La noche del 12 de noviembre de 1999, un macabro hallazgo conmocionó a la ciudad de Aguascalientes: el cuerpo sin vida de un niño de apenas 4 años, maniatado y con evidentes signos de violencia, fue encontrado en un contenedor de basura por un hombre que rebuscaba entre los desperdicios. Era el pequeño Dhilan Randal Mercado González, una víctima más de la violencia infantil que ha plagado a México por décadas.
El caso, que por años se convirtió en un ejemplo emblemático de la impunidad y la violencia en el país, llegó a un desenlace el pasado domingo. La Fiscalía de Quintana Roo confirmó la captura de Liliana Lucero Mercado González, de 49 años, madre de Dhilan, y de Francisco Javier López González, de 55 años, su padrastro, quienes fueron arrestados como los principales sospechosos del brutal asesinato. Ambos enfrentan cargos por homicidio doloso calificado con agravantes de ventaja y brutal ferocidad.
UN CASO QUE MARCÓ A GENERACIONES

“Este caso es el reflejo de que la justicia es tardada, pero lo más importante es que no hubo impunidad”, declaró Jesús Figueroa Ortega, fiscal de Aguascalientes, al calificar la detención como una “acción histórica para la procuración de justicia”.
La captura de los sospechosos fue el resultado de una colaboración interinstitucional entre las fiscalías de varios estados y más de dos décadas de investigación minuciosa.
La historia de Dhilan es una de tragedias acumuladas. Nacido el 20 de julio de 1995 en Huauchinango, Puebla, su corta vida estuvo marcada por el abuso y el descuido. Las denuncias por violencia hacia el menor se acumularon en Zacatecas, donde vivía con su madre y su padrastro, provocando que la pareja se trasladara a Teocaltiche, Jalisco. Fue allí donde, tras una discusión, Francisco Javier López golpeó al pequeño hasta matarlo.
LA NOCHE DEL CRIMEN
De acuerdo con la investigación de la Fiscalía de Aguascalientes, el padrastro envolvió el cuerpo de Dhilan en una manta, lo colocó dentro de una caja de cartón y lo trasladó hasta Aguascalientes. Ahí, abandonó el cadáver en un contenedor de basura en el Barrio de La Estación. Este hecho, reconstruido con testimonios de testigos como el de un taxista que llevó a López al lugar del crimen, marcó el inicio de una huida que duraría más de dos décadas.
EL IMPACTO MEDIÁTICO Y LA BÚSQUEDA DE JUSTICIA

El hallazgo del cuerpo generó una gran cobertura mediática en su momento, alcanzando incluso el programa televisivo “Mujer, casos de la vida real”, conducido por Silvia Pinal. En 2001, la abuela materna del niño identificó sus restos y pertenencias, lo que cerró una etapa clave en la investigación. Los estudios forenses concluyeron que Dhilan murió a causa de un traumatismo craneoencefálico, raquimedular cervical y estallamiento de vejiga.
Tras el asesinato, la pareja se dio a la fuga. Su recorrido incluyó los estados de Guanajuato y Chiapas antes de establecerse en Chetumal, Quintana Roo, en 2002. Fue allí donde, el pasado domingo, un operativo conjunto culminó con su arresto. Según la Fiscalía, la colaboración entre instituciones y las denuncias públicas fueron clave para rastrear a los sospechosos.
UN LEGADO DE VIOLENCIA INFANTIL
El caso de Dhilan ha dejado una profunda huella en el país. No solo evidenció las fallas en la protección de menores, sino que también subrayó la necesidad de mecanismos más eficaces para prevenir la violencia infantil. La investigación también expuso la persistencia de un sistema que, aunque lento, puede alcanzar la justicia.
Capturan #FGEQuintanaRoo, en Othón P. Blanco, a pareja buscada por homicidio de un niño, ocurrido hace 25 años.#CeroImpunidad#JusticiaParaTodos
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— Fiscalía General del Estado de Quintana Roo (@FGEQuintanaRoo) January 5, 2025
Hoy, Liliana Mercado y Francisco Javier López están recluidos en centros penitenciarios de Aguascalientes. Enfrentan una posible sentencia de hasta 40 años de prisión, mientras el recuerdo del pequeño Dhilan sigue siendo un recordatorio doloroso de que cada niño merece crecer en un entorno de amor y seguridad.
¿QUÉ SIGUE?
La justicia para Dhilan es un paso, pero el caso plantea preguntas más amplias: ¿Están las instituciones mexicanas mejor preparadas para proteger a los niños vulnerables? ¿Qué más se puede hacer para evitar tragedias similares? La respuesta está por construirse, pero el nombre de Dhilan Mercado permanecerá como un llamado a la acción y la memoria colectiva.