Los días más calurosos de la historia
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Los días más calurosos de la historia

 


La agenda informativa apenas tomó nota de un hecho histórico. La semana que concluyó se registraron las temperaturas más altas en el planeta. 17.23 grados centígrados fue la media en el mundo. Un hecho sin precedentes desde que se llevan tales registros.

Y no solo fue un día. Se trató de una racha de cuatro días consecutivos en los que la temperatura a nivel global se disparó a niveles record.

No debería ser una sorpresa. Las y los investigadores han estado lanzando advertencias con amplísima anticipación sobre la inminencia de este fenómeno causado por nuestras formas de producción y consumo de combustibles fósiles.

Lo alarmante es que, a pesar de contar con toda la información, como humanidad no hemos sido capaces de detener la devastación que no solo se avecina, sino que ya está aquí.

Las cosechas son cada vez más escasas y difíciles de mantener. El estiaje se ha prolongado cada vez más. Las presas se encuentran en sus mínimos. Las ondas tropicales y huracanes impactan con mayor violencia y existen ya comunidades desplazadas por el aumento del nivel del mar.

Y aunque en el discurso los Estados siguen insistiendo que se realizan importantes esfuerzos para deterner el Apocalipsis, en los hechos todas esas palabras no se materializan.

Es cierto, no son respuestas fáciles. Frenar la manera en que producimos implica un freno a la economía aún peor al que vivimos todas y todos durante la pandemia. Pero se trata de un falso dilema. El asunto es no procurar la economía, sino la vida.

Las políticas globales se han enfocado en preservar la economía como vía de proveer mayor bienestar, pero este modelo una y otra vez le ha fallado a las personas que menos tienen. En cambio, incluso en la pandemia y el colapso financiero y económico que implicó, solo enriqueció aún más a los más ricos.

Entonces, resulta urgente replantearnos nuestras prioridades como colectivo humano. La economía es importante siempre y cuando sea un mecanismo que permita cada vez a más personas contar con condiciones de vida digna, pero no es un fin en sí mismo.

De continuar con respuestas tibias frente a los retos que implica la tempestad del calentamiento global que nosotras y nosotros mismos hemos generado, no habrá escapatoria de las consecuencias de nuestros propios actos.

Nos hemos empeñado en preservar el presente y su estatus quo tercamente sin percatarnos que al hacerlo estamos abandonando la posibilidad de un futuro.

Desgraciadamente, todo apunta a que aún quedan por registrar días más calurosos de la historia.

@GalateaSwanson