El estado de Oaxaca es considerado uno de los mayores atractivos turísticos de México, por sus playas, zonas arqueológicas, arquitectura religiosa auténticamente colonial, casas de la época porfirista conservadas perfectamente, gastronomía exquisita y dieciséis diversas etnias originarias que hablan más de cien formas dialectales.
Claro, amén de sus mezcales, pintores y artistas que hacen Oaxaca un lugar de excelencia para visitar.
Por todo lo anterior, duele el hecho de administraciones incompetentes que por unas semanas tuvieron la ciudad de Oaxaca de Juárez como un muladar lleno de basura, y ahora nos enfrentamos al cierre de El Árbol milenario de Santa María el Tule y el cierre de la zona de Hierve el Agua.
Las causas del cierre de los accesos al árbol son comprensibles, pero los de Hierve el Agua son francamente mezquinos, ya que a mi juicio pelean el control de los ingresos por las entradas.
Desde luego que hay que añadir el cierre y bloqueo de calles y avenidas por razones diversas, que solo logran que el Turismo que nos visita se vaya hablando mal de nosotros y se pronuncian por jamás volver y menos recomendarnos a familiares y amigos.
En ese orden de ideas, y ya que todos en la ciudad vivimos de los ingresos que dejan nuestros visitantes, por enésima vez exhorto a los bloqueadores a cesar en sus empeños ya que nada logran salvo hacerse daño a sí mismos, a sus familias y a la economía en general.
Me duele la disputa por Hierve el Agua, ya que es un lugar que visité por primera vez durante una campaña política y llevé al Doctor Víctor Bravo Ahuja y a su comitiva a conocer el sitio, y al efecto conservo una foto al pie de un manantial, que quizá publique algún día en El Imparcial el Mejor Diario de Oaxaca; el hecho es que desde aquellas fechas el lugar fue más conocido e incorporado a nuestra oferta turística, ya que estimo que antes era muy poco visitado y el acceso era libre.
Yo también soy Pueblo.
Por allí nos encontraremos.