• Al Momento
  • Opinión
  • Video
  • Al Momento
  • Opinión
  • Video
opinion

La educación es el pretexto

Con la llegada del 15 de mayo se inicia el ritual anual que dicta su liturgia: marcha, movilización y negociación. De por medio y como mercancía de negociación no están los niños, que no les importan nada, sino el daño económico que puedan hacer para presionar a las autoridades.

Nos molestan y afectan sus marchas, plantones y bloqueos, los criticamos y los insultamos, pero nos distraen para no ver lo importante y ocuparnos de lo secundario: la Sección 22 es una estructura de poder que tiene dos objetivos claros. Primero, el control del millonario presupuesto educativo y, segundo, la apropiación del Estado colonizando instituciones como el IEEPO para mantener las prebendas. La imagen del profesor oaxaqueño afiliado la CNTE como un sufrido apóstol de la educación se transformó en la de un porro.

El nuevo papel que tiene el profesor frente a los alumnos debería alarmarnos más que los bloqueos. En los modelos educativos de antaño, el profesor solo transmitía información y conocimientos; en los actuales, el profesor moldea la conducta de sus alumnos. Eso es lo delicado porque están moldeando a las nuevas generaciones a su imagen y semejanza. Quieren en cada niño y padre de familia un simpatizante incondicional sin capacidad de reflexión, pero que esté dispuesto a servirles como base social.

Su lucha no es en el campo pedagógico sino en la disputa por los recursos que, en lugar de aplicarse a la infraestructura y mejora de la educación, se aplica para la disputa y control de plazas y mantenimiento de prebendas y canonjías.

Cuando afirman luchar contra el neoliberalismo en realidad lo que buscan es la no rendición de cuentas, la no evaluación docente y la centralización o descentralización selectiva de acuerdo con lo que más les convenga. El sindicato, como ente corporativo que es, busca el control del presupuesto y el control de los maestros. Su prioridad no es la educación sino el beneficio a su estructura sindical vía salarios, prestaciones, comisiones sindicales, edificios, autos y maletas llenas de efectivo.

Ejemplo claro de contradicción y ausencia de convicciones, algo usual en los oportunistas de la 4T, es el magisterio oaxaqueño. Nacieron como resistencia popular y contra el charrismo sindical, pero se convirtieron en lo mismo que criticaron: un factor de poder institucionalizado. Si en un primer momento se alzaron en resistencia y frente a la mercantilización de la educación pública defendiendo un modelo de educación popular y comunitaria, hoy le han dado la espalda a la educación y solo quieren poder político. La gente debe juzgarlos no como educadores sino como políticos que luchan por el poder y el dinero en búsqueda de imponer sus intereses sobre los derechos sociales de la niñez.

Los bloqueos y plantones que hoy realizan en la CDMX como por años lo han hecho en nuestra capital, son una expresión muy clara de la política clientelar de esa mafia sindical que concentra en su cúpula, la dirigencia, la gestión del poder para convertirse entre un intermediario entre el Estado y amplios sectores de la población por la que dicen luchar. Cuando en sus marchas gritan a todo pulmón “el maestro luchando también está enseñando” no se refieren a la lucha por la reivindicación de los de abajo sino de la manipulación de la conducta de los inocentes que tiene a su cargo.

Sí por cada marcha, plantón y bloqueo pudiera cuantificarse un beneficio podría pensarse en la justificación de estas, sin embargo, cada protesta les sirve para negociar plazas y recursos. El sindicato es, en los hechos, un ente hegemónico en lucha por el control y legitimidad política. La educación solo es un pretexto.

El magisterio oaxaqueño goza del privilegio de ser patrón y empleado al mismo tiempo. Se mandan solos y no permiten el control de nadie. Gastan el dinero y la riqueza que ellos no producen, solo parasitan. Gracias a esa dualidad, ellos deciden el destino de los recursos y hasta los programas educativos. Su modelo alternativo llamado PTEO, que ellos mismos diseñaron, ni siquiera lo aplican y los resultados son evidentes manifestados en la ignorancia de sus estudiantes.

Sí la historia justificó el nacimiento de la CNTE como respuesta al charrismo del SNTE como agentes de cambio y mediadores comunitarios, cincuenta años después, la misma historia los condena por haberse convertido en lo mismo que criticaron: autoritarismo y corrupción dominados por una ideología decadente que tiene en Cuba su modelo de justicia social y que ha ido perdiendo su arraigo colectivo ante la conversión del magisterio en una nueva elite.

La pérdida de vocación educativa por la búsqueda del control político les está pasando factura y pérdida de identidad. La gente los ve como revoltosos con sueldo seguro más que como maestros de sus hijos.

 

[email protected]

Notas Relacionadas

EDICIÓN IMPRESA

Recibe todos los días a primera hora en tu casa u oficina las noticias del momento.