Las vueltas en U
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Opinión

La nota crítica

Las vueltas en U

 


 

Lo más impolítico de un gobernante es sembrar el terror en su población. Se cuenta en la historia de personas ejecutadas, encarceladas sin juicio alguno, confinadas a campos de trabajo forzado, personas deportadas a regiones carcelarias en condiciones inhumanas, todo ello por élites o gobernantes despóticos.

Sin embargo, la teoría que justifica el uso del terror para estabilizar un régimen político no tiene ni debe tener fundamento. El uso del miedo o del temor en la política es un recurso estratégico pero muy lejos del uso de la crueldad. Crueldad y política se contraponen.

El problema a dilucidar es en saber si puede existir un régimen del terror o es solo característica fundamental de un gobernante. Se puede afirmar que puede ser característica del régimen. En un contexto de régimen democrático, es imposible la existencia de un gobernante que utilice el terror como recurso de gobierno. Ese gobernante que se atreva hacerlo, seguramente será destituido por las instituciones democráticas. Para evitar a los gobernantes crueles vale luchar por las instituciones de la democracia. Régimen de terror y gobernante van de la mano. Cabe aclarar que régimen político y el tipo de sociedad dan cabida a este tipo de gobernante.

Se hace evidente que el gobernante del régimen del terror, regularmente no es un hombre sano mentalmente. Tendrá un desorden de personalidad, temperamento extremadamente receloso, acompañado con la paranoia acentuada. Esto no quiere decir que no fuese capaz de controlar sus emociones y ser un hombre lúcido y calculador. Ser paranoico se acompaña, por lo regular, de un carácter altamente vengativo, con capacidad de ser hasta cruel con sus víctimas.

No se excluye que sea un ser preparado, con gran capacidad de reflexión teórica y filosófica. Incluso también de no desear hambre del poder por el poder, sino actuar de acuerdo a profundas convicciones ideológicas. Desde luego, implica la eliminación política y física de posibles contrincantes. Se estima que el número de ejecutados, deportados o encarcelados con el gobernante Stalin, alcanzó los cuatro o cinco millones de personas. Varias decenas de millones más fueron obligados a abandonar sus tierras para trabajar en granjas colectivas (Kershaw: 2023)

Otra condición de la existencia del gobernante del terror consiste en estar arropado por un círculo interno fiel y disciplinado, encargado de verificar los nombramientos apropiados de todo el entramado burocrático del Estado y del partido, que se distingue por ser partido hegemónico o único. En la existencia de este tipo de gobernantes es imposible pensar en la presencia de un sistema electoral competitivo o de lucha entre partidos.

El régimen del terror es muy difícil, imposible, mejor dicho, que sea respaldado por los ciudadanos o por el pueblo, regularmente son respaldados por las fuerzas militares y por el partido único. Sólo en condición de peligro de la misma nación puede ocurrir que las fuerzas militares saquen fuerzas patrióticas para evitar la destrucción de la nación y no solo del Estado. A veces en las situaciones dramáticas, el gobernante demuestra habilidad, conocimiento e inteligencia para salir avante, tal como fue el caso de Stalin en la invasión alemana a su territorio.

Los posibles éxitos militares, políticos, sociales o económicos de este tipo de personajes, acentúa el culto a su persona que pueden producir el aumento del terror y de la irracionalidad de la forma de gobernar.

Los periodos de gobiernos del terror que sufrieron países como la Unión Soviética, Alemania o la China de Mao durante el siglo XX, se deben concebir como accidentes históricos y que las posibles repeticiones se pueden catalogar como tragedias históricas. El mayor mal que pueden sufrir las democracias modernas es el populismo, que de lejos se puede concebir como régimen cercano al régimen del terror. Se dice, con regularidad, que la historia de los regímenes es progresiva, es hacia adelante, sin embargo, debemos estar atentos de posibles vueltas en U.

Un clásico del gobierno del terror fue Hitler, un líder de lo más inverosímil: incapaz de trabar amistades humanas normales, incapaz de mantener un debate intelectual, cuajado de odio y de prejuicios, despojado de toda capacidad de amar, lamentable como figura humana, sin embargo, fue capaz de envolver a un pueblo para conducirlo hacia su destrucción y a la muerte de millones de seres humanos. Vale decirlo, cuesta trabajo descifrar este tipo de vinculación entre régimen político del terror y un gobernante (Kershaw: 2023).