AMLO y sus consultas
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Opinión

Editorial

AMLO y sus consultas

 


La tesis que mucha gente del Istmo de Tehuantepec sostuvo, no sólo aquellos grupos zapotecos, zoques, huaves o chontales, parlantes del lenguaje, sino en su mayoría mestizos, respecto a la llamada “Consulta Libre, Previa e Informada a los Pueblos y Comunidades Indígenas del Istmo de Tehuantepec”, sobre el Programa de Desarrollo para esa zona, es que una vez más el gobierno de la “Cuarta Transformación”, no tuvo ni remota de idea de cómo organizarla. La improvisación, la inmediatez y la superficialidad estuvieron presentes. Hasta el pasado domingo, cuando se realizó en Santa María Chimalapas la que corresponde a las comunidades zoques, el resultado era poco más que lamentable en torno a la credibilidad y consistencia de la sobada consulta. Quien recibió los latigazos de la crítica y la descalificación fue el titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), Adelfo Regino Montes, cuestionado respecto a su posición como indígena o ahora como funcionario del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Los organismos que operan en la región istmeña desde hace mucho, que pugnan por el respecto a la cultura, las tradiciones, la lengua y el territorio indígenas, obviamente rechazaron la famosa consulta.

El llamado también Proyecto Transístmico no es nada nuevo para los oaxaqueños, como ya hemos dicho en este espacio editorial. Es un viejo proyecto que ha transitado al menos durante los últimos cuarenta años, con diferente nombre. Se trata en el fondo, de modernizar la vía férrea –que ya existe- entre Salina Cruz y Coatzacoalcos, Veracruz, para mover mercancías, tal si fuera un canal interoceánico. Es en efecto, un proyecto ambicioso, porque habría de generar una importante derrama económica y miles de fuentes de empleo. No obstante, la moda del gobierno de la 4T es someter todo a consulta, siguiendo los parámetros que marca el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), respecto a la consulta a todos los pueblos llamados originarios, en proyectos gubernamentales que contemplen el uso de sus tierras o representen algún daño o afectación a sus costumbres. En la zona de que se trata, al menos involucra a zapotecos, huaves, chontales, chinantecos, mixes y zoques, etnias que tienen gran presencia y arraigo en Oaxaca. No obstante, la mayor parte de dichos grupos étnicos, copiando de otros, han considerado la citada consulta, como un artificio del gobierno federal y una farsa para sorprenderlos.

 

Efeméride histórica

 

Con certeza hoy por la mañana, las autoridades civiles y militares, habrán de rendir homenaje en el obelisco que se ubica en la Calzada Porfirio Díaz. Y es que si no hay amnesia oficial, hoy debe ponerse una ofrenda en dicho lugar para recordar el 2 de abril de1867, cuando las armas nacionales, al mando del general oaxaqueño, se cubrieron de gloria al derrotar de manera definitiva al ejército intervencionista de Napoleón III. La batalla de Puebla fue definitiva para el restablecimiento del gobierno republicano de Don Benito Juárez, pues le abrió al Patricio, el camino para la capital de la República, que dejó la trashumancia para establecer un régimen constitucional. La carrera militar de Díaz, que de manera absurda ha minimizado la historia oficial, fue definitiva para la consolidación de la Nación Mexicana. La Guerra de Intervención tampoco puede explicarse sin la serie de derrotas que infligió el General Díaz al ejército de intervención, en las batallas de Juchitán, Miahuatlán y La Carbonera, el 5 de septiembre y el 3 y 18 de octubre de 1866. Sin embargo, la mala interpretación de la historia sólo ha ponderado las glorias de Juárez y a Díaz lo ha arrinconado en el rincón de los estigmatizados.

En Oaxaca y en México, diversos historiadores se han dado a la tarea de reivindicar la figura de Porfirio. Han aportado datos que revelan los rasgos de su recia personalidad y de sus profundas convicciones nacionalistas. Vemos con sorpresa y coraje que con la euforia de la Cuarta Transformación, hay hechos deleznables como el ocurrido en Orizaba, Veracruz, en donde fue demolida una estatua del general. Es una lástima que haya aún miles de oaxaqueños que no hayan entendido, obnubilados por discursos populistas y alejados de la historia, la gran contribución del militar oaxaqueño, formado y forjado en el histórico Instituto de Ciencias y Artes del Estado, para constituir a México como Nación soberana. Es evidente que tampoco conocen las aportaciones de una decena de oaxaqueños, conocida como la Generación del 57, junto con Díaz en la conformación de nuestro espíritu nacional. No se trata sólo de descalificar, sino de admitir a 152 años de los hechos que sin el triunfo de la gesta militar en Puebla, el 2 de octubre de 1867, este país es lo que es, no obstante los malos gobiernos y la corrupción.