“Perspectivas constitucionales”
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Lecciones Constitucionales

“Perspectivas constitucionales”

 


El ilustre Maestro de la Oratoria Mexicana José Muñoz Cota Ibáñez (¡Loor a los Constituyentes de 1917!, 1967). Señala: La Constitución de 1917 es una realidad social. Lo que es México está emparentado con la vigencia de la Carta Magna.  Lo que es México está relacionado, también, con la falta de cumplimiento o la deficiencia en el cumplimiento de algunos preceptos constitucionales; todo, absolutamente todo lo que deriva de este documento determina, negativa o positivamente, la manera de ser de la mexicanidad. […]  La Constitución de 1917 contiene en su letra una serie de artículos –el 3, el 27, el 123, por ejemplo– que constituyen indudablemente, puestos de vanguardia en el proceso de la liberación popular; pero la objeción en contra de la Carta Magna, se traduce con esta afirmación: La Constitución no se cumple. El pueblo continúa padeciendo las mismas carencias en el orden económico, político y social, que antes. […] lo que conviene es aclarar que la operancia de una Constitución, su validez, su contenido, su trascendencia, no dependen del mero accidente de los hombres que no lo han satisfecho o la han satisfecho a medias. Lo inicial radica en aceptar –o no– si los principios que la informan responden al clamor de las masas y si las medidas que promete son bastante correctas para satisfacer dicho clamor.

Heberto Castillo (Discurso en el Zócalo de la Ciudad de México, 27 de agosto de 1968): Hemos llegado aquí para reivindicar a la Constitución General de la República, sistemáticamente violada. Ese pequeño gran documento que se había convertido en el “libro olvidado”. Ese documento es el que ha servido de bandera a la juventud estudiosa de México, y a nosotros sus maestros. Bandera que enarbolamos con pasión, con vehemencia, en la medida que entendemos que su estricto cumplimiento abre caminos de libertades democráticas para que el pueblo trabajador se libere de la opresión secular que pesa sobre sus hombros y que no le ofrece otra perspectiva que seguir siendo mercancía-hombre. […] nuestro movimiento debe ser un instrumento del pueblo trabajador. Un instrumento que le abra cauces democráticos al pueblo, para que llegue a tener una efectiva representación en los puestos de mando de la Nación. Debemos entender muy claramente que la operancia de las leyes radica: no en el hecho de que están o no escritas, sino, fundamentalmente, en que estén o no apoyadas por el pueblo. […] En el momento en que el pueblo no cubra con su manto protector a los hombres más conscientes de sus responsabilidades ciudadanas, la Constitución que ahora hemos hecho vigente en muchos de sus artículos, volverá a ser olvidada. Y nosotros, estudiantes y maestros, seremos víctimas de las represiones más violentas. […] Bien, el pueblo, una vez más, ha expresado en esta noche su decisión. Debe quedar, entonces, claro, que este gran movimiento abre perspectivas de libertades democráticas a nuestro pueblo porque ha defendido la justicia, la razón, la libertad.

Lázaro Cárdenas del Río, Presidente de México. (Discurso preparado para ser leído el 20 de noviembre de 1970, pero falleció el 19 de octubre) señala:… Existen nuevos grupos y ciudadanos dispersos deseosos de canalizar sus inquietudes en las luchas cívicas, los que tienen pleno derecho a acogerse a los mandatos constitucionales para organizarse, lo que enriquecería la vida política y la discusión ideológica entre los mexicanos y contribuiría a fortalecer al régimen, cuya solidez en la conciencia pública estriba en el cumplimiento estricto que se haga de la  Carta Magna y en las medidas que a su amparo se dicten en favor de las capas mayoritarias del país; en la defensa de la soberanía ante cualquier acechanza extranjera; de la capacidad del gobierno para aprovechar los recursos naturales en beneficio de la nación y conducir la economía por los senderos de la independencia económica. La autonomía política del país descansa en su plena independencia económica…”

Finalmente, el ilustre Octavio Paz, (Discurso al recibir Premio Cervantes, 1981) “… aunque libertad y democracia no son términos equivalentes, son complementarios: sin libertad la democracia es despotismo, sin democracia la libertad es quimera. La unión de libertad y democracia ha sido el gran logro de las sociedades modernas. Logro precario, frágil y desfigurado por muchas injusticias y horrores; asimismo, logro extraordinario y que tiene algo de accidental o milagroso: las otras civilizaciones no conocieron a la democracia y en la nuestra sólo algunos pueblos y durante periodos limitados han gozado de instituciones libres. Ahora mismo, en los vastos espacios del continente americano, muchas naciones de nuestra lengua padecen bajo poderes inicuos. La libertad es preciosa como el agua, y, como ella, si no la guardamos, se derrama, se nos escapa y se disipa. […] en nuestro pasado –lo mismo el español que el hispanoamericano– existen usos, costumbres e instituciones que son manantiales de libertad, a veces enterrados pero todavía vivos. Para que la libertad arraigue de veras en nuestras tierras deberíamos reconciliar estas antiguas tradiciones con el pensamiento político moderno. Salvo unos tímidos y aislados intentos, nada hemos hecho. Lo lamento: no es una tarea de piedad histórica, sino de imaginación política.