Herencia maldita
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Opinión

Herencia maldita

 


Por: • JOSAPHAT DE LEÓN •

Cuanta razón tiene EL IMPARCIAL en su editorial del pasado lunes 10 de los corrientes, cuando señala la herencia que dejará Antonio Hernández Fraguas a su sucesor en el gobierno municipal Oswaldo García Jarquín, y que es un verdadero desastre: un municipio caótico, anárquico, inseguro, lleno de baches y si agregamos a lo anterior con un presupuesto extraordinariamente raquítico, insuficiente para atender las graves necesidades y los problemas causados por el creciente ambulantaje, la muy deficiente seguridad pública, la anarquía en el tránsito vehicular, mercados con grandes vicios y severa corrupción, servicios muy deficientes, y todo el ayuntamiento en su conjunto sumido en un desorden fenomenal. ¿Qué le espera al futuro gobernante municipal?
Y es que la problemática del municipio de la capital oaxaqueña es tan complicada, que ninguno de sus gobernantes ha podido desempeñar un papel brillante por lo difícil que somos sus habitantes, con una gran diversidad de criterios que los hace, en muchas ocasiones, pelearse entre sí. Rebeldes, revoltosos, alborotadores, belicosos, opuestos a todo y para colmo delicados y quejumbrosos.
Oswaldo García Jarquín heredará problemas tan graves como el del basurero, que de cualquier forma, con cualquier problema, aunque no sea de competencia municipal, afectará a la ciudad, como ya ha sucedido en épocas recientes con el conflicto entre la organización 14 de junio, los colonos de los asentamientos situados en los alrededores del tiradero y los pepenadores, problema que sin ser de competencia del municipio de Oaxaca de Juárez afectó gravemente a la capital oaxaqueña.
Otro grave componente de la herencia maldita que se dejará al sucesor municipal, es la seguridad pública, uno de los grandes fracasos de la presente administración y de las anteriores. No sé por recomendaciones de qué limitado mental, nombró en una de las áreas más sensibles a un personaje gris, inepto, cuyos antecedentes no son los mejores ni los más apropiados para dirigir una corporación policial. Guillén Alcalá dejó hecho un desastre a su paso por la subsecretaria de información y desarrollo policial de la SSPO, de la cual fue titular.
Ahora el desastre fue trasladado a la Policía Municipal. En repetidas ocasiones se lo señalaron a Fraguas aún dentro del cabildo, pero nunca hizo caso. Va a heredar a la siguiente administración una corporación nula, indisciplinada, dividida, llena de grillos, desorganizada y corrupta, todo por falta de conducción, de dirección, de rumbo, con los vehículos patrulla abandonados en los talleres por falta de reparación, con solo doce patrullas operativas y quince moto patrullas, para un municipio de 300 mil habitantes y más de trescientas colonias.
Uno más es el tránsito vehicular que en la ciudad es un verdadero caos y una genuina anarquía un desastre completo, con la intromisión abusiva e ilegal del gobierno estatal, usurpando las funciones municipales establecidas en la Constitución General de la República y literalmente robándole los ingresos de las infracciones a un municipio con recursos muy limitados para su operación (esos mexiquenses) es algo indignante, abusivo, son muchas las humillaciones y los abusos que comete el gobierno estatal contra el municipio.
Fraguas dentro de su enorme pusilanimidad nunca se atrevió a defender su administración de los embates de los mexiquenses, prefirió hacer mutis y también aventarle el problema a la siguiente administración.
El equipo de trabajo en el área de vialidad, también elegido con desatino, con personajes engreídos y torpes que hicieron quedar al presidente municipal en ridículo. Recordemos el anuncio que se hizo con bombo y platillo sobre la “tolerancia cero” en la doble fila, gran pantomima que no funcionó en lo mínimo, por el contrario se incrementó el desorden.
A unos cuantos días de que termine esta administración, también quedan numerosos saldos pendientes con los proveedores, con el propósito de dejárselos como herencia maldita al siguiente gobierno, lo que habla de falta de ética y principios de los que se van.
Y así, la herencia del desorden, de la corrupción e ineficiencia, una herencia maldita que le dejan al joven político García Jarquín quien deberá pensar muy bien en quienes serán sus colaboradores, pues necesita gente con experiencia que le ayuden enfrentar las trampas y la perversidad que le heredan para obstaculizarlo y hacerle quedar mal.
Tendrá, obligadamente, que rodearse de colaboradores experimentados y tener mucho cuidado al seleccionarlos para no caer en el desprestigio que le atraerían personajes desacreditados, siniestros, estigmatizados, traidores y ex convictos como los que pululan a su alrededor, aunque sean sus amigos.