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¡No es científica!

No es científica, no puede serlo. Lo normal de un científico cuando se le plantea un problema, lo primero que hace es observar, imposible que acepten una situación a ciegas; así que, después de observar se formulan una hipótesis, se plantean preguntas, que, en el caso de la reforma judicial, la primera pregunta de una gente de ciencia, es la interrogante ¿es necesario?, ¿será verdad lo que dice mi antecesor?, ¿que el poder judicial está podrido?, ¿por qué? Primer planteamiento y surge una hipótesis como una tentativa de explicar una posible respuesta, una razón de peso.

La propuesta de correr a todos los jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministras y ministros, es una decisión muy fuerte, muy extraña, nunca vista en nuestro país. Una científica, antes de aceptar el planteamiento, verifica la hipótesis, comprueba. El rigor de la ciencia lo exige: experimentar, comprobar, analizar, obtener resultados.

Los científicos, recopilan datos de manera sistemática, luego analizan esos datos utilizando la estadística, con un cuestionamiento. ¿Cuántos jueces han sido demandados?, ¿Cuántos sancionados? Recordando que los jueces tienen dos partes en un juicio y con el que quedan mal por negarles sus derechos, se quedan inconformes.

Así que, si tiene la sospecha o certeza de que el juez fue parcial, lo denuncian y no dejan la acción hasta obtener el castigo de quien le causó daño. De tal manera que tendría que haber denuncias, juicios, sanciones. La científica, sería lo primero en verificar. Su rigor científico, le impide creer algo sin comprobar. Es obligado en el método científico, comprobar que los datos obtenidos verifican o rechazan el planteamiento.

No hubo investigación ni análisis de resultados. Una sola voz gritó para aniquilar la independencia judicial, para correr a la gente más experta y preparada del común denominador de los jueces de México. En la justicia local, si hay de todo, que promediando la preparación y capacitación no es equiparable por mucho, dada la inversión del Poder Judicial Federal en capacitación, en producción de libros, criterios, conferencias, congresos, existe rigor en la carrera judicial federal; si hay nepotismo, probado está que en todos los gobiernos locales y de la federación, se da.

Con un fenómeno especial en los juzgados, en los que pasan la mayor parte del día con sus compañeros y terminan casándose entre ellos, no tienen tiempo de buscar pareja fuera de las oficinas y viene el problema de que los separan de juzgados. Justamente yo me casé con un compañero del Juzgado Segundo de Distrito en el Estado, y el juez desde que supo del noviazgo, le propuso al que hasta hoy es mi esposo que presentara examen para juez de distrito en otro Estado del país. Y mejor renunciamos.

Estas pequeñas anécdotas dan cuenta de lo cotidiano en un juzgado, con jóvenes muy empeñosos, los actuarios haciendo proyectos de acuerdos y sentencias, para ganarse un ascenso. Yo agradezco a mi entonces jefe que ahora es de la 4T y dueño de uno de los diarios de mayor circulación del Estado, que, por sus responsabilidades como representante sindical, se ausentaba del juzgado y me delegaba hacer proyectos, justo cuando el apetito era aprender. Ahí aprendí la materia de amparo.

Regresando a las personas de ciencia, jamás aceptan un problema sin investigar y menos una solución tan fuera de lo común, fuera de lo que dicta la ciencia jurídica, fuera de la lógica, que los jueces concursen para ser electos por voto popular. El derecho es una ciencia, ser juez, no se trata de pegar ladrillos y aún la albañilería tiene su técnica, en muchos países se estudia para ser albañil. Imagínense ser un juez.

Mi mayor éxito como agente del Ministerio Público era lograr la revocación de sentencias de jueces del Poder Judicial del Estado, fue tanto, que, sin preguntarme el Pleno de magistrados del Tribunal, tomó el acuerdo de hacerme juez, y cuando el presidente del tribunal don Manuel Zárate Aquino, me llamó para darme la noticia, me asusté y me negué rotundamente. Pues probado estaba que era una técnica del Derecho, pero por mi edad, me faltaba el principal ingrediente que es tener criterio, tenía experiencia judicial por el juzgado de distrito en el que desde estudiante practiqué, pero no sabía nada de la vida, no tenía ni malicia.

Así que cuando escucho la arenga de la científica, “quién tenga hijas o hijos que hayan estudiado derecho, díganles que se postulen para jueces”, es un llamado que ofende, porque no cualquiera puede o debe ser juez, como en todo hay que tener vocación. Hasta que tuve el conocimiento, la madurez física y mental, la suficiente experiencia como abogada en materia administrativa, busqué ser juzgadora en esa materia, precisamente, ya que tenía más de veinticinco años de ser abogada del gobierno local, municipal y federal menos años en éste, que los anteriores. Y con satisfacción varias de mis sentencias fueron premiadas y ahí pude volcar toda mi experiencia. Mis sentencias en materia de derechos humanos hablan por mí, incluyendo la primera en derecho administrativo indígena de todo el país.

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