JORGE ROJAS
La elección federal, estatal y municipal reciente manifiesta la realidad de la política en Oaxaca, la reconfiguración, transferencia de activos políticos, coincidencias o conveniencias, que al final dan como resultado un excesivo ejercicio de la política como práctica de la cotidianeidad de la vida pública.
Oaxaca, al igual que todo el país, cuentan con amplios y extensos diagnósticos desde diferentes perspectivas, es decir, “está sobrediagnosticado”, existen infinidad de postulados, recetas, propuestas, pero muy poca práctica de la política pública que realmente genere un golpe de timón que catapulte las ventajas competitivas y comparativas del Estado.
En este sentido, una de las mayores carencias se asienta en la política económica que lamentablemente, en Oaxaca está subrogada a la política, y así pasan los años, trienios, sexenios, y no se vislumbra un cambio de paradigma en la visión del desarrollo económico del estado.
El saldo crítico de la elección particularmente para Oaxaca es la ausencia total de una política económica que permita sobreponerse a la densa y anquilosada agenda política, a la cual no se le ven herramientas para generar compensaciones para el desarrollo sustentable; menos aún para una entidad con una complejidad paradigmática.
Oaxaca está en el centro del debate y la mira de sectores inversionistas en diferentes partes del mundo, el proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) genera mucha expectativa sobre las posibilidades de grandes capitales productivos para asentarse en la entidad, pero las primeras pruebas del check list resultan en más inquietudes que certezas.
No resulta una sorpresa que en naciones como Taiwán o Singapur tienen en su referencia a Oaxaca como potencial polo de inversión; para muestra un botón de la complejidad de la dura confrontación entre la expectativa y la realidad; durante una gira de trabajo a Taiwán en enero pasado para la industria de semiconductores de alta tecnología, la inquietud de este sector por saber más sobre Oaxaca.
La dura realidad se impone cuando los exploradores de polos de inversión del sector de semiconductores hacen preguntas básicas como: ¿existe suficiente suministro de energía eléctrica sin interrupciones?, ¿gobernabilidad?, ¿certidumbre jurídica?, ¿incentivos fiscales federales, estatales o municipales?, ¿existe un mapa de tecnologías de las habilidades de la fuerza laboral?, la respuesta es compleja, y se retoma el dilema entre la expectativa y la realidad.
Como esa oportunidad se cuentan muchísimas, pero todas se topan con la surrealista realidad que parece despreciar el desarrollo económico sustentable, ordenado, seguro y transparente.
La cruda realidad que impone el proyecto del Corredor Interoceánico ante una oferta laboral para los oaxaqueños que se limita y circunscribe a la operación de la contratista Arquitectos ABC, que genera más inconformidades, abusos y empleos mal pagados; ¡esa es la realidad laboral para los oaxaqueños al amparo del macro proyecto!
Esta situación desnuda por completo la ausencia y carencia de una política económica transversal que permita dotar a la fuerza laboral oaxaqueña de mejores credenciales, competencias, habilidades y conocimientos.
Oaxaca necesita menos política de grilla, de esa hay demasiada y con una identidad asimétrica que no termina de conformar una propuesta; para privilegiar un debate político de altura centrado en la agenda para el desarrollo económico; será una lástima y una derrota histórica para la clase política oaxaqueña el que pase de noche, sin pena ni gloria, la generación de oportunidades aprovechando el Interoceánico.
Es momento de elevar el debate, la construcción de acuerdos, el diseño de un modelo económico concurrente, que incentive las vocaciones regionales, el financiamiento productivo, el apalancamiento peso a peso entre el sector privado y el sector público.
¡Menos grilla y más desarrollo económico!