Los principios y fines de año, de quinquenios, décadas o plazos determinados conscientemente o inconscientemente se hace un balance de lo que se ha vivido en el ciclo que termina. Así lo estoy haciendo ahora y así lo he hecho desde hace muchos años. Aunque sea un poco tardío pues estamos ya a finales de febrero y como dijera mi Santa Madre ya se nos fue el año.
Siempre he pensado que los bienes materiales y culturales deben de ser para las mayorías. Me repugna por su injusticia el modelo neoliberal que crea millones de pobres, destruye pueblos, termina con soberanías e impone, por la vía violencia-económica, sus intereses.
Veo con claridad los actos inmorales tanto de las empresas privadas, bancos y financieras, como grupos de gobernantes que llegan a saquear los bienes públicos. Muchas injusticias las denuncio porque creo en un periodismo crítico, que procura crear una opinión con mensaje, esperando que llegue a un oído receptivo y se solidarice con los explotados, combata las injusticias, genere una corriente de opinión y logre una transformación.
Hago libros, escribo artículos, cuando me invitan participo en mesas redondas o doy conferencias, consciente de que estos representan el instrumento fundamental de la transmisión de valores y conocimientos, los libros nos permiten entrar a otros universos y forman el adhesivo de nuestro tejido cultural.
Lamentablemente la ambición de unos y la fuerza del mercado son brutalmente poderosas y como un tsunami mundial nos arrasa a todos. Me sorprende sobre manera la posición de la prensa la radio y la televisión en contra del presidente de la república Andrés Manuel López Orador que en cada nueva edición se peleen por usar la frase más agresiva, más violenta contra el mandatario, ya no se diga en la descalificación de su obra, sino con ataques personales. Esta etapa de la prensa nacional va a pasar a la historia como una de las peores etapas de su existencia, que por quitarle sus privilegios económicos y formas de corrupción han atacado a AMLO en la forma más despiadada.
A México como país le ha ido bastante bien. Después de sufrir 36 años de una política neoliberal que aumentó la pobreza y las severas crisis mundiales como la pandemia de Covid-19 y las crisis económicas por primera vez en el último siglo que hemos vivido salieron de la pobreza 5 millones de mexicanos. Por primera vez vemos que un programa económico del gobierno de la república tiene un éxito que podemos sentir, disfrutar y tomar conciencia de que la poética económica establecida por una administración federal dio resultado, hay más de cinco millones de mexicanos que viven mejor que hace cinco años.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que políticamente vivimos una auténtica democracia donde se pueden expresar las más variadas y furibundas opiniones, incluso una serie de mentiras, como nunca se había permitido y en lo económico tenemos un estado protector de los grupos más pobres del país. En lo social, las desigualdades económicas se han aminorado y se han ampliado las oportunidades de los trabajadores para prepararse, trabajar y vivir mejor.
Hoy, le pese a quien le pese, hemos tenido a nivel federal cinco años sin corrupción en los altos niveles de gobierno y una administración que atiende las necesidades populares.
