COMO BIEN dicen, la enemistad en la política es una condición necesaria, casi obligatoria ¿Qué sería de un político sin el otro? ¿Sin esos personajes que le permiten legitimarse?
DECÍAN DEL POLÍTICO potosino, Gonzalo N. Santos, que su éxito se medía por el número de sus enemigos, sus adversarios, de todos los calibres, eran innumerables.
SI UTILIZAMOS la misma medición, con la que se valoraba al legendario político para calificar a SALOMÓN JARA, el resultado sería que el oaxaqueño es un político excepcional.
VALGA EL COMENTARIO por la situación política en torno al gobernador serrano, misma que se observa un tanto complicada, a raíz del arribo de CLAUDIA SHEIMBAUM a la máxima cúpula del poder y de una clase política sexenal que incluye a personajes que, seguramente, querrán cobrarle facturas a SALOMÓN.
TAL PARECE, que a ese grupo político no afín a JARA se sumaría por estrategia o por verdaderas diferencias el Senador ANTONINO MORALES TOLEDO, quien no ha de estar nada a gusto por la reestructuración operativa en la Secretaría de Administración, dependencia en la que, el blaseño fue titular y en donde pudo colocar a sus incondicionales en áreas claves, situación que -comentan en las entrañas de esas oficinas– le permitía contar con recursos nada despreciables.
ME PLATICAN QUE, la escoba de la Primavera Oaxaqueña ha entrado en operación, barriendo de abajo hacia arriba, operación que en breve concluirá con el relevo definitivo en la titularidad de la Secretaría en mención y en donde un perfil de toda la confianza
de JARA que se encargó de sus finanzas en los tiempos de campaña, se hará cargo del área de gobierno.
SI HUBO cambio de señal en la sucesión oaxaqueña por ser tiempo de mujeres ¿Aquí el primer resultado de ese escenario?
EL SALTO DEL CHAPULÍN
UNO DE LOS más grandes fracasos del pasado gobierno federal fue la inseguridad.
EL HORROR de volver a este país un enorme cementerio, a consecuencia de los homicidios dolosos y de la enorme impunidad que no solo los ha cobijado sino que, hasta los ha incentivado, comenzó con la “guerra de CALDERÓN” –donde medios como el otrora semanario Proceso se deleitó con las portadas más sangrientas al grado que, en una conferencia de la FILO en Oaxaca, al término del sexenio del último gobierno federal panista, su entonces director, el extinto, JULIO SCHERER GARCÍA pidió disculpas a sus lectores por el tono, en aquel sexenio, tan violento en sus portadas y prometió no volver repetir este estilo informativo– esto recrudeció al llegar Morena a la presidencia de esta República (la era de Calderón apenas fue la mitad de lo funesto que fue la era obradorista).
POR SI ESTO fuera poco, otro factor se ha incrementado; el cada vez mayor número de desaparecidos que, en el sexenio recién concluido superó las 50 mil personas.
ES UNA CIFRA escalofriante, que suena más a eufemismo para no contarlos definitivamente como personas muertas por la ola de violencia. Por eso, el gobierno de Oaxaca comienza a tener complicaciones en este rubro, sobre todo, tras la desaparición de la activista Sandra Domínguez y la de su esposo, Alexander Hernández, ante la exigencia de que el gobierno jarista dé con el paradero de estas personas (desaparecidas desde el pasado 04 de octubre en plena Sierra Mixe).
HASTA en las homilías dominicales, desde el pulpito, los sacerdotes y prelados suben el reclamo por la enorme impunidad ante la escandalosa cifra de personas de las que repentinamente no se ha vuelto a saber nada.
DOMÍNGUEZ había denunciado a funcionarios jaristas de violencia de género, había denunciado también amenazas derivadas de su lucha por castigar este tipo de prácticas, las exigencias de justicia están escalando.
UN TEMA, sin duda, tratado en la pasada reunión de JARA y su Gabinete de Seguridad estatal con el secretario de Seguridad federal OMAR GARCÍA HARFUCH, el pasado jueves, donde se abordó, de paso, la sobada estrategia para restablecer una paz y tranquilidad que, no llega.
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