¿Cuál reingeniería?
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Opinión

Editorial

¿Cuál reingeniería?

 


Si hay un rubro que preocupa y lacera a los mexicanos es el de la inseguridad y la violencia. Si en los gobiernos anteriores los muertos motivados por disputas por plazas o negocios del crimen organizado, producían resquemor y miedo, en los últimos tiempos generan terror. Los grupos criminales se han cebado sobre el pueblo cual si fueran fieras hambrientas de sangre. Lo más grave de todo ello es la forma tan superficial con la que el gobierno federal percibe la situación. Puede ser que la estrategia del pasado haya estado equivocada, pero tampoco se habrá de resolver con una retórica burda y acartonada, que asemeja ignorancia supina de la gravedad de los miles de muertos. En los mensajes que ministros religiosos han enviado a los mexicanos, destaca poner fin a la violencia y darnos la mano como hermanos. El país se está deshaciendo en medio de una violencia criminal exacerbada por el lado que quiera verse.
En Oaxaca no estamos mejor. El sábado pasado, los grupos empresariales levantaron la voz para exigirle al gobierno estatal resultados efectivos en materia de seguridad. Criticaron con severidad el discurso de que somos de las diez entidades más seguras del país, cuando en el transcurso del año se han cometido más de 1 mil 170 homicidios dolosos. Es un secreto a voces que no lo somos. Es más, a la pregunta de con qué cifra calificarían a las autoridades responsables, en una escala del uno al diez, respondieron que si acaso con un seis, y eso sería pasar “de panzazo”. Desde luego que el gobierno de Alejandro Murat debe tomar cartas en el asunto y dejar de lado el soterrado discurso de la entidad segura, el mismo que ya no cuaja y que, por el contrario, se advierte como un reto a la inteligencia de los oaxaqueños.
Generó hilaridad entre la sociedad civil local, la respuesta que dio el titular de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Raúl Ernesto Salcedo Rosales, cuando los medios le pidieron una declaración respecto al preocupante mapa criminal demediados de diciembre, luego de que en menos de veinticuatro horas se contabilizaran al menos diez ejecuciones. Afirmó que se estaba haciendo una “reingeniería de la estrategia de seguridad”, que a todos dejó tan confundidos como al principio. Es evidente que la realidad criminal de Oaxaca los ha rebasado y que, no obstante tener la confianza del gobernador, siguen sin dar los resultados esperados tanto en el gabinete como por la ciudadanía.

 

El abominable método

El período vacacional decembrino los ha tenido sin cuidado, al igual que las afectaciones a los pasajeros y turistas que acuden a algunos de nuestros destinos de playa. Nos referimos a vecinos de comunidades como Morro Ayuta y Morro Mazatán, que sin recato alguno han aprovechado esta temporada para insistir en sus abominables bloqueos carreteros, “porque los vientos fuertes de la temporada los dejaron sin energía eléctrica”. La cultura del bloqueo, enseñanza del magisterio afiliado al Cártel 22, está tan arraigada en la incipiente cultura de nuestros pueblos que cualquier hijo de vecino, por la causa que sea, cierra carreteras, bloquea cruceros u oficinas. Es corolario de la cultura del chantaje. Lo escuchamos hace unos días, cuando una maestra de Secundarias Técnicas, dijo que sólo haciendo “desmadre” entendían las autoridades, cuando pretendía justificar el bloqueo que por cerca de 36 horas habían mantenido sus compañeros en conocido crucero de la capital oaxaqueña.
Lo que no se vale es afectar una de las únicas fuentes limpias de recursos que entran al estado, que es el turismo. He ahí el por qué seguimos arrastrando penosos niveles de rezago y atraso, justamente porque teniendo los recursos naturales y humanos que tenemos en Oaxaca, lo desperdiciamos en chantaje y mecanismos de presión. Por fortuna, en esta temporada vacacional se ha reducido la toma de casetas de cobro, pero no hemos descansado de los bloqueos en carreteras. Insistimos: el Estado debe intervenir de inmediato. No es posible que por intereses o temas particulares los visitantes del país y el extranjero se lleven una pésima imagen de la entidad, repercutiendo ello en la industria turística.
Si bien es cierto que el tema de los bloqueos no está ni de chiste en la agenda de nuestra flamante LXIV Legislatura del Estado, es prudente que los organismos de la sociedad civil, empresariales, de profesionistas y demás, busquen la forma de ponerlo como rubro de discusión. Insistimos, Oaxaca no puede más. Había que realizar encuestas, referéndum o consultas ciudadanas para proponer una iniciativa que acote este tipo de protestas. Nadie en su sano juicio estará de acuerdo quedarse varado en carreteras o cruceros, por la terquedad de unos cuantos, pese a que las causas de la protesta sean justas. La maestra que mencionamos al principio da la pauta: hay que hacer desmadre. Le faltó decir que sin importar quiénes resulten afectados, que pueden ser enfermos que son trasladados en ambulancias, pacientes que tienen cita en el hospital, trabajadores o madres de familia.