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Pegatinas Reivindicativas

PEGATINAS REIVINDICATIVAS

 


En 2020, las niñas, niños y adolescentes se fueron de vacaciones de semana santa para ya no volver a sus centros escolares. Llevamos un año en esta nueva normalidad y aún no hay progreso para establecer protocolos claros para la vuelta a clases.

Durante estos doce meses, la humanidad ha avanzado de manera impresionante en conocer la enfermedad COVID-19. En una carrera contrarreloj, se han generado vacunas para frenar la propagación de la enfermedad, entendemos mejor sus vías de transmisión y existen miles de investigaciones en curso para generar tratamientos efectivos. Aun así, no contamos con las condiciones sanitarias que nos permitan determinar con certeza cuando habrá un regreso a clases

No se trata de un tema menor, el acceso a servicios educativos hace una diferencia sustancial en la vida de las personas. Si bien no es un factor determinante en para la movilidad social, el contar con un mayor grado de escolaridad se encuentra relacionado con menores condiciones de vulnerabilidad en el presente y en el futuro (https://bit. ly/3mgkwfz; https://bit. ly/3wnt2xW)

La pandemia impuso la necesidad de establecer nuevos esquemas para dar continuidad a la educación de millones de niñas, niños y adolescentes y adultos. Mientras los institutos privados desarrollaron sus propias metodologías, el gobierno federal generó Aprende en Casa para las escuelas públicas, estrategia que mediante contenidos en internet y en televisión pretendió mantener a distancia la formación de las infancias y adolescencias.

Sin embargo, esta estrategia parece que no está teniendo el impacto deseado. Las niñas, niñas y adolescentes, así como sus maestras y maestros, no están tendiendo el rendimiento que cuando existían las clases presenciales, lo que se impide que las y los niños tengan los conocimientos mínimos suficientes para avanzar a los siguientes niveles de escolaridad. Además, estas condiciones ensanchan las brechas entre las y los estudiantes con menor desempeño frente a aquellos que cuentan con mayores recursos para mitigar los efectos de la pandemia en la educación (https://bit. ly/3rQqfK6).

Asimismo, de acuerdo con hallazgos de la UNICEF y el PNUD, la pandemia ha causado que niñas, niños y jóvenes en zonas rurales con baja conectividad tengan menos acceso a modalidades de educación a distancia efectivas; que las infancias en hogares pobres no tengan acceso a la educación a distancia al carecer de dispositivos electrónicos suficientes; que los niños, niñas y adolescentes en hogares monoparentales o con bajo nivel educativo donde los padres no pueden ofrecer acompañamiento ni un ambiente propicio para el estudio no puedan continuar su educación; y, que los niños, niñas y adolescentes de poblaciones indígenas y aquellos en condición de discapacidad también se ven afectados de manera desproporcionada en la medida en que las soluciones de educación a distancia no se ajusten a su lenguaje o necesidades para el aprendizaje (https://bit. ly/39E8zeK).

Bajo este modelo y condiciones, durante el año de la pandemia se contabilizó en nuestro país la deserción escolar de 5.2 millones de niñas, niños y adolescentes, de acuerdo con cifras del INEGI (https://bit. ly/3un41ku). Si bien siempre existe un porcentaje de deserción escolar, las condiciones adversas impuestas por la pandemia pueden generar que esta deserción sea permanente, imposibilitando la reinserción al sistema educativo de millones de personas.

Es urgente abrir la conversación en esta materia y justamente considerando estas desigualdades y diferencias, comenzar admitiendo que no hay una solución que sea aplicable para todos los contextos. Se requiere reconstruir y fortalecer las comunidades alrededor de los centros educativos para evaluar alternativas que permitan un regreso a las aulas seguro atendiendo los contextos sanitarios en cada una de las localidades.

No es forzar o apresurar el retorno a las aulas. Tampoco es abogar por quedarse en casa. Se trata de reconocer la importancia de la educación, de los centros escolares y de las formaciones de lazos sociales que las escuelas implican para la sociedad en su conjunto y, por ello, atender la problemática con la urgencia y complejidad que ameritan. Mejor empezar ahora y evitar precipitadas decisiones que pueden entorpecer un de por sí complejo retorno a actividades en el contexto de la pandemia.

La actual estrategia no está funcionando y alargarla ad infinitum no parece viable ante la evidencia que hoy tenemos disponible. Que la educación sea prioridad en la agenda de la pandemia y no solo salvar el presenta, sino construir el futuro.
@GalateaSwanson