La polémica consulta
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Editorial

La polémica consulta

 


Nada ha exhibido de cuerpo entero al gobierno electo de Andrés Manuel López Obrador, que la famosa consulta sobre el destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), en principio porque se trata de una decisión fuera de la ley.

Nuestra Constitución no da facultades a un presidente más que cuando está en funciones, pero, además, fue una consulta amañada e inducida; sin reglas claras de operación ni claridad en los resultados. Aunque se quiera encubrir con el manto democrático y de acabar con la corrupción, la cancelación del proyecto de Texcoco muestra con claridad la ignorancia y la torpeza de quienes entrarán en funciones a partir del primero de diciembre de 2018, empezando por AMLO, que si bien arrasó en el proceso electoral del pasado primero de julio, ello no implica que todas sus decisiones sean inapelables. Por lo pronto, ya un juez de distrito invalidó con un amparo la farsa de consulta que se dio en días pasados, tomando en cuenta su inconstitucionalidad. Una lluvia de amparos se viene encima del Poder Judicial de la Federación, ante las afectaciones económicas y los saldos que deben pagarse con el erario público.

Con su forma particular de encarar la realidad, AMLO sostuvo con ironía que había quienes habían hecho bulla, refiriéndose a algunos líderes de opinión. Esta situación exhibe ribetes de autoritarismo, de intolerancia y cerrazón. Ya se están dando muestras de censura con algunos medios importantes de comunicación. No hay que descartar que enfermos de poder arremetan en contra de los medios impresos y electrónicos. Se están dando asimismo, excesos en las Cámara de Senadores y Diputados, en los que tal parece que la dictadura de la mayoría o la muchedumbre, está puesta a tomar las grandes decisiones nacionales como si estuviera descubriendo el hilo negro. México está viviendo pues las premisas de una realidad inédita en la que no tarda en que se muestre en toda su magnitud un esquema autoritario que pensamos que había desaparecido en México.

Esto no es la democracia que le otorgó el voto popular a AMLO: es la faceta de una dictadura encubierta que nada tiene que ver con la máscara de la lucha contra la corrupción o la justicia a los pobres. Es demagogia pura. AMLO está socavando con su doble discurso; con sus polémicas decisiones; con sus disparates, la confianza otorgada por el pueblo de México. Y eso que aún no inicia su periplo gubernamental.

Medios: A cerrar filas

En 1983 nació la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos. A.C. (AME), que hace unos pocos años fue pulverizada. Emergió como un mecanismo solidario entre los editores de medios impresos del interior del país, para tocar puertas y buscar la interlocución con las instancias del gobierno federal o los estados, a fin de obtener –no dádivas ni prebendas- sino lo que en justicia le compete a los medios de provincia, de la publicidad oficial que emite el gobierno federal o los estatales. El centralismo pernicioso que siempre ha marcado a México, ha seguido prevaleciendo en materia de información. Los grandes consorcios televisivos o periodísticos son quienes se llevan las rentas, con una ignorancia supina respecto a la prensa del interior del país. Sin embargo, el panorama se atisba más oscuro con la llegada de Andrés Manuel López Obrador, cuya espada se muestra desenvainada para arremeter en contra de los medios de comunicación, condicionando prácticamente la libertad de expresión. Nada descabellado es afirmar que estamos percibiendo los ribetes de un gobierno autoritario que ve a la prensa, la radio, la televisión y las páginas electrónicas no como aliados sino como enemigos. Es decir, tal cual las dictaduras de Estado.

Lo que nos queda claro pues, sobre todo a los medios del interior del país, es que sólo juntos podremos emprender una gran cruzada. Primero, para evitar los riesgos que entraña la censura y los ataques a la libertad de expresión y, segundo, para exigir un trato igualitario en los que se refiere a la difusión de las tareas de gobierno. Es impresionante la torpeza con la que algunos gobiernos locales están manejando la imagen de sus respectivas administraciones y del trabajo que llevan a cabo. En Oaxaca no estamos a salvo de una situación similar. Pero nadie podrá hacer contrapeso solo. Es urgente la unidad. Lo que hemos visto hasta hoy, inclusive sin que el nuevo equipo gubernamental esté en funciones, es el de un presidente electo que anda del tingo al tango como si ya hubiera tomado posesión, más aún, con declaraciones temerarias que distan mucho de la prudencia que debe privilegiarse históricamente. La consulta popular de la que hemos hablado en los últimos días es inconstitucional, justamente porque AMLO no está facultado para convocarla al no estar ungido constitucionalmente para dicho efecto. Es pues muestra fehaciente de que la censura, el autoritarismo y otros fantasmas asoman a la puerta.