La Fiscalía General de la República (FGR) informó este lunes la sentencia condenatoria de 20 años de prisión contra Teodoro García Simental, alias El Teo, un exmiembro del Cártel de los Arellano Félix. La resolución fue dictada por el Juzgado Tercero de Distrito en Materia Penal en el estado de Nayarit, tras una extensa investigación que reveló su participación directa en al menos 300 asesinatos.
De sicario a enemigo del cártel: el ascenso violento de “El Teo”
García Simental inició su carrera delictiva en 1995, bajo la tutela de Ramón Eduardo Arellano Félix. Operó principalmente en Tijuana y otros municipios de Baja California, en actividades como tráfico de drogas, secuestro y extorsión.
Sin embargo, su lealtad a los Arellano Félix no fue duradera. En 2008, rompió con Luis Fernando Sánchez Arellano, alias El Ingeniero, generando una de las guerras internas más cruentas del narcotráfico en el norte del país. A raíz de este quiebre, El Teo se alió con el Cártel de Sinaloa y La Familia Michoacana, lo que le permitió ampliar su control territorial, pero también aumentó su perfil como objetivo prioritario para las autoridades.
Terror y métodos inhumanos: las cifras de la barbarie
Las autoridades atribuyen a El Teo la autoría o participación en más de 300 asesinatos entre 2008 y 2009, muchos de ellos perpetrados con extrema violencia. Su brazo operativo incluía a Santiago Meza López, alias El Pozolero, famoso por disolver cuerpos en ácido. Sus víctimas no solo fueron miembros de cárteles rivales, sino también funcionarios estatales, como Rogelio Sánchez Jiménez, colgado de un puente en Tijuana en 2009.
Las formas de ejecución incluían decapitaciones, incineraciones y mutilaciones, lo que convirtió a El Teo en uno de los principales generadores de violencia en la región fronteriza. La brutalidad de sus métodos motivó al Gobierno de México a ofrecer una recompensa de 30 millones de pesos por su captura.
Captura y encierro en El Altiplano
La detención de García Simental ocurrió en enero de 2010 en La Paz, Baja California Sur, mediante un operativo de fuerzas federales en colaboración con agencias antidrogas de Estados Unidos. El 12 de enero fue presentado públicamente junto a otro operador criminal, Diego Raymundo Guerrero, por la entonces Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
Desde su aprehensión, El Teo ha permanecido en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1, también conocido como El Altiplano, una prisión de máxima seguridad ubicada en el Estado de México.
¿Justicia o castigo insuficiente?
La sentencia de 20 años de prisión ha generado controversia. Para muchos analistas y familiares de víctimas, el castigo parece desproporcionadamente bajo frente a la magnitud de los crímenes imputados. La justicia mexicana enfrenta así un nuevo reto: reconciliar el peso de los delitos con la pena impuesta, en un país donde la impunidad y la violencia han socavado por años la credibilidad institucional.
La condena de El Teo marca el cierre de un capítulo, pero también deja al descubierto los desafíos estructurales del sistema penal mexicano frente al crimen organizado. Aunque el capo esté tras las rejas, las cicatrices de su paso siguen abiertas en Baja California.