Las nuevas generaciones están viviendo una época de cambios climáticos sin precedentes, donde las estaciones del año parecen difusas, y las temperaturas extremas se han vuelto una constante. Mientras que antes era claro cuándo iniciaba el invierno, la primavera o el verano, hoy en día no importa la estación; el calor extremo y el frío polar se presentan sin previo aviso. En algunas regiones del mundo, los 45 grados centígrados ya no son una excepción, sino una nueva normalidad.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), hay un 98% de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años sea el más cálido jamás registrado, lo que podría implicar récords de altas temperaturas y, con ello, un impacto directo en el rendimiento cognitivo y emocional de las personas.
EL CALOR Y SU IMPACTO EN EL APRENDIZAJE Y LA PRODUCTIVIDAD
El calor extremo no solo afecta el cuerpo físicamente, sino que también tiene un impacto significativo en las funciones cognitivas. En condiciones de calor extremo, el cuerpo humano lucha por mantener una temperatura interna constante, lo que provoca una pérdida de líquidos, electrolitos y sales esenciales como el potasio, calcio y magnesio. Esta deshidratación puede afectar el rendimiento en áreas cruciales como la memoria, la atención y la velocidad de reacción.
Estudios citados por Psychology Today han demostrado que, en condiciones calurosas, la productividad en las aulas y lugares de trabajo se ve gravemente comprometida. Un estudio de Harvard reveló que los estudiantes que vivían en dormitorios sin aire acondicionado, con temperaturas promedio de 27°C, tenían un rendimiento cognitivo significativamente más bajo que aquellos en espacios con temperaturas controladas. En las pruebas de aritmética, los estudiantes sin aire acondicionado reaccionaron 13% más lento y respondieron 10% menos preguntas correctas por minuto.
CALOR EXTREMO EN LAS ESCUELAS: DESIGUALDAD SOCIAL Y ECONÓMICA
Las condiciones extremas de calor también evidencian las desigualdades sociales y económicas, afectando principalmente a los estudiantes más vulnerables. En muchos países, las escuelas de bajos recursos carecen de infraestructura adecuada, como aire acondicionado, lo que agrava la brecha en el rendimiento académico.
UNICEF informa que los niños actuales están experimentando el doble de días de calor extremo que sus abuelos, lo cual interrumpe su desarrollo físico, cognitivo y emocional. En países como Pakistán, Bangladesh y Sudán del Sur, las olas de calor han forzado el cierre de escuelas, afectando a millones de estudiantes. En México y Argentina, las escuelas en zonas urbanas enfrentan el fenómeno de las islas de calor, donde el concreto y los edificios retienen el calor, creando temperaturas locales extremadamente altas.
EL CALOR Y LA SALUD MENTAL: UN RIESGO REAL
El calor extremo también afecta la salud mental. Un estudio publicado en Nature Climate Change mostró que un aumento de 1°C en la temperatura promedio en países como México y Estados Unidos está relacionado con un incremento del 1% en las tasas de suicidio. El cambio climático debe ser considerado una crisis de salud mental, ya que el calor extremo afecta neurotransmisores como la serotonina, responsable de regular el estado de ánimo y controlar la agresión.
Además, las altas temperaturas alteran el sueño, aumentando la irritabilidad, la pérdida de memoria y la dificultad para concentrarse, lo que afecta tanto a estudiantes como a profesores. El estrés térmico también es más agudo en los niños y jóvenes, ya que sus cuerpos aún están en desarrollo y tienen menos capacidad para regular su temperatura interna.
EL CALOR EXTREMO: VULNERABILIDAD GLOBAL
El calor extremo no es solo un desafío para los estudiantes, sino también para las comunidades más vulnerables. Las zonas de bajos ingresos suelen estar en áreas con menos vegetación y más superficies impermeables, lo que aumenta la exposición al calor. Según el Centro Luskin de Innovación de la Universidad de California, las comunidades urbanas son especialmente vulnerables a las islas de calor.
Los niños son más propensos a los estrés térmico porque sus cuerpos no pueden regular su temperatura con la misma eficacia que los adultos. Esto puede llevar a deficiencias de oxígeno en los tejidos y a un deterioro cognitivo, lo que interrumpe su desarrollo académico.
UN LLAMADO A LA ACCIÓN
El cambio climático y el calor extremo están afectando profundamente nuestra salud física y mental, especialmente en el ámbito educativo. Es esencial que tanto gobiernos como instituciones educativas implementen estrategias de adaptación para proteger a las generaciones más vulnerables. Además, es fundamental que los estudiantes, profesores y padres tomen medidas para gestionar el calor extremo, como buscar espacios frescos, hidratarse adecuadamente y promover una conciencia climática en las comunidades.
El calor extremo ya no es solo una cuestión climática; es una crisis de salud pública, social y educativa que requiere de acción inmediata para mitigar sus efectos en las futuras generaciones.