Nulas medidas de protección
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Opinión

Editorial

Nulas medidas de protección

 


La muerte de más de 300 tortugas golfinas frente a las costas de Puerto Escondido, hace al menos un mes, a raíz del uso indiscriminado de redes de enmalle o engalle, por parte de pescadores o cooperativas de pesca, puso en el eje de la discusión la falta de medidas adecuadas no sólo para el medio ambiente sino inclusive el fracaso de las que se han instrumentado para aquellas especies que, se presume, están protegidas. Nada se sabe a la fecha de investigaciones o indagatorias para dar con los responsables. Al menos las autoridades no han informado al respecto. Lo único que trascendió en las redes sociales luego de este desastre ecológico, son las declaraciones de funcionarios federales y estatales al respecto, que fueron tan superficiales que en nada contribuyen al saneamiento de nuestro entorno ambiental. ¿Cuántos casos similares han ocurrido, antes de que se difundiera en las redes sociales y los medios de comunicación? Sin duda muchas. Hay que recordar que las tortugas tenían unas dos semanas de haber muerto, por ello el olor era insoportable, según quienes estuvieron en el lugar. Sin embargo, se trata sólo de un hecho que de ninguna manera debe repetirse, siempre que el gobierno le ponga remedio.

En otro contexto hay que ver la situación de nuestros bosques y ríos. En pocas comunidades forestales su riqueza es aprovechada de manera óptima y reintegrándole a la tierra lo que se le quita. Hay zonas que han quedado convertidas en eriales desérticos, sin agua, sin vegetación. Es ya común por ejemplo en la Sierra de Miahuatlán, ver bajar por la noche, decenas de pesados camiones que, a vuelta de rueda, llevan consigo miles de árboles ya convertidos en trozos inanimados. La denuncia ha sido constante. Nada se ha logrado. Es una terrible depredación que las mismas autoridades permiten. Los tala-montes están protegidos con permisos sellados y pueden trasladar su mercancía, con guías autorizadas por dependencias que, se presume, son las que sancionan este tipo de prácticas. Algo similar ocurre con la contaminación de afluentes o la sobreexplotación de los mantos freáticos. No hay control, tampoco una política que aliente la conservación de lo poco que aún nos queda de la naturaleza para sobrevivir como sociedad y como especie humana. No obstante, hay que ver cómo se publicitan los encargados de las áreas y delegaciones federales, que tal parece que nos están salvando la vida.

 

Normalistas empecinados

 

Hace un mes inició el ciclo escolar 2018/2019. Sin embargo, los alumnos que forman parte de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO) ni siquiera lo han iniciado. Se han dedicado algunos a tomar casetas de cobro y extorsionar a los automovilistas o secuestrar camiones de mercancías, como es el caso de la Escuela Normal Vanguardia, de Tamazulapan del Progreso. A sabiendas de que pueden perder el ciclo escolar, jóvenes de ambos sexos siguen desafiando a las autoridades, pues la falta de actividades escolares afecta el período regular de clases y la acreditación de estudios, habida cuenta de que el semestre comprende 18 semanas efectivas, de las cuales han transcurrido prácticamente cuatro, por lo cual se corre el riesgo de no alcanzar a cubrir todos los contenidos de las asignaturas. Hay alumnos de nuevo ingreso que no se han podido matricular siquiera y una serie de trámites administrativos que más tarde que temprano les habrá de afectar con dureza. Las autoridades del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), han hecho constantes llamados a la cordura y la reflexión, sólo para encontrarse con una pared de cerrazón y radicalismo.

Lo que está en tela de juicio y motivo de la suspensión de actividades por parte de los normalistas, es el un nuevo esquema escolar y curricular, que no aceptan y por lo cual siguen en este plan. Sin afán peyorativo, los normalistas arrastran los mismos esquemas de los maestros del Cártel 22. De hecho se forman en dicha escuela. Una obstinación por conservar privilegios, no afectos a la evaluación y soterrados defensores de lograr plaza sin examen. Todos esos vicios sin duda van a terminar. Ya los veremos ahora, cuando se celebra el aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, haciendo desbarajuste y medio, es decir, emulando a aquellos radicales que para su mala fortuna cayeron en manos de grupos criminales cuando se encontraban secuestrando autobuses y de lo cual, también en mala hora, el gobierno de Enrique Peña Nieto se enchalecó la responsabilidad. Es importante subrayar que el pueblo oaxaqueño en general, les ha negado ya el reconocimiento y la solidaridad que algún día tuvieron. Los normalistas han adoptado medidas arbitrarias y contra derecho, lo cual ha afectado la paz social y la gobernabilidad.