Del humanismo mexicano al humorismo
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Del humanismo mexicano al humorismo

 


Bien se dice que hay humor involuntario, cuando alguien sin proponérselo, nos hace reír o es objeto de burla por alguna expresión que ni el sujeto pensaba, o por caer en una postura, verbal o física, que lo hace caer en el ridículo.

No muchas personas saben lo que es el humanismo y mucho menos los alcances de esa corriente de pensamiento que se piensa, tomó su lugar durante el Renacimiento. Formalmente, según definiciones de lexicón, es ese movimiento que exalta las cualidades propias del ser humano. En los siglos XIV y XV, al ir reviviendo y rescatando la profundidad estética de las artes de la antigüedad grecorromana, representadas vívidamente en su riqueza figurativa y expresiva, las artes plásticas: pintura y escultura, surgía también la sublimación de las obras literarias.

Se rescataban corrientes filosóficas y se desplegaba la imaginación en el cientifismo: astronomía, física y matemáticas introducían los métodos de investigación y estudio, lo cual, para los hombres de mentalidad abierta y los mecenas, constituían una novedad y se inventaba que había existido una época anterior inmediata, de la cual las ciencias y artes eran rescatadas ¿De dónde fue ese gran rescate? Sencillo: de los conventos benedictinos y otras órdenes, en sus bibliotecas, de las gigantescas catedrales góticas, de las Universidades y colegios. Raíz del pensamiento llamado medieval, lo era la escolástica que al mundo cristiano (Europa) dotaba de sabiduría, de inquietud por el conocimiento y de la curiosidad por los orígenes.

Santo Tomás de Aquino había dejado reglas y enseñanzas, la metodología de la investigación y la fuente del racionalismo, al identificar como válidas en su paralelismo y existencia, la fe y la razón y los derechos del hombre frente a la creación, frente a la autoridad y frente a los semejantes. En la obra de Santo Tomás están las raíces del liberalismo que fue en una etapa posterior.

Referirse al humanismo de manera ligera y superficial, es demostrar que quien lo menciona, posee en su mente una mescolanza de ideas tomadas de aquí y de allá, como recoger piedras en el camino y lanzarlas al viento para que caigan por su propio peso. Decir humanismo sin indagar a qué se refiere puede ser peligroso para las masas, que no se trata de dádivas crematísticas, de dar pan y circo, de dar atole con el dedo.

El humanismo es un asunto de profundidad. Dudo si el personaje que el 27 de noviembre en un extenso pero pobre mensaje verbal, sabe lo que es el humanismo. Pero tuvo la ligereza ocurrente de decir, en pleno zócalo de la Ciudad de México, que su movimiento político de gobierno es “humanismo mexicano” y que vendrá acompañado de un cuerpo de doctrina apto para iletrados o analfabetas de las ciencias sociales (y de la “ciencia neoliberal” diría otra).

Se atribuye a Pico de la Mirandola (1436-1494) haber incrustado el término humanismo, dentro de una corriente renacentista que innovó las fuentes de saber y de pensar. De ese precursor debe leerse su obra fundamental: Discurso sobre la dignidad del hombre y de ahí extender el escrutinio investigativo hacia esa corriente que cualquiera manipula en las tertulias como si de vodevil se tratara.

Nuestro México virreinal formó humanistas que nos han dado lustre, pero que la cerrazón del oficialismo pretende borrar en vez de difundir para enriquecer la relación virtuosa entre los ciudadanos. Haber inventado “humanismo” al desgaire, ha sido un sainete de humorismo grosero, una mofa o burla hacia los gobernados en un insolente desplante de ridiculez.

Ya hubo en este gobierno “república amorosa”, “paz y amor”, “abrazos no balazos”, siendo este último vocablo la fuerza que ha predominado en un país cuyos mandos carecen de humanismo y lo desconocen en absoluto. En México ha habido grandes humanistas, ignorados por el poder: Gante, Sahagún, Clavijero. Hay que ir a ellos para no caer en engaños de la demagogia. Dixit.