Reforzar vigilancia
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Editorial

Reforzar vigilancia

 


No es un secreto que nuestra capital y los municipios conurbados se han vuelto territorio prohibido sobre todo para transeúntes, noctámbulos, cuenta-habientes y otros. Las plazas comerciales son escenarios de asaltos y otros ilícitos más graves. Ya hemos dado cuenta aquí de algunos y de los asaltos para despojar de dinero en efectivo afuera de bancos o cajeros automáticos, que se han vuelto cotidianos. La semana pasada, luego del enésimo asalto a un cuenta-habiente, el cual fue herido de bala, fueron detenidos dos sujetos luego de ser perseguidos por la Policía Estatal y otras corporaciones hasta su guarida. Todo ello aparte de los clásicos cristalazos en las calles que se vuelven algo común en temporadas vacacionales. Los ladrones de poca monta hacen en julio lo que no realizan durante todo el año. Es decir, esperan esta temporada para robar auto-estéreos, llantas, rines, cámaras fotográficas, tarjetas de crédito, etc. Hay rumbos en la ciudad y la zona conurbada en donde los ladrones operan sin recato alguno. Y las corporaciones los han identificado, sólo que no los han detenido, salvo los casos que señalamos líneas arriba.

Por ejemplo, a fines de junio una persona que retiró dinero de una sucursal de Plaza Oaxaca fue asaltada, pues al llegar a su vehículo, el ladrón ya lo esperaba. La víctima resultó herida al resistirse al asalto. ¿Cómo se enteró el ladrón que llevaba dinero? Es un acertijo. A los dos días se dio un hecho similar en la Calzada Porfirio Díaz. El cuenta-habiente resultó herido de un disparo. El lunes 8 de julio, un ciudadano acudía a depositar a una sucursal bancaria de Avenida Universidad la suma de 500 mil pesos. Fue despojado dicha cantidad por la pareja de sujetos a que nos referimos líneas arriba y que fueron detenidos. El miércoles 10 de julio en una sucursal bancaria de Las Canteras, el fenómeno se repitió. ¿No son éstos motivos suficientes para que las diversas corporaciones policiales, incluyendo obviamente a la Policía Municipal, refuercen sus mecanismos de protección a la ciudadanía? Con certeza, quienes se dedican al robo lo harán con mayor frecuencia durante la temporada vacacional, pues habrán de identificar a más víctimas. Parte de las acciones delictivas comunes como son los asaltos a transeúntes y cuenta-habientes se deben a la falta de vigilancia de los cuerpos de seguridad.

Delito impune

Preocupante es en realidad la nota que publicamos hace unos días, en torno a que Oaxaca ocupa uno de los primeros lugares en el delito de “trata de personas”. En otros estados, sobre todo en la Ciudad de México, por información que se ha transmitido en televisión, nos hemos enterado de bandas dedicadas a la trata de mujeres que operan en el estado. Pero de parte de las autoridades locales, la Fiscalía General del Estado o la Secretaría de Seguridad Pública (SSPO), poco se sabe y menos de personas detenidas por dicho ilícito. Aunque ello pudiera desatar controversias es importante subrayar que hay en la entidad ciertos grupos étnicos que tienen entre sus usos y costumbres la trata. Y son los triquis, de los cuales ha habido denuncias respecto a la cuasi-venta de menores de edad, intercambiadas incluso, por cajas de cerveza. A esos niveles se ha llegado. Otro caso es el de los indígenas tzeltales y tzotziles que han llegado de Chiapas a Oaxaca, explotados por vivales que hace poco más de un año fueron detenidos en un operativo montado por la Fiscalía. Niños y niñas, éstas además abusadas sexualmente, vivían en condiciones infrahumanas y eran explotadas laboralmente.

Es común ver en la nota roja de los diarios locales, principalmente EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca o en las redes sociales, avisos de personas, sobre todo jovencitas que salieron a la calle y jamás volvieron. Tiempo después sus familiares las encuentran en bares o table dances de otras partes del país, enviciadas, drogadas. Oaxaca tampoco las pinta mal en la trata de indocumentadas que llegan a la entidad en su paso para los Estados Unidos y caen en las redes de “padrotes” y “cinturitas”, que las explotan a placer. El caso de los niños (as) indígenas originarios de Chiapas, fue un éxito del gobierno estatal pues desmanteló una red de vivales indígenas que con engaños traían menores de ambos sexos a mendigar o hacer malabares en las calles, poniendo en peligro sus vidas o madres –aún niñas- cargando bebés en la espalda, pidiendo la moneda en calles y avenidas. Se requieren pues acciones más enérgicas para desterrar este tipo de prácticas infames de explotación y, por supuesto, castigos más severos para los traficantes de mujeres y menores de edad para explotación sexual o laboral, porque salvo el caso mencionado, tal parece que las autoridades han sido omisas para combatir ese flagelo.