Consumamos lo bueno, lo sano
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Consumamos lo bueno, lo sano

 


Las políticas públicas del gobierno no han acertado totalmente en sus objetivos y seguimos dependiendo de los mercados externos
Tenemos que volver a consumir más de lo natural y nutritivo, así como vivir más de acuerdo con la naturaleza porque la realidad nos está demostrando con los hechos y enfermedades que asolan a la humanidad que vamos por el rumbo equivocado. Muchos productos que llevamos a nuestra boca no nos alimentan realmente y en cambio afectan a personas de todas las edades, particularmente a los niños que están en proceso de desarrollo.

Tenemos que esforzarnos por entender la recomendación clásica de que cada bocado y cada sorbo sean nuestra medicina, que de verdad nos nutran y nos hagan resistentes a las enfermedades. Ya no podemos seguir exponiéndonos a tantos males que la modernidad nos está acarreando, sino darnos cuenta de los males que nos estamos causando a nosotros mismos y tomar la decisión de adoptar nuevos estilos de vida saludables. Tenemos que responsabilizarnos de nuestra vida y de la salud de nuestro cuerpo, darle los alimentos y el trato que no solamente necesita sino merece.

Las instituciones públicas están saturadas en sus servicios y el personal médico ya no se da a vasto para atender a los derechohabientes y a la población que se acerca a ellas. Además no todas las familias tienen las posibilidades económicas para hacer uso de las instituciones privadas, que además venden caro sus servicios.

Con base de lo dicen los que saben, en esta columna he señalado las posibilidades de volver al campo y producir los alimentos que necesitamos. Recientemente, el investigador social brasileño SebastiaoPinheyro divisó con verdadero optimismo lo que podemos construir desde ahora si ponemos manos a la obra y le sacamos jugo al campo a través de políticas públicas adecuadas.

Fuentes de la Universidad de Chapingo señalan que han egresado de ella profesionales que pueden apoyar proyectos de producción alimentaria y forestal en sus comunidades y regiones de procedencia. Pero también otros centros de educación superior han formado y siguen formando los técnicos que pueden hacer la verdadera revolución verde si de por medio hay más apoyo de la misma sociedad y de las instituciones de gobierno.

Por eso es alentador que en las diferentes regiones de la entidad oaxaqueña haya profesionales del campo y estén generando ya actividades productivas con una nueva visión, que estén asesorando a los campesinos para que puedan producir y consumir los alimentos que necesitan. Las políticas públicas del gobierno no han acertado totalmente en sus objetivos y seguimos dependiendo de los mercados externos, de donde nos llegan productos que consumimos.

Pero la tendencia es favorable. La urgencia de la necesidad nos está empujando a hacer algo nuevo y más cuando estamos en la etapa de revisión de programas y proyectos, a nivel de administración pública federal, que permitan reorientar las políticas públicas que han fallado y continuar con las que sí funcionan y demuestran su efectividad.

En cuanto a la salud de los mexicanos hay también retos importantes que solventar ante las necesidades que presenta una sociedad cada vez más enferma por lo que consume. Las clínicas y hospitales que hay a lo largo y ancho de la entidad nos muestran que es urgente establecer medidas de prevención de enfermedades porque al paso que vamos no habrá espacios suficientes para atender tantas enfermedades.

Entonces la tarea de la sociedad y el gobierno es prevenir, pero empezar desde los hogares, desde las familias y las escuelas. Por fortuna hay en la actualidad instituciones y organizaciones no gubernamentales que están trabajando intensamente por la salud humana y el medio ambiente. Oaxaca es un modelo a nivel nacional y unas de esas organizaciones son los Terapeutas Alternativos en Salud Holística, A.C.; el Centro Internacional de Capacitación en Salud Holística, la Red Cultural para la Fraternidad Humana y Centro de Apoyo al Movimiento Popular, A.C.

Son ya muchas las instituciones y organizaciones que trabajan en los temas de la producción de alimentos orgánicos y la prevención de enfermedades, que enseñan al público cómo adoptar hábitos saludables. Tenemos que aprovechar los adelantos de la ciencia y la tecnología que nos traen beneficios, sin descuidar lo tradicional que está en nuestra memoria colectiva.

Y no pasemos por alto el uso exagerado del plástico y demás artículos desechables que nos han generado problemas graves de salud pública, pero qué bueno que las autoridades de diferentes niveles están reaccionando para salvar la vida humana. Son ya varios ayuntamientos de Oaxaca que trabajan contra los desechables y optan por medidas prácticas de solidaridad con utensilios que no contaminan.

Qué bueno que hemos iniciado la batalla por la vida; hay que intensificarla.