Difícil que el público vea la danza contemporánea
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Arte y Cultura

Difícil que el público vea la danza contemporánea

La bailarina, coreógrafa y directora, considera que aunque se busque la sustentabilidad, es complicado para los proyectos independientes


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En 1982, cuando comenzó sus estudios de danza en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca (ahora facultad), Laura Vera no se imaginaba como coreógrafa o directora de su propia compañía. “La primera afición que tuve es que quería ser bailarina, una bailarina profesional”, rememora la directora del ballet contemporáneo que lleva su nombre y con el cual estrenó recientemente la obra Tras el signo de las mariposas.

Lo cierto es que, de 1982 a 2018, Laura ha bailado tanto como creado piezas de un arte que aún percibe con poco público, pues su posición es distinta a la de las expresiones tradicionales o folclóricas, ya sea en pintura, danza o incluso música. Pero en ese intermedio, de su paso por Bellas Artes al estreno de su primera obra, La espalda (1998), Laura emigró a Querétaro para estudiar como intérprete e instructora en técnica Graham, en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea (Querétaro). Luego comenzó su carrera docente en el mismo colegio, a la par de entrenar como ejecutante con el Ballet Nacional de México (1993-1996).

Para llegar a este momento y ser la bailarina, coreógrafa y profesora que es, Laura vivió varias experiencias en su país y en el extranjero, específicamente en Buenos Aires, Argentina. Se desarrolló como intérprete y aprendió de improvisación y composición coreográfica. En su andar conoció a maestros como Guillermina Bravo, Jaime Blanc, Orlando Shecker, Eva Pardavé y Federico Castro; también a Tim Wenger, Donlin Foreman, Christine Dakin, Kazuko Hirabayashi, Ana María Stekelman, Marina Giancaspro y Freddy Romero, entre otros tantos. Entrado el nuevo milenio, por ahí del 2002 y 2003, consiguió una beca que le hizo volver a Oaxaca y seguir su perfeccionamiento en el llamado arte en movimiento.

Sin echar en saco roto ese cúmulo de aprendizajes y experiencias en cuanto a lenguajes de la danza y lenguajes coreográficos, la ganadora en 2005 del Premio a la Creación Coreográfica “Guillermina Bravo” (por Dubiumibi Libertas) fundó en 2003 su compañía de danza contemporánea. En ella baila, crea, dirige y enseña a nuevos talentos, pero también investiga nuevas posibilidades.

Con esa trayectoria, y en el mismo año en que estrena Tango en segunda (pieza inspirada en un tango de Carlos Gardel), Laura se decide a hacer su propio trabajo creativo, con una compañía que en noviembre próximo llega a sus 15 años. Con alrededor de 30 años en la danza, la artista comparte sus apreciaciones de la danza, un arte desde el cual reflexiona sobre problemas sociales como la migración o la violencia de género.

¿Cómo percibe el desarrollo de la danza contemporánea en el país?
En México hay mucha danza con una versatilidad muy grande, hay de todos los estilos, hay muchísimas propuestas. En Oaxaca, también hay desde hace varios años, antes de que me fuera a Buenos Aires. A la fecha, pues ya hay más propuestas, muchos bailarines, a lo mejor no hay tantas agrupaciones, pero sí hay muchos bailarines que están buscando y haciendo proyectos de manera independiente.

¿Y público, lo hay?
En cuanto al público, sí ha sido difícil, yo creo que a nivel nacional depende de lo que se muestre, pero si haces un proyecto y quieres presentar de manera independiente, es difícil que vaya el público a ver danza contemporánea. No sé exactamente a qué se debe. El arte contemporáneo no ha sido de fácil acceso para que el público vaya, a menos que sean grupos, coreógrafos o artistas muy reconocidos.

¿Incluso menos que frente a otras expresiones?
Es diferente, sabemos que en el área de la música hay mucho más, pero incluso en el arte contemporáneo… porque a la música contemporánea no va nadie (…). Hay una tradición de música súper importante, de músicas populares y tradicionales, de banda, eso es mucho más fuerte en Oaxaca, incluso en la pintura… pero en el arte contemporáneo, en general, no.

En esa situación, ¿cómo subsisten los creadores y ejecutantes?
Pues subsisten, digamos que todos los proyectos independientes, a pulmón y buscando apoyos por todos lados.

¿Con becas?
Con becas, exactamente; es a lo que uno puede apostar. Uno quisiera mostrar, hacer nuestro trabajo, desarrollarlo, hacerlo sustentable… es muy difícil, puede ser, pero yo —como creadora— o me dedico a bailar y a hacer coreografía de lleno o me pongo a gestionar. Es muy difícil hacer todo.

Laura Vera y sus bailarines ensayan generalmente en la Casa de la Cultura Oaxaqueña, institución que les presta un salón desde hace tiempo. Varias de sus obras han sido posibles gracias a becas o recursos obtenidos en convocatorias como la ganada en 2017 para la pieza Tras el signo de las mariposas. Aunque se ha manejado desde lo autónoma, piensa que también es necesario que el Estado apoye a las artes y las vea como inversión. “Somos independientes”, subraya, pero también explica que en ese ámbito intentan ser sustentables, lo cual no ha sido fácil.

“Desde el estado hace falta algo más para que haya algo. Yo creo que hay poco, puede haber mucho más”, explica una de las exponentes de la danza contemporánea en Oaxaca, un arte que también han desarrollado Alejandra Serret (en la Compañía Estatal de Danza Contemporánea), Rolando Beattie (en Ensamble Danza Contemporánea), Paulina y Helmar Álvarez (Tierra Independiente), Noel Suástegui (a través de la compañía Metamorphosis) y Rosario Ordoñez (con Invernadero Danza).

Usted ha sido bailarina y ha dado el paso a la creación, a tener su propia compañía, ¿cómo fue esa transición? ¿En algún momento pensó en que como ejecutante iba a lograr mayor proyección? ¿Por qué apostar a la creación?
Sí, la verdad no me imaginaba que iba a ser coreógrafa. La primera afición que tuve es que quería ser bailarina, una bailarina profesional y bueno tuve muchas experiencias, me fui de Oaxaca, me fui a Querétaro, al Colegio Nacional de Danza Contemporánea, de ahí me fui a Buenos Aires, tuve más experiencias como bailarina (…). Trabajé con coreógrafos; bailé mucho en Argentina y cuando vuelvo a Oaxaca quería seguir bailando, pero ya había tenido otras experiencias en cuanto a lenguajes de la danza, lenguajes coreográficos que tenía en mente, había experimentado y quería seguir investigando. Veo que sí es diferente el trabajo que se hace en Oaxaca y entonces me decido a hacer mi propio trabajo creativo a partir de todas las experiencias que había vivido fuera de Oaxaca, por eso decido crear un grupo y empezar a crear como coreógrafa.

¿Como una cuestión de enseñanza?, en vista de que se carece de escuelas profesionales para formarse en danza contemporánea
Aquí es un problema, que no hay una escuela profesional de danza, no se ha logrado abrir una escuela donde haya una licenciatura, en fin, por eso me tuve que ir, aquí no había, no encontraba cómo. Decidí justamente eso, hacerlo yo.

En 2016, Laura Vera obtuvo una mención especial en el Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga; uno de sus bailarines, Geovanni Pérez Ortega, se hizo merecedor al premio como mejor bailarín; ello permitió que su pieza sobre migración Ítaka-equis y no X se presentara en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México. En ese mismo año, en el Encuentro de Creadores de Danza, gana el Premio Movimiento Original, por la obra Todo está cerca-todo es intocable.

¿Tienen algún impacto los premios?
Sí, claro que sí. Son una forma de que tu trabajo también se visibilice; cuando ganas un premio dicen: a ver, cómo es el trabajo de esta persona. El primer premio que ganamos fue en el 2005, en el Guillermina Bravo, de Jalapa, y después en el 2010, en Alemania, un solo también ganó un premio en coreografía e interpretación. Y al asistir al Premio Nacional de Danza que se hace cada año, con el hecho ya de estar en las finales, tu trabajo empieza a ser visto. Claro que son importantes estos premios para que te proyectes…

¿Pero no necesariamente para la obtención de recursos?Pues no.
Proyección, pero…

Si tienes la suerte de ganar dinero, por un momento te ayuda a seguir estando ahí.

Con esa proyección, ¿cómo se ve? ¿Su nombre es asociado con Oaxaca?
(Laura ríe, lo piensa unos instantes y se anima a continuar lo que su esposo, el músico Eduardo Farrés dice sobre el alcance de los reconocimientos de ella en el ámbito nacional, de cómo a través de su labor se voltea a ver el arte de Oaxaca y atrae un beneficio colectivo).

Pues sí, digamos que sí es cierto, cuando nuestro trabajo se ve, vamos a un premio y saben que vengo de Oaxaca… no lo pienso tanto, la verdad. Hago mi trabajo, esté en Oaxaca, esté donde sea.
En el país, Laura percibe el arte como algo centralizado, y eso los notó en el último encuentro Nacional de Danza, al presentarse varios grupos de la Ciudad de México o de estados cercanos. “Del interior sí, pero el 70 por ciento de las presentaciones en el Teatro de la Ciudad son del DF”.

Pensando esa centralización a nivel estado, de que varias obras se presenten en el centro de la entidad, ¿cuál es la importancia de llevar sus presentaciones a otras regiones, a otros públicos?
Hemos llevado nuestro trabajo a varios municipios del estado de Oaxaca, muchos apostamos a eso, a llevar a otros públicos nuestro trabajo, siempre que vamos a una comunidad lejana me satisface mucho el poder presentar nuestro trabajo ahí. Ahorita que vamos a unos municipios, los que organizan o nos invitan están súper ansiosos esperando porque es muy difícilmente mirar un trabajo de esta naturaleza, de arte contemporáneo.

¿Tiene que ver con ver el arte como inversión, que se dé, pero no como un lujo?
Claro, para nada como los grandes ballets elitistas. Nuestra tirada no es esa, es justamente poder llevar a todo el público nuestro trabajo.

Las temáticas de la compañía por lo social, ¿de dónde parten esos intereses?
Parten de una realidad universal, hay tantas cosas que uno tiene que decir y qué mejor que desde el trabajo que hacemos. Desde nuestra primera pieza que hicimos y fundamos como grupo, tenía este carácter social, que tiene que ver con violencia de género, a partir de una realidad que vivimos desde la violencia, el poder… muchas cosas, y que a la vez está vinculado a una realidad local, que tiene que ver con nuestra cultura. Entonces, cómo lograr todo este trabajo, una idea de un trabajo que es universal y que los transmite también a través de tu propia cultura. No puedo hablar tan superficialmente de algo, no nos sale; necesitamos decirlo, y la manera es esta.