Identidad en riesgo
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Identidad en riesgo

 


La evaluación de los 100 primeros días que suelen hacer los gobernantes tanto a nivel federal como el estatal e incluso municipal, marcan con claridad lo realizado en ese lapso de acuerdo con las metas establecidas. Las acciones son publicitadas, las críticas abundan a favor y en contra, pero este ejercicio nos sirve a los mexicanos para reconocer aciertos y errores, capacidades y limitaciones de las autoridades en turno.

Las acciones de huachicoleo han ocupado nuestra atención general en esos primeros días. La forma ilícita en que se han dado y la respuesta gubernamental habida de manera puntual. El término no solo se aplica para los ductos petroleros sino también para la producción lechera y no tardará en que lleguemos a las irregularidades existentes en los servicios del agua y energía eléctrica domiciliarios.

La construcción del nuevo aeropuerto en el valle de Texcoco ocupó uno de los primeros lugares, si no el primero. Habría que derribar uno de los proyectos principales a largo plazo del gobierno anterior, aun cuando su viabilidad estaba sustentada y los analistas nos demuestran ahora los efectos negativos de su cancelación definitiva.

Desde luego que hubo razones justificadas por parte de los habitantes de las ciudades y poblaciones circundantes para luchar en contra de su realización, aun cuando en la consulta pública hubo una baja expresión popular, sin embargo se echó para atrás con lo que logró el propósito de la nueva administración, de los grupos ambientalistas y representantes de pueblos y ciudades. Desde luego, hay que señalarlo, los daños al medio ambiente en la zona ya estaban consumados desde mucho antes con la extensión creciente de la mancha urbana y con el nuevo aeropuerto se agravarían aún más.

La modernización y la urbanización cambiaron totalmente el paisaje y la cultura de los pueblos originarios asentados en esa extensa zona, según me señalaba recientemente el excatedrático e investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, el historiador Marcelo González Bustos. Las nuevas generaciones prefieren cosas que vienen de fuera del país, están más influenciadas por ellas, en lugar de conocer y preservar nuestras raíces socioculturales, una herencia muy valiosa para mantener viva nuestra identidad, la mexicanidad del pueblo.

González Bustos afirma que nuestra identidad siempre ha estado en riesgo y ya hemos perdido mucho, en un peligro muy serio, sobre todo con las políticas del neoliberalismo y la globalización, donde los jóvenes están más metidos en las cosas de la modernidad, como las redes sociales, internet, Facebook, etcétera, cuya utilidad es innegable, desde luego, pero los aleja de sus raíces, de su cultura. Ya no quieren danzar, sembrar maíz, frijol o trigo, sino irse a los Estados Unidos de Norteamérica. Les urge más aprender inglés.

El investigador señala que existe una transculturación terrible que afecta nuestra identidad, y no solamente en el Valle de México sino el problema se da en todo el país. En el caso del Valle de México, la expansión de la mancha urbana ha afectado mucho a los pueblos originarios y por eso se pronuncian con justa razón en contra de las grandes obras como la del nuevo aeropuerto en Texcoco, cancelado finalmente.

Recuerda que en la década de los años sesenta del siglo pasado el paisaje del valle era de maíz, trigo y maguey, imagen de belleza natural que inspiró a los artistas, pintores, músicos, poetas y novelistas. El panorama que se apreciaba entonces desde las estribaciones del Popocatépetl e Ixtlacíhuatl era maravilloso. La región de Acolhoacan y Texcoco era inmensamente rica en productos agrícolas, además de ser pueblos magueyeros.
Con sobrada razón González Bustos citó a Miguel León Portilla, quien sostiene que nuestros ancestros fueron verdaderos sabios porque aprendieron a dialogar con sus propios corazones. Respetaban y cuidaban la naturaleza. Apreciaban los frutos que de ella obtenían; cultivaban valores humanos y espirituales. Tenían una visión profunda e integral de las cosas. La solidaridad fue una de sus máximas expresiones comunitarias
El historiador convocó a las nuevas generaciones a volver a nuestras raíces sin perder de vista las oportunidades de vida y trabajo del presente y futuro. Ese es el legado de los viejos abuelos.