Impuestos al alza
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Opinión

Editorial

Impuestos al alza

 


Por lo visto los contribuyentes seguiremos como rehenes de los gobiernos federal y estatal. No se sabe a ciencia cierta si el incremento al hospedaje que propuso el gobierno de Alejandro Murat, del 3 al 6%, contribuya a alentar la afluencia turística o si, por el contrario, la desaliente. Por el lado que quiera verse es atentar en contra de los visitantes del país y el extranjero que atiborran nuestra capital y los destinos de playa, cada temporada vacacional o de puentes largos. No hay que olvidar que en los últimos tiempos y más en lo que lleva esta administración, nos hemos visto favorecidos por el incremento en el número de visitantes. En la perspectiva de algunos había que cuidar dicha industria y no fustigarla con más cargas impositivas.
En lo que se refiere a la explotación de materiales pétreos y otros productos, cuyos concesionarios no pagan impuestos, algunos de ellos amparados en sindicatos y organismos, el pago de los mismos está ampliamente justificado. No se pueden explotar recursos naturales de manera arbitraria, como es el caso de la arena, la grava y otros, vaciando el lecho de ríos y arroyos, sin que se pague por ello a las autoridades hacendarias. Hay poblaciones que han protestado por esa explotación de los bancos de arena y la extracción de grava, pero nadie les ha hecho caso. Es importante subrayar que algunos miembros de confederaciones como la CTM o Libertad, tienen sus particulares concesiones para explotar dichos recursos. Insistimos: sin duda alguna, dicha explotación debe ser gravada con cargas impositivas.
En lo que se refiere a las bebidas alcohólicas, si bien es cierto que la carga final será sobre el consumidor, no hay duda que la venta y distribución al copeo deja ganancias superiores a cualquier expectativa. Hay bares en la capital oaxaqueña en donde una copa de mezcal, a veces comprado directamente al productor a precios irrisorios, es vendida hasta en 300 pesos. Es decir, hay un abuso evidente ante quienes lo consumen. Aparte de todo ello, no hay que soslayar que muchos negocios de venta de bebidas han proliferado con el infantil argumento de que como somos una entidad de gran afluencia turística, hay que darle a los visitantes más opciones para el relax y la diversión, pero al visitante se le explota a placer. El incremento a los impuestos, aunque los pague el consumidor, sin duda alguna podría contribuir en pequeña medida, a sanear las devastadas finanzas del estado.

Reconstrucción, ¿al fin?

En comunicado oficial se dio cuenta del reinicio de las labores de reconstrucción en el Palacio Municipal y la Casa de la Cultura de Juchitán de Zaragoza, afectados por los sismos de septiembre de 2017. Sorprende que dichas tareas inicien a más de dos años de los siniestros que devastaron a la región del Istmo de Tehuantepec, en donde por lo que se sabe, hay aún resabios de abandono y apatía gubernamental. El régimen de Alejandro Murat debería instruir la realización de una investigación para saber con exactitud a dónde fueron a parar los recursos que, en su momento, fueron destinados a tal fin. Hay datos respecto a que la remoción que escombros tuvo un gasto millonario y que el tráfico de influencias estuvo a toda lo que da. Se sabe asimismo de empresas constructoras contratadas para diversas tareas que aprovechando la laxitud de medidas de supervisión de las obras, simplemente sus directivos cobraron los adelantos y jamás terminaron las obras.
A lo largo de más de dos años se han escuchado historias y quejas. Hasta marchas y manifestaciones se han dado como una forma manifiesta de inconformidad respecto a la lentitud de las obras de reconstrucción o la apatía de las autoridades para atender a los damnificados de los sismos. El mismo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en su momento, sostuvo que las tareas de reconstrucción habían resultado un verdadero “cochinero”, algo que definitivamente nos puso mal ante la opinión pública. Es más, incluso el gobierno estatal solicitó la venia de la anterior legislatura para pedir un préstamo y aplicar los recursos en las tareas ya citadas. Nada o muy poco se sabe a dónde exactamente han ido a parar esas sumas millonarias. De lo que ha trascendido son algunas de las obras financiadas por empresas o fundaciones privadas. La pregunta es: ¿y cuáles han sido pues las tareas del gobierno estatal?
En fin, ya se llevan a cabo las obras de rehabilitación y restauración de algunos espacios públicos de Juchitán, la ciudad istmeña abotagada por la inseguridad y en donde aún se observan los montones de escombro, muestra del abandono que han padecido sus habitantes, sobre todo aquellos que perdieron todo su patrimonio. Esperamos que ello implique el retorno de la tranquilidad y la atención gubernamental. Ya no escuchar más de que se emprenden tareas que en pocos días entrarán en el olvido o se dejarán a medias.