contra las fuerzas financieras que oprimen a la humanidad.

Ha logrado tener un territorio liberado, con servicios propios de educación, salud a través de sus propias formas ancestrales de organización, en donde viven pacífica e interculturalmente más de 250 mil anahuacas de diferentes etnias mayas. Mantiene una economía que les permite ser autosuficientes y hasta exportar a Europa los productos que producen, a pesar de estar sorteando un permanente asedio provocador, en el que los roban, les destruyen su infraestructura y sus cosechas agrícolas.

La lección que han grabado los insurgentes anahuacas mayas, con sangre, esfuerzo y resistencia, en la milenaria historia de la civilización del Anáhuac, es que solo con la sabiduría ancestral, se podrá enfrentar los turbulentos tiempos del fin del sistema capitalista. Que la liberación viene de adentro hacia afuera y de abajo hacia arriba. Que el futuro está en el conocimiento profundo y descolonizado del pasado. Que el cambio verdadero, no está en el mundo material solamente, sino el corazón y en el rostro verdadero de nuestro espíritu. En la visión que tengamos de nosotros mismos, del mundo y de la vida.

La lucha de los zapatistas, de las mujeres y los hombres, de los niños y los ancianos, mantiene la esperanza de la liberación y la dignidad del Anáhuac. Educayotl, AC. “Educar para el futuro con la sabiduría del pasado”. www.toltecayotl.org

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