Caminar la ciudad
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Pegatinas Reivindicativas

Caminar la ciudad

 


 

En esta víspera del primer lunes de cerro, el Centro Histórico de la capital del estado está repleto. Turistas y locales buscan aprovechar un poco del colorido que ofrecen estos días de fiesta en la ciudad.

Y la mejor manera de disfrutar estas fechas es caminando. A paso lento se puede disfrutar las calles, la arquitectura y la oferta de servicios que se ha multiplicado en el primer cuadro de la ciudad y sus alrededores.

Sin embargo, para caminar la ciudad, primero hay que llegar a ella.

Llegar a la ciudad para caminarla puede solo suceder de tres maneras; 1.- que vivas en el Centro Histórico o sus alrededores; 2.- que uses el transporte público, y 3.- que tengas auto particular. Todas tienen sus bemoles.

En el primer caso, si vives en el centro histórico o colonias aledañas, eres de las poquísimas personas que puede habitar de manera cotidiana este lugar de gran importancia cultural.

No obstante, no todo es miel sobre hojuelas. Las calles del centro histórico, como la vasta mayoría del resto del estado, se encuentran en muy deterioradas condiciones. Si bien la topografía de la ciudad no ayuda, tampoco lo hacen las banquetas que de repente se vuelven estrechísimos pasos que todavía se ven entrecruzados por postes que dejan apenas 15 centímetros de cada lado y que solo alcanzan para apoyar un pie sin caer a la cinta asfáltica. También, los hoyos, los registros sin tapa o con huecos, o las muchas banquetas sin rampas en buen estado, hacen un suplicio poder caminar.

Y todo asumiendo que se cuenta con un buen estado de salud y no está presente alguna restricción física de movilidad. Las personas con discapacidad que ven reducida su movilidad o las personas de la tercera edad se ven obligadas a realizar peripecia y media para poder transitar de manera más o menos decorosa estas calles.

Ahora, en el segundo caso, usar transporte público. El transporte público en los Valles de Oaxaca es de muy mala calidad, caro y poco eficiente. Las rutas no guardan ninguna estrategia de movilidad y se han mantenido tan solo por la costumbre a pesar de ser poco eficientes para interconectar las diversas áreas de la Zona Metropolitana de Oaxaca (ZMO).

No existe, si quiera, un mapa de las rutas de la Zona disponible que pueda brindar a la población información para poder ocupar los servicios de manera eficaz, señalando trasbordos y centros de interés.

Ahora, de los horarios, ni se diga. Si una persona pretende regresar a su casa después de las 7:30 de la noche corre el riesgo de que ya no existan corridas de camión disponibles. Dependiendo a donde vaya puede encontrarse servicios de urbanos que culminan a las 8 de la noche y otros tantos colectivos foráneos a la 1 de la mañana sin que haya ningún tipo de supervisión por parte de las autoridades.

Es decir, salir de casa puede ser seguro. Regresar, no tanto. Y en esas ocasiones no queda más que pedir un taxi. Carísimos, por cierto, porque, aunque existen tarifas autorizadas, estas jamás son respetadas por las y los taxistas, quienes te niegan el servicio si no aceptas precios dos o tres veces más altos que los autorizados, y todo con la tolerancia de las autoridades.

Finalmente, queda el auto particular. No sorprende el tamaño del parque vehicular privado en Oaxaca considerando la ineficiencia y coste del transporte público. La mayoría de las personas opta por contar al menos con un auto en austeras condiciones porque es más caro y representa un alto índice de incertidumbre solo depender del transporte público.

Pero, aun así, no es la solución óptima para llegar al centro histórico. Estacionar un auto particular es casi un milagro en fin de semana y lo es más en temporada de Guelaguetza o Día de Muertos. No hay ni siquiera suficientes estacionamientos privados para atender la demanda, que, además, sus altos costes no son opción para la ciudadanía de a pie.

Entonces, caminar la ciudad se ha vuelto privilegio de pocos y suplicio para muchos. Para verdaderamente poder caminar la ciudad se requiere más que la liberación de calles de autos -loable labor, por cierto-, se necesita con urgencia de una política de movilidad integral, que asegure transporte público seguro, asequible, eficiente, sostenible e interconectado.

@GalateaSwanson