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La mala Salud Pública

Lo peor que le puede pasar a un mexicano en este momento es enfermarse. Siempre es malo y nadie lo quiere. Pero hoy, más que antes, es una verdadera tragedia. Por supuesto no está en las manos de cada uno decidirlo. Sí prevenir. Pero la condición física humana es impredecible y el cuerpo es el que determina salud o enfermedad.

Esto no tendría que ser una preocupación para millones de mexicanos si los sistemas de salud pública del país funcionaran en un nivel de excelencia.

No como el de Dinamarca. Pero sí en la medida exacta en la que los mexicanos se sientan seguros de acudir a las clínicas de la Secretaría de Salud, al Instituto Mexicano del Seguro Social, al ISSSTE, a las Clínicas de Bienestar y tantas más en los estados de la República y municipios que operan con recursos públicos, que es decir con nuestros impuestos y del resultado de nuestro trabajo.

Acudir a los servicios de salud pública es un peregrinar interminable. Y es un dolor de cuajo. Es someterse a un tormento de inseguridad y de burocracia. Se acude ahí porque no hay dinero para atención privada, porque en el trabajo se exigen la comprobación del servicio público para garantizar el pago salarial correspondiente del enfermo, o porque se supone que ahí están los médicos más capacitados.

El desabasto de medicamentos es conocido por todos. Los médicos del sistema público de salud recetan al paciente y les dan la probable solución mediante tal o cual medicina que en otro momento estaba ahí, en las farmacias de la misma institución. Hoy ya no. No hay miles de medicamentos para enfermedades primarias, pero sobre todo no los hay para enfermedades graves y por cuya razón están a precios exorbitantes en las farmacias comerciales.

Y precisamente porque las cosas están mal en el sistema público de salud, y que en los últimos años entró en crisis, un día… o muchos días, se nos prometió que esto se solucionaría y que nuestra salud pública mexicana estaría mejor que la de Dinamarca.

Pues nada de eso. Estamos inermes frente a esta crisis del sistema de salud, y cuando alguien se enferma en casa hoy mismo no queda otra que acudir a la medicina privada. A veces, por razones de economía, con los consultorios de farmacias, en donde los doctores atienden y recetan con la condición de que la receta se surta en la farmacia que patrocina el servicio.

Pero también, cuando la angustia de ver que un familiar se encuentra en mal estado de salud, la familia hace todo lo que puede para pagar el servicio privado. Ha habido casos en los que por la enfermedad de un ser querido la familia se endeuda con onerosos cargos por intereses, o agota sus ahorros de la vida, o vende sus propiedades, todo con tal de salvar a ese ser querido.

Esto ha llevado a la proliferación de la medicina privada. Cada día más costosa por la altísima demanda que ante la crisis del sistema público de salud.

La gente que tiene el servicio público intenta de acudir a él. Y esto es porque se tiene mucha necesidad y una enorme paciencia, a pesar de los pesares de Salud. “Venga dentro de seis meses para ver cómo sigue”… “No tenemos este medicamento, consígalo afuera”… se dice ahí. Y ni qué decir de enfermedades que requieren cirugía… cada vez más a la espera dolorosa y trágica.

Las aseguradoras de gastos médicos hacen su agosto y ponen todos los “peros” para no cumplir con el pago pactado, según la póliza adquirida. Las pólizas de gastos médicos mayores son archi caras y están acotadas a gente sana o de edad conveniente. La gente sufre también con estas aseguradoras a las que nadie parece controlar o nadie parece ponerlas en cumplimiento. Hacen y cobran lo que quieren. ¿Quién se hace cargo de esto?

Y así que hoy se sabe, por el INEGI, que la medicina privada ha incrementado sus precios a niveles desmesurados.

“Al monitorear las 55 principales ciudades en el país, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) encontró que el precio de las consultas médicas aumentó 6.1% durante abril. Se trata de la mayor alza en más de 21 años…”

“Existen diversos factores que impulsan los precios de las consultas por arriba de la inflación y el principal tiene que ver con el debilitamiento del sistema público a lo largo de los últimos seis años”, opinó Luis Fernando Hernández Lezama, presidente del Comité Técnico de Soy Paciente, Asociación Civil en favor de la concientización sobre la importancia de fortalecer el sector Salud.

Según reporta El Universal, “Los resultados de la encuesta “Tendencias Médicas Globales 2024″, de WTW, y reveló que México tuvo una inflación médica de 13.3% durante el año pasado.

“Los sistemas de salud pública se han visto desbordados por la gran demanda y los limitados recursos que hay disponibles, lo que obliga a depender de proveedores médicos privados”, señala el documento de la consultora.

Dado el deterioro de la salud pública, la alternativa de la salud privada está ahí y cuesta muy cara. Para muchos en México es imposible de pagar. Pero –lo dicho-, cuando alguien querido está enfermo, no se tienen miramientos para salvarle.

El gobierno de México está obligado a garantizar la salud pública para todos los mexicanos, derechohabiente o no. No es un asunto político. No es un asunto de “en el pasado estábamos peor”.

Es responsabilidad de administración pública: Todos en México debiéramos contar con un sistema de salud eficiente, de gran calidad, especializado, con equipo suficiente para cualquier tipo de enfermedad y con los medicamentos necesarios y buen trato, el que merece quien paga por esos servicios.

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