Un hombre identificado como S.H.A. fue detenido recientemente por su presunta responsabilidad en el abuso sexual agravado de una niña de 8 años. El caso ocurrió en octubre de 2017. En la agencia Vicente Guerrero, Villa de Zaachila, en la región de los Valles Centrales de Oaxaca.
La víctima, cuya identidad se mantiene bajo resguardo legal, fue atacada presuntamente en un domicilio ubicado sobre avenida Independencia, en dos fechas distintas: 7 y 14 de octubre de ese año. El caso permanecía sin justicia desde entonces.
Siete años después, el caso se reactiva
A partir de la denuncia interpuesta, se integró una carpeta de investigación especializada bajo perspectiva de infancia, que derivó en una orden de aprehensión ejecutada por agentes de investigación. S.H.A. fue finalmente localizado y detenido.
Posteriormente, fue presentado ante el juez de control, donde se le formularon los cargos. La autoridad judicial determinó que el acusado deberá permanecer en prisión preventiva justificada. A la espera de la audiencia de vinculación a proceso.
Una deuda de justicia que tardó años
Aunque el arresto representa un paso hacia la justicia, la detención ocurre siete años después de que los hechos fueran denunciados. Un retraso que pone en evidencia la lentitud y falta de eficacia en la atención de delitos sexuales contra menores.
Los abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes representan una de las violencias más graves y persistentes, y muchos casos —como este— quedan archivados por años antes de tener avances judiciales, si es que los tienen.
Un sistema que aún responde tarde
Aunque el acusado ya se encuentra a disposición judicial, la demora en la ejecución de la orden de aprehensión abre interrogantes sobre la capacidad del sistema de justicia para responder con urgencia a delitos tan sensibles.
Si bien las instituciones han reiterado su compromiso con una política de “cero tolerancia”. Este y otros casos demuestran que el acceso real a la justicia para las víctimas menores de edad aún enfrenta barreras estructurales.
Cuenta pendiente
Finalmente, en un país donde el abuso infantil sigue siendo una tragedia silenciada, que un presunto agresor tarde siete años en ser detenido es más que un dato técnico: es una falla profunda del Estado. El caso de Zaachila no solo refleja el horror de un crimen, sino también la negligencia institucional que lo perpetúa. Mientras no se acorten los tiempos entre denuncia y justicia, el discurso de “cero tolerancia” será solo una frase sin consecuencias reales.