Súper carreteras: ¿Otra vez?
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Editorial

Súper carreteras: ¿Otra vez?

 


El anuncio hecho por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en torno a que habrá una inversión mayor a los 73 mil millones de pesos para carreteras, generó entre los oaxaqueños ánimos contradictorios. Por un lado, aplausos por la inversión que se hará en los caminos rurales que permitirá que zonas marginadas tengan vías de comunicación dignas, pero por otro lado, fue decepción, habida cuenta que las súper carreteras, obras postergadas durante años, tardarán al menos tres en concluirse. Hay que recordar que el primer intento para hacer realidad la súper carretera al Istmo fue en el gobierno de José Murat, alrededor del año 2000. Lleva por lo tanto 18 años sin poder concluirse, pese a que era parte del reiterado discurso oficial, pues incluso se consideraba que dicha vía tendría un ramal a Huatulco. En lo que se refiere a la súper carretera a la Costa, tiene al menos un mes en que la ciudadanía la hacía una realidad, pues los medios difundimos los trabajos que ahí se llevaban a cabo, luego de la reactivación y banderazo, por parte del ex titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza y el gobernador Alejandro Murat. Todo pues, ha sido un vil engaño.
Dada la cercanía del ejecutivo estatal con el cuestionado ex presidente Enrique Peña Nieto, aplaudimos la promesa de campaña de que la última obra estaría concluida en quince meses. Nada de ello ocurrió. Seguimos esperando, no obstante las decenas y decenas de carreteras modernas que se entregaron en la anterior administración. En ese rubro estamos en la lona. No hay que olvidar asimismo que las dos súper carreteras que nos ocupan, han sido promesas fallidas de gobiernos estatales y federales. Hace unos días en este espacio editorial mencionamos que las vías de comunicación tan deficientes y viejas que tenemos, son el obstáculo para aprovechar de manera óptima el turismo que nos visita. Nadie se arriesga a circular por carreteras sinuosas, peligrosas e inseguras para llegar a su destino de playa. Pero por lo que hemos escuchado del mismo presidente, es que habrá que esperar tres años más para que ese anhelo de los oaxaqueños se haga realidad. No hay que olvidar que las autoridades municipales por donde pasarán las citadas vías, son corresponsables de esta dilación: han convertido el derecho de vía en un gran negocio. No es fortuito que se diga que construir carreteras en Oaxaca es un fracaso económico. Son las más caras del mundo.

Abandono citadino

No obstante el gran atractivo que representa para los visitantes del país y el extranjero; del imán que es para propios y extraños su belleza, su señorío, su impresionante arquitectura novohispana y otros valores más, la capital oaxaqueña adolece de males que la abulia, la falta de visión y la irresponsabilidad han hecho crecer. Una de las ciudades más bellas del mundo, como la ha calificado la revista especializada Travel&Leisure, luce con montones de basura en las calles, con decenas de calles convertidas en trampas de polvo y escombro, gracias a obras inconclusas, llenas de baches y por si ello no fuera suficiente, en el Centro Histórico, el corazón de la capital, una anarquía permanente propiciada por el comercio en la vía pública. Hace poco más de una semana, como lo comentamos en este espacio editorial, una indigente falleció en una de las jardineras del zócalo. Se desconocen las causas. Hay quienes opinan que podría haber sido por hipotermia. La denuncia constante de que dicho espacio ha sido secuestrado por alcohólicos e indigentes, ha sido echada en saco roto por las autoridades. Argumentan que de desalojarlos, de inmediato aparecerán los visitadores de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), para afirmar que se violan sus derechos.
Una negativa similar se dio cuando las denuncias de explotación a niños indígenas chiapanecos que abarrotaban los cruceros y calles pidiendo la moneda, se hicieron constantes. Ni el DIF estatal ni el municipal hacían nada al respecto, hasta que en un esfuerzo coordinado por la Fiscalía Estatal, las corporaciones policiales y dichos organismos asistenciales, tuvieron que entrarle al toro por los cuernos. Ello dio lugar a la liberación de decenas de niños y niñas que vivían en condiciones deplorables, explotados, maltratados, en una vecindad de Santa María Atzompa, así como la detención de los explotadores y tratantes. Fue un golpe que se postergó durante mucho tiempo. Eran indígenas tzotziles de Chiapas, que eran traídos a Oaxaca con engaños para ser explotados en la mendicidad. El pretexto, al igual que los indigentes que se han apropiado del zócalo de la capital era el mismo: no querer estar en las recomendaciones de la DDHPO. La imagen que dichas personas dan al zócalo de la capital es deprimente, al igual que el comercio ambulante. Mucho tiene que hacer el gobierno municipal que entra el primero de enero, para acotar estos problemas, que se traducen en una pésima escena citadina.