Roberto Rébora muestra las rupturas de su obra
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Arte y Cultura

Roberto Rébora muestra las rupturas de su obra

El pintor tapatío expone Flujo mundo, una muestra de 55 cuadros en los que contrasta sus periodos creativos a la vez que recrea un momento plagado de señales radioeléctricas


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“De lo que estoy seguro es que he dedicado mi tiempo a pintar”, dice el artista Roberto Rébora (Jalisco, 1963) cuando intenta responder qué tanto ha cambiado su obra en tres décadas. “Sí recuerdo lo significativo, lo concentrado que fue hacer estos cuadros”, añade quien más de 20 años después vuelve a ver piezas realizadas a inicios o fines de los 90. Las mismas que ahora reúne con las de este año, o de los últimos cuatro, mediante la exposición Flujo mundo, abierta en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO).

El tapatío presenta desde este 30 de octubre una ampliación de la muestra homónima compartida entre marzo y mayor en Ciudad de México (en la Universidad del Claustro de Sor Juana).

Con 55 cuadros, casi duplica la de entonces. Y a la par genera más diálogos entre sus piezas, como aquellas en las que experimentaba con los colores primarios o las tonalidades del gris, y en las que ahora se inclina por escenas más tendientes a lo abstracto, a lo que considera propio de un tiempo y contexto plagado de dispositivos móviles y de señales radioeléctricas. A un tiempo como el que ya han descrito sociólogos como el fallecido Zygmunt Bauman (Vida líquida).

“Es otra forma de vivir, el mundo cambió. Es un flujo mundo y esto ya se había dicho hace muchísimo. Es decir, es un mundo líquido y hoy se vive desde ahí. Y yo considero que no me es dado representar la realidad actual sin la descripción de las líneas lumínicas, electrónicas, que nos determinan”, detalla Rébora, quien trata de mantener distancia con esta realidad. A veces, apagando su celular lo más que puede o haciendo caso omiso al WhatsApp. Aunque, reconoce, es casi inevitable usar los dispositivos móviles y la sociedad depende tanto de ellos como de la electricidad. “Nos sucede lo mismo”.

ROMPER, DIALOGAR, CONTRASTAR

“Quiero hacer un contraste entre esto de hace tres años que es una nueva representación”, explica el autor mientras señala a un cuadro de los años 90 y uno de 2016, pero que son el mismo personaje y escena, sólo que con distintos colores, técnicas y representaciones.

En cuadros como estos, es clara la diferencia. Pero incluso entre piezas de la misma década, la pintura de Rébora es muy distinta. Ejemplo de ello son Ula-ula (1993) y Multicinema (1997, de la serie Futura). En la primera, el tapatío recrea a su fallecida tía Yolanda, con un cuadro que es más cercano a lo figurativo, pero con tonos grises. “Murió de una manera muy triste, pero la imaginé un día bailando con el ula-ula, llena de felicidad”, ahonda.

En cambio, en Multicinema le interesó “experimentar la expresión de la ciudad moderna, entonces aparecían los colores primarios por primera vez”. Dos décadas después de su creación, analiza el tratamiento dado y el nivel de conservación del mismo.

“Tuve una ruptura completa”, explica, y detalla que sus periodos (de entre tres o cuatro años cada uno) son siempre así. Para él, los cambios se dan debido a que cuando nota que lo que hace es reiterativo salta “instintivamente a un juego de contrarios para seguir pintando”.

Y lo que pinta suelen ser cuadros que, dice, caen del cielo porque los manda Dios. ¿Es creyente?, se le pregunta. Roberto piensa su respuesta y tras unos segundos cuenta que, desde luego, está relacionado con lo sagrado.

Luego extiende su idea al decir que las escenas que pinta son una especie de envíos un tanto inesperados, entre periodos de ansiedad en los que aun trabajando no fluye su trabajo. Por eso también cree que la pintura es la reina de las artes, al ser completamente emocional y con la capacidad de generar imágenes.