QUE NO CUNDA EL PÁNICO
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QUE NO CUNDA EL PÁNICO

 


Las autoridades del Sector Salud ya han difundido suficiente por todos los medios las recomendaciones que hay que seguir para evitar el contagio del coronavirus; corresponde ahora a la población en general observarlas en todos sus términos para bien de todas y todos, porque nadie quiere ni espera que se extienda más esta pandemia en nuestro país ni que haya pérdida de vidas humanas como sucede en otras partes del mundo. 

Qué bueno que las instituciones educativas de diferentes niveles cerraron sus salones y el gobierno sus espacios recreativos; en las oficinas públicas se han tomado también las medidas necesarias de prevención; se cancelaron o pospusieron eventos que registran concentraciones masivas de personas, entre otras acciones, con las que el gobierno está cumpliendo con la parte que le toca, pues se trata de un problema de salud pública, pero en el ámbito familiar y particular es  responsabilidad de cada uno de los mexicanos hacer lo que nos están indicando.

El presidente Andrés Manuel López Obrador nos trata de tranquilizar el ánimo al decirnos que tenemos todo, dinero e infraestructura humana y técnica suficientes para enfrentar los efectos de la pandemia; que no tomemos decisiones apresuradas en esta primera etapa porque nos desgastan, sino que procuremos actuar con prudencia; nos faltan todavía la segunda y tercera etapas. En la edición de este diario del sábado, la psicóloga Marlene Visoso Guzmán nos recomienda a identificar bien la información sobre cómo protegernos del contagio para no caer en la histeria colectiva, que es el riesgo que tenemos enfrente si no actuamos con serenidad y en forma responsable.   

El comandante de la VIII Región Militar, general Juan Arturo Cordero Gómez, admitió que la contingencia nos agarró a todos de manera desprevenida, pero por fortuna el Ejército mexicano tiene el Plan DN-III con qué responder, como lo ha hecho en casos necesarios. Sin embargo, es momento de asumir responsabilidades cada quien desde el ámbito de su vida laboral, familiar y particular. Por ejemplo, si en el programa de sana distancia, en el retiro a nuestras casas hacemos lo conveniente, si propiciamos lo saludable, lo prudente, todos saldremos ganando.  Sabemos muy bien que nadie nos va a estar vigilando, si cumplimos o no las observaciones que nos brindan las autoridades de salud, o por el contrario dedicamos el tiempo a otras cosas.  

En medio de la toma de decisiones no faltaron, como suele suceder, las resistencias en algunos sectores, como la Cámara de Diputados local donde se anunció una suspensión temporal de las sesiones ordinarias mientras pasa la emergencia, pues uno de los legisladores en desacuerdo   expresó que no le tenía miedo a coronavirus y que seguirían sesionando normalmente. A lo mejor fue por falta de acuerdos políticos internos entre las fracciones, como lo acostumbran ellos, pero el protagonismo salía sobrando.

 Está claro que no es dejar de trabajar totalmente y menos los diputados quienes tienen una responsabilidad muy importante en estos momentos de crisis y prevención, pues en lugar de estar en dimes y diretes, deberían salir a las comunidades a solidarizarse con sus representados, a darles confianza y seguridad, a cerciorarse de lo que les falta para intervenir ante las instancias correspondientes; a verificar si los hospitales, clínicas, centros y casas de salud tienen lo suficiente o lo indispensable para atender a los habitantes. Ellos y todos los servidores públicos deben poner el ejemplo en estos y en los demás casos donde la vida y el bienestar de la población están de por medio.

En los municipios de Oaxaca esperan a los diputados y responsables de salud para que vayan a garantizarles el servicio y les surtan de medicamentos necesarios. Hace unos días, el director de un centro de salud pedía desesperado por altavoz a los habitantes que indicaran a sus familiares que viven en los Estados Unidos de Norteamérica y otras entidades del país a que se abstengan de venir a la fiesta patronal del pueblo como medida de prevención, porque ante una emergencia el centro de salud local carece de personal y medicamentos. 

Con estas ocupaciones y preocupaciones iniciamos la primavera, un fenómeno cósmico que celebraban nuestros viejos y sabios abuelos para nutrirse de energías y aprovechar el verdor de la naturaleza. Ellos se alimentaban muy bien con productos naturales y estaban bien organizados social y políticamente. Nos heredaron una medicina tradicional que no le pide nada a nadie. Tenemos que aprender mucho de ellos.

Los especialistas insisten en la necesidad de que cambiemos nuestro estilo de vida, que adquiramos uno más saludable, que promovamos el autocuidado y revisemos la forma en que nos alimentamos, si estamos bien o mal, para estar siempre en condiciones favorables ante cualquier tipo de epidemias o endemias como las que nos tiene en estos momentos en apuros.

La vida nos da tantas oportunidades para cambiar y mejorar y muchas veces no las aprovechamos o no entendemos los mensajes que nos envían.