En un nuevo episodio que refleja la creciente desconfianza hacia las instituciones de seguridad, vecinos de la colonia 22 de Febrero detuvieron a un presunto ladrón, mientras dos cómplices lograron escapar. Luego de un intento de robo en instalaciones abandonadas que alguna vez albergaron oficinas de la SEDATU (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano).
El hecho ocurrió cerca de la medianoche del sábado. Cuando los residentes se percataron del ingreso de tres sujetos al inmueble, ubicado en una zona con escasa o nula presencia policial. Según relataron testigos, los hombres sustrajeron al menos una docena de computadoras que aún se encontraban resguardadas en el interior del edificio.
UN PUEBLO QUE SE ORGANIZA: “NOSOTROS SOMOS LA SEGURIDAD”
Ante la inacción oficial y la creciente ola de robos, los habitantes de la colonia no dudaron en actuar. Armados con palos, lámparas y gritos de auxilio, se enfrentaron a los presuntos delincuentes en plena calle. Solo uno de ellos fue capturado; los otros dos huyeron aprovechando la oscuridad y el terreno irregular.
El detenido fue identificado como Alberto Antonio L. L., de 33 años, originario de Guatemala. Tras ser asegurado por los vecinos, fue entregado a las autoridades. Quienes finalmente acudieron al llamado de emergencia.
De acuerdo con fuentes locales, no se descarta que el sujeto pueda ser deportado, dependiendo del avance del proceso legal. Aunque no se ha informado aún si enfrentará cargos penales o administrativos por el delito de robo agravado.
VACÍO DE AUTORIDAD: CUANDO LA LEY NO LLEGA, LA COMUNIDAD ACTÚA
Más allá del hecho aislado, lo que este suceso evidencia es un patrón que se repite en muchas colonias urbanas y rurales del Istmo de Oaxaca: la ausencia sistemática de vigilancia, lo que ha obligado a los ciudadanos a organizarse en comités vecinales, realizar rondines nocturnos e incluso enfrentar directamente a los delincuentes.
“Estamos cansados. No es la primera vez que entran a robar. Si no nos defendemos nosotros, nadie lo va a hacer”, comentó una vecina que pidió el anonimato por temor a represalias.
La colonia 22 de Febrero, como muchas otras en la región, ha sido víctima del abandono institucional. Las denuncias formales rara vez derivan en investigaciones, y los patrullajes policiales son, según los vecinos, “eventuales y de mero trámite”.
UNA ALERTA A LAS AUTORIDADES: ¿HASTA CUÁNDO LA OMISIÓN?
El caso del intento de robo en las antiguas oficinas de la SEDATU no solo pone exalta la necesidad de reforzar la seguridad pública, sino también de revisar el estado de abandono en que se encuentran muchos inmuebles oficiales, convertidos en puntos vulnerables para la delincuencia.
La ciudadanía no debería verse obligada a ejercer justicia por mano propia, ni a enfrentar los riesgos que implica detener a un presunto delincuente. El hartazgo social, sin embargo, es una llamada de atención urgente para las autoridades municipales, estatales y federales.
DERECHOS HUMANOS Y JUSTICIA: UN CASO QUE MERECE SEGUIMIENTO
El caso también abre interrogantes en el plano de los derechos humanos. Aunque la detención fue realizada sin linchamiento ni agresiones, es imprescindible que el Estado garantice el debido proceso al detenido y que se esclarezcan sus posibles vínculos con otros delitos.
Asimismo, si se confirma su situación migratoria irregular, el proceso debe regirse bajo los principios de debido trato y no criminalización por origen, tal como establece la legislación mexicana y los acuerdos internacionales en materia de migración.
En resumen, mientras las autoridades brillan por su ausencia, los ciudadanos toman decisiones al filo del riesgo, enfrentando a una delincuencia que se aprovecha de la debilidad institucional. Lo ocurrido en la colonia 22 de Febrero es más que un intento de robo frustrado: es el reflejo de un país donde la seguridad se improvisa desde abajo, porque arriba no llega.