Un nuevo caso de violencia feminicida sacude al país. El fin de semana, una mujer identificada como Natividad fue asesinada en un hotel de la Ciudad de México por un hombre con quien sostenía una relación casual. El presunto responsable, Basilio Gregorio M., confesó haberla matado tras una discusión motivada por un comentario sobre el mal olor en sus pies.
La información fue difundida a través de la red social X. Donde detalló que el acusado, originario de Oaxaca, había llegado recientemente a la capital para trabajar en una obra de construcción. Pocas horas después del crimen, fue localizado y detenido por agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX (SSC CDMX).
Una violencia que empieza con lo cotidiano
Según el reporte, Basilio invitó a Natividad a convivir en un hotel de la ciudad. Donde ambos bebieron durante la noche. En algún momento, Natividad hizo un comentario crítico sobre el olor de los pies de Basilio. Ese simple hecho desató su furia y lo llevó a cometer el asesinato.
Tras matarla, el hombre huyó del lugar, abandonando el cuerpo sin vida de la víctima. La Policía capitalina logró ubicarlo en cuestión de horas, evitando su fuga. Ahora enfrenta cargos por feminicidio, y se espera que sea presentado ante un juez de control en las próximas horas para definir su situación jurídica.
Feminicidios en México: una epidemia con múltiples frentes
Este caso vuelve a encender las alarmas sobre la normalización de la violencia de género en México. Donde lo que parece una discusión insignificante puede terminar en un crimen atroz. La reacción desproporcionada de Basilio Gregorio M. refleja patrones de machismo extremo, intolerancia y dominio que siguen latentes en gran parte de la sociedad.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, cada día se registran entre 10 y 11 feminicidios en el país, sin contar los cientos de agresiones que no alcanzan la visibilidad mediática ni jurídica. A pesar de los avances legislativos y el trabajo de organizaciones civiles, la impunidad y la falta de prevención siguen siendo los principales obstáculos.
¿Qué tipo de masculinidad permite matar por una crítica?
El caso de Natividad no solo indigna por la brutalidad del crimen, sino por la trivialidad del detonante. Que una observación personal haya sido suficiente para activar un impulso homicida obliga a reflexionar sobre los modelos de masculinidad que prevalecen, donde la crítica es vista como una afrenta al ego, y la violencia, como una respuesta válida.
Especialistas en género coinciden en que muchos feminicidios no son producto del “crimen pasional” —término aún usado de forma errónea en algunos sectores— sino de una cultura estructural de poder y control sobre las mujeres, en la que cualquier acto que cuestione esa autoridad puede ser respondido con violencia extrema.
La urgencia de una política integral contra la violencia feminicida
Organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres han exigido a las autoridades no solo justicia en este caso, sino acciones integrales y preventivas que aborden las raíces del problema: desde la educación machista hasta la falta de acceso a servicios de atención psicológica y legal.
El feminicidio de Natividad, aunque pudiera parecer un caso más, representa el fracaso de múltiples sistemas: el educativo, el judicial, el de salud mental y el de seguridad pública. Cada uno de estos casos no es una excepción, sino el síntoma de un país que aún no sabe cómo detener la violencia contra las mujeres.
Este medio se suma al llamado a la justicia y al seguimiento crítico del caso. La memoria de Natividad, como la de tantas otras víctimas, exige algo más que indignación: exige transformación.