Calles vacías, negocios cerrados, rostros desencajados. Juchitán de Zaragoza, uno de los municipios más emblemáticos del Istmo de Tehuantepec, amaneció silenciado por el miedo luego de una nueva jornada violenta. La población, harta y vulnerable, exige acciones concretas, mientras el gobierno local responde con un comunicado que ha sido calificado como “tibio”, “incompetente” e incluso “cobarde” por buena parte de la ciudadanía.
El escenario es alarmante: asesinatos diarios, patrimonios vulnerados, rumores de levantones y balaceras que siembran el terror en cada rincón del municipio. En medio de este ambiente, las palabras de las autoridades suenan vacías ante una población que exige acciones, no discursos.
UN COMUNICADO EN LA CUERDA FLOJA

El comunicado oficial del Cabildo de Juchitán, titulado “Juchitán merece vivir en paz”, intenta transmitir un llamado a la unidad social y a la intervención de los gobiernos estatal y federal. Sin embargo, sus palabras fueron rápidamente rebasadas por la indignación de los juchitecos.
“Juchitán es un pueblo de mujeres y hombres dignos. Queremos vivir en paz”, señala el texto, pero para muchos ciudadanos esas líneas no pasan de ser frases huecas.
“¿Apenas se dieron cuenta del caos? ¡Tenemos de tres a cuatro muertos diarios y no dicen nada!”, comentó un usuario en redes sociales.
Más aún, la ciudadanía cuestiona no solo la falta de resultados, sino la aparente desconexión del gobierno municipal con la realidad.
“Pues escriben muy bonito, pero lo que se necesita en Juchitán es que se pongan los pantalones y tomen acción”, reclamó otro juchiteco.
LA VOZ DEL PUEBLO: EXIGENCIAS Y RECLAMOS
La respuesta social fue inmediata. Las redes sociales se llenaron de mensajes que, si bien incluyen algunos respaldos, en su mayoría reprochan duramente al gobierno municipal por su falta de liderazgo y acciones contundentes.
“Pónganse a trabajar, déjense de tibiezas y pongan mano dura a la delincuencia”, exigió un usuario. Otros fueron más duros: “Tal parece que la delincuencia está infiltrada dentro del gobierno, no es posible que la ciudadanía viva secuestrada por unos cuantos”.
También hubo llamados a la rendición de cuentas:
“Exigimos revocación de mandato”, “¿Dónde están los líderes que siempre defienden al pueblo?”, “Tantita madre señor presidente”, fueron algunas de las expresiones más compartidas.
¿ACCIÓN O SIMULACIÓN? LA CREDIBILIDAD EN JUEGO
La ciudadanía no solo demanda seguridad, sino transparencia.
“Deberían dar una conferencia de prensa y explicar qué acciones van a tomar”, expresó un habitante. “Así como hacen mítines, deberían dar la cara y escuchar al pueblo.”
Las críticas evidencian una crisis no solo de seguridad, sino también de representación y confianza. Muchos cuestionan si el gobierno municipal tiene la capacidad real –y la voluntad política– para enfrentar el problema.
“No se les ve participativos en blindar al municipio, solo escriben una nota que no soluciona nada”, sentencia una opinión representativa.
ENTRE LA INDIFERENCIA Y LA ACCIÓN URGENTE
Es cierto que el comunicado oficial rechaza “de manera categórica los actos vandálicos”, y solicita al Gobierno de México y al Gobierno del Estado de Oaxaca el refuerzo inmediato de la seguridad. Pero ante la magnitud de la crisis, esa postura se percibe más como una petición de auxilio que como un ejercicio firme de gobernanza.
El gobierno municipal, como actor de primer contacto con la ciudadanía, tiene el deber de ser proactivo. La población no solo espera que los problemas se deleguen a otras instancias, sino que sus autoridades locales tomen el liderazgo con medidas efectivas, transparentes y sostenidas.
UNA SOCIEDAD HERIDA, PERO NO VENCIDA
Juchitán, tierra de lucha y dignidad histórica, no merece vivir entre balas y miedo. La población exige soluciones, no discursos. Llama a la unidad, pero también a la acción.
Los ciudadanos quieren recuperar sus calles, su tranquilidad, y lo hacen alzando la voz, porque —como muchos dijeron— “los hechos rebasan las palabras”.
Finalmente, el gobierno municipal está en una encrucijada: actuar con firmeza o seguir perdiendo la confianza de su pueblo. El tiempo corre y la violencia no espera. En este momento decisivo, las autoridades deberán demostrar si están a la altura de su historia… o si quedarán, como muchos temen, sepultadas por su silencio.