La mañana de este domingo 22 de junio, la violencia volvió a irrumpir sin contemplaciones en Juchitán de Zaragoza. Cristian N., conocido como “Chamu Winni”, fue asesinado a balazos cuando intentaba ingresar a su domicilio en la colonia San Vicente, perteneciente a la Novena Sección Cheguigo. Una zona con altos índices de criminalidad en el Istmo de Oaxaca.
Se presume que el crimen fue perpetrado por dos sujetos armados que se trasladaban en un mototaxi, quienes abrieron fuego sin mediar palabra, ejecutando al joven mototaxista en plena vía pública, según relataron vecinos de la zona. Las balas alcanzaron a Cristian cuando apenas había descendido de su unidad, dejándolo sin vida de forma instantánea.
UN CRIMEN SIN RESPUESTA: FAMILIARES, NO AUTORIDADES, ATENDIERON LA ESCENA
Lo más grave no fue solo el asesinato en sí, sino lo que ocurrió después: las autoridades brillaron por su ausencia. Ni policías municipales, ni estatales, ni federales llegaron de inmediato a la escena del crimen. Fueron los propios familiares de la víctima quienes levantaron el cuerpo y lo ingresaron a la vivienda, ante la mirada incrédula y temerosa de vecinos que prefirieron el silencio.
Minutos, tal vez horas más tarde, arribaron elementos de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca con sede en la Vicefiscalía Regional del Istmo, para iniciar las diligencias periciales y abrir la carpeta de investigación correspondiente. Sin embargo, para entonces, el mensaje ya había sido enviado: el crimen manda, y el Estado no responde a tiempo.
VÍNCULOS Y MENSAJES DE INTIMIDACIÓN
De acuerdo con reportes preliminares, Cristian N. ya contaba con antecedentes, aunque hasta ahora no se han dado a conocer detalles oficiales sobre el tipo de delitos o señalamientos que enfrentaba. Lo que sí se confirmó fue una segunda agresión casi simultánea, que parece estar ligada al mismo hecho.
Por otra parte, sumado impunidad al hecho, dos hombres armados con cuchillos irrumpieron en un domicilio cercano, donde una mujer tejía un traje regional tradicional —pieza central en las celebraciones locales—. Los sujetos destruyeron el traje y lanzaron una amenaza clara:
“esa fiesta ya no se va a llevar a cabo”.
Todo indica que se referían a un evento familiar vinculado al hoy occiso.
Este segundo acto no fue solo una amenaza, fue un acto simbólico de control y miedo: una advertencia a la comunidad de que no hay celebración cuando el crimen decide que no la habrá.
UNA ZONA ABANDONADA A LA VIOLENCIA
La colonia San Vicente y la Novena Sección Cheguigo han sido escenario frecuente de hechos delictivos. Pese a los múltiples llamados vecinales por mayor seguridad, los patrullajes son escasos, las respuestas tardías y la impunidad sistemática.
Vecinos de la zona expresaron su indignación y temor, señalando que no se puede vivir ni trabajar con tranquilidad. El asesinato de Cristian, aun con sus antecedentes, revela una estructura criminal operando con total libertad, sin freno ni contención del Estado.
URGE UNA RESPUESTA INTEGRAL
La ejecución de Cristian N. no puede ser un caso más en los archivos de impunidad. Se necesita una respuesta inmediata y estructural:
Más patrullajes y presencia permanente de fuerzas de seguridad.
Investigación real y profesional sobre los grupos que operan en Cheguigo.
Protección a testigos y familiares de víctimas.
Acciones para rescatar el tejido comunitario y proteger las tradiciones culturales, que también están bajo ataque.
El silencio institucional no puede normalizar la barbarie. Porque cada ejecución pública, cada amenaza disfrazada de advertencia, es una derrota del Estado frente al miedo.