El asalto de Madero
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Opinión

De Frente y de Perfil

El asalto de Madero

 


Se equivocan los que pensaron que los nuevos tiempos y la alternancia en el poder dejarían atrás el comportamiento político de siempre, el que ha caracterizado a los legisladores y militantes de los partidos políticos.
Creyeron que llegarían la mesura, la concordia, el diálogo y el entendimiento, olvidando aquellos no tan lejanos tiempos de salvajismo, violencia física y verbal de los contendientes.
Para nada, no sucede así, con todo y que los siempre ortodoxos panistas exigen respeto, muestran que sus tiempos de oposición pacífica, en que ganaban los debates y perdían las votaciones quedaron en el olvido, para no regresar jamás.
No quedan más que recuerdos, algunos de ellos nada gratos que guardan los momentos difíciles en que Felipe Calderón tuvo que entrar por la puerta de Tras Banderas para jurar cumplir la Constitución como Presidente de la República.
La ira mostrada por los legisladores de izquierda se reprodujo en la memoria de muchos, con lo sucedido en el Senado de la República, donde Gustavo E. Madero mostró un rostro que los votantes de Chihuahua recordarán cuando busque el sufragio para intentar gobernar su estado natal.
Maderito como es conocido dejó salir todo el rencor acumulado porque su discípulo y heredero, Ricardo Anaya no le cumplió su oferta de hacerlo coordinador de la diputación panista y luego lo marginó de la estructura partidista.
Ese Madero que algunos quisieron ver en el pasado se reflejó con su intentona de apoderarse del control de la asamblea en el Senado de la República, donde se advirtió el riesgo de agredir a la presidenta de la mesa directiva, Mónica Fernández Balboa, por lo que fue derribado, para impedir dicha acción.
Lo sucedido en la sesión en la que Rosario Piedra Ibarra protestó como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue una jornada violenta que hizo recordar aquellos momentos en que Alfonso Ramírez Cuéllar ingresó a caballo a la Cámara de Diputados a la cabeza del Barzón o cuando Abel Vicencio Tovar al frente de los diputados del PAN pretendió apoderarse de las boletas electorales y fue encañonado por los soldados que la reguardaban en San Lázaro o tanto otros episodios violentos que se espera ya no se reproduzcan y las cosas se resuelvan con diálogo, negociación y lejos del salvajismo que todavía practican algunos partidos políticos.
Por cierto que la senadora Mónica Fernández Balboa mostró templanza y aguantó todos los embates, con carácter.

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