Una tienda de verduras ubicada sobre la calle José F. Gómez, en la Quinta Sección de Juchitán de Zragoza, fue atacada con lo que se presume fue una bomba molotov, justo frente a la parada de transporte público que lleva a Xadani. El hecho ocurrió la tarde de este lunes y, aunque no dejó personas lesionadas, provocó una fuerte crisis nerviosa en la propietaria y alarma entre vecinos.
El ataque ocurrió a plena luz del día y en una zona de alto tránsito. Lo que aumenta la preocupación por el creciente nivel de impunidad y violencia en espacios comerciales de Juchitán.
Repetición del patrón: antes fueron balas, ahora fuego
Lo más alarmante es que este no es el primer atentado contra la misma familia. De acuerdo con testimonios recabados en el lugar, la vivienda de los propietarios fue baleada días antes. Esto refuerza la hipótesis de que estos hechos estarían relacionados con un presunto cobro de piso o extorsión por parte de grupos criminales.
Aunque no se han hecho públicas amenazas previas, la sucesión de ataques deja un mensaje claro: el silencio no garantiza seguridad.
Vecinos captan a los agresores; autoridades ya tienen imágenes
Testigos presenciales y vecinos lograron captar imágenes de los atacantes con cámaras de videovigilancia particulares. Según versiones extraoficiales, algunos incluso identificaron a los presuntos responsables, y ese material ya fue entregado a las autoridades.
No obstante, hasta el momento no hay personas detenidas, y las autoridades únicamente se limitaron a acordonar la zona y establecer vigilancia en los alrededores.
Una ciudad bajo presión: negocios pequeños, blanco fácil
El atentado en esta verdulería no es un hecho aislado. Comerciantes de Juchitán han denunciado en múltiples ocasiones intentos de extorsión, amenazas y violencia directa, particularmente en sectores donde la presencia de autoridades es simbólica o intermitente.
Que este tipo de agresiones ocurra en pleno centro urbano y frente a una terminal de transporte regional habla de una realidad incómoda: la violencia organizada ya no se esconde en la periferia, se manifiesta sin reservas en el corazón de la ciudad.
¿Y las acciones concretas? Solo silencio y cintas amarillas
Mientras los uniformados colocaban cintas para acordonar la zona, la comunidad pedía respuestas reales. La investigación está en curso, se informa de manera oficial, pero la ausencia de detenidos y la falta de medidas preventivas no hace más que agudizar el sentimiento de desprotección entre vecinos y comerciantes.
El fuego fue apagado, sí. Pero el miedo quedó encendido en la memoria de quienes atestiguaron el ataque.
¿Cuántos ataques más se necesitan para actuar?
El ataque de este lunes deja más que daños materiales. Refuerza la sensación de que, en Juchitán, los ciudadanos enfrentan solos un clima creciente de intimidación criminal.
Hoy fue una verdulería frente a la parada de autobuses. Mañana, ¿qué otro punto cotidiano será el siguiente blanco?
Finalmente, la violencia no avisa. Pero sí repite señales que las autoridades siguen sin atender con urgencia.