Aguantar vara
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Opinión

Pegatinas Reivindicativas

Aguantar vara

 


 

Causaron un gran revuelo e indignación las palabras de la titular del Instituto Nacional de la Mujeres, Dra. Nadine Gasman, durante el “Encuentro Nacional de Mujeres Electas por Acciones Afirmativas”, en donde llamaba a las mujeres en el ámbito político a “aguantar vara”, ya que no todo puede ser calificado como violencia de género y se tiende a banalizar el concepto.

La titular del Inmujeres advirtió antes de emitir su mensaje que este sería políticamente incorrecto, pero probablemente consideró más importante señalar a su audiencia que las mujeres “no deben victimizarse” porque “la política es pinche”.

“Porque hay que entrarle a la política. Porque hay que hacer bien el trabajo… Hay que aguantar a veces vara como lo hacen los compañeros”, remató.

Claro. Las reacciones en contra de los dichos de la Dra. Gasman no se hicieron esperar. Evidentemente es objetable la manera de plantear su argumento y quizá -podríamos considerar, sin conceder- que lo que buscaba es -como lo apuntó en su artículo del pasado viernes tratando de salvar sus dichos- establecer que no todas las conductas que se denuncian como violencia política en razón de género constituyen normativamente un caso como tal.

En efecto, existe un elemento técnico que diferencia la violencia de género de otro tipo de forcejeo en el actual juego político y que es solo aquel que está direccionado en virtud del género el que logra accionar el mecanismo de protección. Y es cierto, frecuentemente este elemento no está presente en un número importante de denuncias presentadas por mujeres que se encuentran en el entorno de la política institucional y partidista del Estado.

Esta frecuencia, es la que le resulta problemática a la titular del Inmujeres, pues quita potencia al concepto de violencia política en razón de género, dificultando su entendimiento y aplicación.

Sin embargo, sus dichos van mucho más allá de su intención inicial y deja entrever la defensa de un sistema político que si bien no en todas sus prácticas de exclusión están motivadas por el género, es cierto que tiene muy enraizadas las violencias.

Al aceptar que la “política es pinche”, se aceptan una serie de prácticas, costumbres y conductas traicioneras, ventajosas y, a todas cuentas, violentas, y lo que hace es invitar a las mujeres a aceptar esas reglas del juego “como lo hacen nuestros compañeros”.

Al parecer se está olvidando que precisamente es por ello que las mujeres hemos sido excluidas de manera consistente de los espacios públicos de decisión colectiva, porque las violencias y exclusiones que existen en el sistema, si bien no todas están fundamentalmente fincadas en la diferencia de género, sí que están presentes a lo largo y ancho de las instituciones y que tienen impactos diferenciados para las mujeres, así como para los grupos históricamente discriminados.

La verdadera igualdad de género —al contrario de cómo lo propone el feminismo blanco empoderador— no se alcanzará únicamente brindando los mismos espacios para las mujeres que para los hombres (cabe señalar que estamos bien lejos de ello, además), sino que se logrará cuando nuestra presencia implique un cambio sustancial de las normas, usos y costumbres de las instituciones en su más amplia variedad de ramas y campos.

Las luchas antipatriarcales y feministas no buscan la igualdad de las mujeres, hombres y personas no binarias dentro de los parámetros establecidos por el actual sistema, sino que suponen una transformación de fondo de las reglas y prácticas que las rigen. Asumir que debemos aguantar lo que actualmente los hombres en el sistema aguantan es abandonar la lucha por la igualdad y por la construcción de sistemas y mundos en los que seamos más libres todas, todos y todes.

Y para que el avance sea más rápido, se requiere del acompañamiento institucional, que viéndose el ombligo no parece estar interesado en verdaderamente transformar la realidad del país.

No hace falta aguantar vara. Hay que cambiar las reglas.

@GalateaSwanson