El “Tapado” fuma…
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Opinión

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El “Tapado” fuma…

 


Hace 60 años, en 1957, el PRI preparaba el destape de quien sería su candidato a la presidencia de la República para el sexenio 1958-1964. Era presidente Adolfo Ruiz Cortines (1889-1973) veracruzano, colmilludo político hecho a la vieja usanza: sin estudios profesionales comprobados y habiendo participado, aunque fuera ocasionalmente, en algunos hechos de la “revolución” sin que en su tangencial carrera militar haya tenido algún destello. Se decía que durante la ocupación yanqui de 1914 en Veracruz, colaboró con las fuerzas enemigas en la aduana del puerto.

Sin embargo, como presidente se lo recuerda como uno de los mejor estructurados y honesto a pesar de haber enfrentado conflictos sindicales y gremiales (maestros y ferrocarrileros principalmente) y a pesar de haber devaluado el peso aquel Sábado Santo de 1954 (pasábamos de $8.65 a $12.50 por dólar, un 44.5% de devaluación) el cierre de su administración mostraba signos de estabilidad y franca mejoría. Se recomponían las finanzas públicas que acarreaban una mala situación luego de un sexenio considerado corrupto: el de Miguel Alemán, de 1946-1952.

En ese 1957, el gran caricaturista Abel Quezada (1920-1971) prolífico en su quehacer humorístico y con una vena insuperable de sátira política, dejó para la historia aquella figura de un encapuchado que se lo hizo llamar el “Tapado”, siendo ya un cartón de antología al grado que una compañía cigarrera utilizó la estampa para la propaganda de una popular marca de cigarrillos ya inexistente: “Elegantes” y se adosaba al “Tapado” la frase “El Tapado fuma Elegantes”, que llegó a escucharse por la radio también.

En noviembre de 1957, por fin se “destapaba” al candidato oficial. El “dedazo” recaía en el secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos (1908-1969), de gran estampa física y de oratoria inigualable. Había sido de estudiante, simpatizante de José Vasconcelos y orador en la histórica campaña de 1929. De gran atractivo personal, López Mateos sigue siendo un enigma en cuanto a su lugar de nacimiento y en cuanto a su paternidad: todo hace parecer que era hijo natural de un español y de Elvira Mateos Vega, cuyo marido López había muerto en 1904 (cuatro años antes del nacimiento de ALM). Tampoco hay registro de que haya concluido una carrera profesional a pesar de que se ha dicho que era abogado egresado de la Universidad Nacional.

Pero López Mateos logró continuar la obra de recomposición iniciada por Ruiz Cortines y se le atribuye la consolidación del “desarrollo estabilizador”, mismo que duró hasta 1976, cuando un atrabiliario y sin gracia Luis Echeverría nos llevaba a la bancarrota.

Ruiz Cortines fue “Tapado” en 1952 y fumaba cigarros, es decir puros. López Mateos, el singular tapado de 1957 fumaba cigarrillos “Delicados” ovalados (70 centavos la cajetilla entonces). Richard Nixon en su obra maestra Lideres (Planeta, 1983) considera a Ruiz Cortines uno de los mejores presidentes en América Latina. Ambos adolfos parecían estadistas (lo eran) y ejercieron el mando con firmeza, sin vacilaciones y sin dobleces, no eran payasos. Dejaron obra púbica y nuevas instituciones porque no hubo tanta corrupción.

Hoy en día hay un rejuego perverso del “tapadismo”. La frase “están despistados” de Peña Nieto genera confusión e inestabilidad, a diferencia del “no se hagan bolas” de Salinas, que marcaba firmeza y decisión. Mientras Salinas construía un TLCAN, a Peña se le está yendo de las manos. Ahora hay obra mal hecha e imposible de acabar (paso “exprés” o socavón, tren a Querétaro, tren a Toluca, tren transpeninsular…). El “tapadismo” fue una marca mexicana, emocional y de suspenso. En 1970 un “tapado” no fumador precipitaba al país: el populista Echeverría.

El PRI está dejando en manos de su archienemigo populista el voto de 2018, mientras el “Frente Ciudadano” se deshilvana irremediablemente. El “Tapado” priista de 2017 no fuma nada, ni hay elegancia como esos buenos tabacos de 1957.