Rezago forestal
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Rezago forestal

 


Los actuales son tiempos de revisión de lo que se ha hecho bien y lo que hay que corregir. Pasadas las elecciones, es una tarea que ha asumido la administración federal que iniciará sus funciones el 1 de diciembre próximo, con el compromiso y la responsabilidad de responderle al pueblo mexicano, ya no con el discurso político y de buenas intenciones, sino con acciones reales, con políticas públicas a la medida de las necesidades de los habitantes.

Oaxaca es uno de los estados del sureste del país con enormes riquezas naturales, pero no ha podido superar los rezagos sociales y económicos ancestrales a pesar de los esfuerzos institucionales. ¿Qué nos ha faltado, en qué hemos fallado y qué necesitamos hacer?

La doctora Leticia Merino habló el jueves pasado en el Centro Cultural San Pablo sobre el tema Oaxaca: manejo forestal, gobernanza comunitaria y defensa de los territorios, donde se refirió a las experiencias exitosas de algunas comunidades forestales de las sierras Norte y Sur de nuestra entidad, las que han logrado revertir su situación de pobreza hacia un desarrollo sustentable de su riqueza forestal que les genera bienestar.

Desde luego, tuvieron que sufrir las consecuencias de una explotación inicua durante 25 años por parte de empresas forestales de carácter público y privado, como Fábricas de Papel Tuxtepec, para que cobraran conciencia de lo que estaban perdiendo y emprender una lucha por las vías legales hasta recuperar su territorio y su riqueza, los que en realidad les pertenecían. Hay por lo tanto experiencia, historia y visión de lo que se puede hacer con este gran recurso que se tiene en Oaxaca.

Pero actualmente hay crisis en el sector. La doctora Merino señala que según datos de 2008, no actualizados todavía a la fecha, existen en el país 232 autorizaciones de aprovechamiento forestal, de los cuales Oaxaca se beneficia de una mínima parte, pero hay una contribución no deleznable que se traduce en la generación de empleos que podría ser mayor, no solo en la extracción de la madera sino dándole también un valor agregado.

En Oaxaca existe un extraordinario talento artístico y artesanal que lo convierte en competitivo a nivel nacional e internacional creando productos que atraen la admiración de los connacionales y visitantes extranjeros. Las comunidades forestales oaxaqueñas han creado sus propias empresas, que ellas mismas administran y en cuanto al trabajo artesanal sus creaciones andan dispersas en diferentes partes del mundo.

Con toda razón afirma la doctora Merino que estamos sentados en una inmensa riqueza que hay que aprovechar y que no se nos vaya de las manos. Además, es cierto que las comunidades forestales han generado admirablemente obras y servicios en sus propios ámbitos, que eleva el nivel de vida de los habitantes y se convierten en ejemplo para los demás, incluso en el mundo.

La investigadora señala que los retos de la próxima administración federal está en dar pautas efectivas de solución a las grandes desigualdades que hay en el país, sobre todo en la forma que se toman las decisiones en las políticas públicas, a partir de las propias comunidades interesadas, no desde la óptica de las élites, que solo incrementan la vulnerabilidad de los que ya son vulnerables, como sucede con el tema del cambio climático, que quienes más lo sufren son la gente y las comunidades pobres, a quienes se atiende menos.

Puntualiza que la visión de la política ambiental del Estado está capturado por élites con un desconocimiento muy grave de las condiciones locales y en este caso del manejo forestal. Sostiene que en Oaxaca no hay democracia real en la que las comunidades forestales puedan participar en el diseño de la política pública y estas condiciones desiguales bloquean las posibilidades de cooperación y participación para construir sustentabilidad y para lograr en consecuencia la conservación de los recursos naturales.

Sus reflexiones son directas e importantes que abarcan los temas de minería y energía eólica. Dice que a estas alturas del Siglo XXI y del devenir histórico de nuestro país, tenemos que repensar el sentido de la conservación forestal, reconociendo y reclamando los derechos indígenas comunitarios y humanos, y negociando con los de otros sectores como los ciudadanos y de la propia naturaleza, que generalmente son negados.

En el nuevo proyecto de nación habría que definir la relación de las comunidades con el Estado, en el caso concreto de la política forestal, reclamando una efectiva descentralización de derechos, capacidades y recursos, no solo a los gobiernos estatales sino hacia los contrapesos comunitarios y ciudadanos, es decir, ampliar la devolución de derechos no solo en el usar, sino en el de decidir. El aspecto fiscal es otro campo donde urge actuar con justicia.

Fomentar una toma de decisiones lo más cercano posible adonde está la problemática. Las comunidades no quieren decisiones generadas desde la ciudad de México o de cualquier otra parte del país. La verdadera descentralización es trabajar en lugares cercanos a las realidades, porque hay más posibilidades de reclamar rendición de cuentas al gobierno a escala regional por parte de la ciudadanía.