Ante las disculpas del Estado mexicano
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Toltecáyotl

Ante las disculpas del Estado mexicano

 


“Hechos y no razones, es lo que mueve a los corazones”.  

Los 69 pueblos ancestrales del Anáhuac, no necesitan recibir las disculpas y el perdón del Estado mexicano, cinco siglos de valiente y tenaz resistencia los ha hecho invulnerables. Lo que si se requiere es la intervención decidida y eficaz de los tres poderes para acabar con el abuso y las injusticias que se siguen cometiendo, tanto por los gobiernos como por las clases económicamente poderosas que dominan en las regiones como encomenderos de horca y cuchillo. 

Se requiere incrementar los presupuestos para los más necesitados. Se necesita detener la voracidad de las empresas extractivas nacionales y extranjeras, desarmar a las guardias blancas que entrenaron y armaron los anteriores gobiernos para enfrentar a los pueblos. Se necesita someter a la ley a la delincuencia organizada que actúa en los territorios anahuacas como escuadrones de la muerte para beneficio de los capitales. Se requiere sacar de los territorios ancestrales a los carteles delincuenciales disfrazados de partidos políticos que lucran políticamente de la pobreza y la injusticia histórica y sistemáticamente enfrentan a las comunidades. Se necesita ofrecer a la niñez de todos los pueblos ancestrales, una educación que los dignifique y los haga conscientes de su memoria histórica y su identidad cultural ancestral. Una educación que los libere de la ignorancia de sí mismos, que les enseñe quiénes fueron sus antepasados, que les presenten todos los logros culturales y científicos que realizaron, que les informen los aportes que hicieron al conocimiento y sabiduría de la humanidad. Una educación que les permita fortalecer sus lenguas y revalorar sus tradiciones, usos y costumbres, como un milenario legado de sabiduría de la civilización que alcanzó el más alto grado de calidad de vida para todos los pueblos antiguos. Una educación que les forme “un rostro propio y un corazón verdadero” 

Los pueblos ancestrales no necesitan recibir disculpas, sino justicia e igualdad, trato de iguales y no de menores de edad. Se necesita detener los proyectos de desarrollo en los territorios de los pueblos ancestrales y dejarlos vivir de acuerdo a sus milenarias culturas, principios y valores. Dejar de tratar de rescatarlos e integrarlos a la civilización moderna a la economía de consumo superfluo que llaman progreso, porque es una civilización de muerte que no tiene futuro. 

Esto es lo que necesitarían los pueblos ancestrales como un acto de arrepentimiento y contrición profunda y sincera. De no hacerlo, de quedar solo en un “perdón, usted disculpe” publicitario, no importa, estos pueblos tienen cinco siglos de resistencia y llegarán más temprano que tarde a ver salir de nuevo el Sol en el Anáhuac. 

La sociedad y la cultura dominante está en un proceso de deterioro y descomposición. Sus anhelados modelos de Europa y E.U., están en franca crisis civilizatoria, no solo en el plano económico y cultural, sino fundamentalmente en la dimensión espiritual. Son pueblos y culturas que están llegando al fin de un modelo civilizatorio que inició en 1492, con el colonialismo y después siguió con el capitalismo, el neoliberalismo y la globalización, que desarrollaron la búsqueda de la felicidad humana a partir de la acumulación, el despojo y la injusticia, pero que han fracasado, ellos mismos no encuentran una solución a los problemas que han creado.

El modelo económico, de democracia y de vida, de los países ricos está quebrado y no tiene futuro. Sin embargo, los pueblos ancestrales, que han sabido sobrevivir a esta locura e insensatez, son los que tienen mayores posibilidades de sobrevivir a este colapso planetario que está por venir. No solo porque han aprendido a sobrevivir con nada y no dependen de la economía del mercado, los energéticos, las tecnologías y del sistema mundial de comercio, sino fundamentalmente, porque han desarrollado su conciencia espiritual.

En efecto, este factor -la conciencia espiritual-, no está en los indicadores de desarrollo y bienestar del orden material de los pueblos, pero finalmente, es el que decide la esencia de la vida. La cultura dominante desde hace cinco siglos desprecia y menosprecia a los pueblos y culturas ancestrales. Se han dedicado a importar el pensamiento y modo de vida extranjero, lo que los hace subdesarrollados e incapaces de ser autosuficientes. Ahora son el cabús del tren de la modernidad que descarrila hacia el abismo de su fatídico futuro, y ellos van, como siempre, al final, arrastrados e incapaces de definir su destino sin ninguna posibilidad. A diferencia de los pueblos con culturas ancestrales que, como no tienen nada, ahora tienen todas las posibilidades para un mejor futuro. Los pueblos ancestrales del planeta son el futuro de la humanidad.  Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. www.toltecayotl.org