Hoja por hoja
¿Ejemplo para el mundo?
Desde palaciega tribuna, del edificio con interiores más bellos, lujosos y suntuosos del país, ahí donde despachaban los virreyes de la Nueva España, del centro político nacional, se escuchan a diario expresiones triunfalistas, de grandeza, de superioridad, de pureza. Todo lo ahí pronunciado y expelido es inverosímil y sólo es creído por la ingenuidad, la ignorancia y el desconocimiento de la realidad mexicana. Nuestro país no sólo padece enorme pobreza, deficiencia educativa, economía en declive, destrucción de los servicios de salud, tercer lugar en muertes por la pandemia y sin plan de vacunación (ni vacunas), con instituciones y organismos sometidos a la rudeza de un mando intolerante e intransigente, con una entelequia de poder legislativo doblegado por la autocracia; con la amenaza de revocar leyes y aún la carta magna, en tributo a un ideario confuso y regresivo.
Siglo XXI, etapa suprema de la tecnología, de la inteligencia artificial, de las comunicaciones instantáneas, de estaciones espaciales, de la aproximación al planeta Marte; sí, en esa visión distópica que idearon desde Moro, Swift, Verne, Wells, Huxley, Orwell, Bradbury, Kubrick y otros visionarios de la anticipación novelesca o cinematográfica. Sí, aquí mismo, en este planeta de contrastes, de riqueza y miseria, de vastedad y de hambre, de tráfico de personas, de democracia y de dictaduras, de libertad y de esclavitud, de delincuencia irrefrenable, de pretendidas secesiones en inventadas naciones, de fomento perverso a las migraciones, de invocación desesperada por el aborto; de contravenir a la naturaleza y a la biología; de irrefrenables llamados a la destrucción de la familia, del rompimiento de las estructuras morales, de combate a la religión, de falsa apertura pero sólo afectando a Occidente. Con los avances y logros científicos más elevados, pero sin poder contener otra pandemia más que se cierne sobre la humanidad: no es la primera y no será de las dimensiones fatales de las anteriores que diezmaron al mundo, en algún momento será contenida por la ciencia, por la inteligencia y esperemos que los gobiernos antepongan la generosidad a los seres humanos por encima de sus veleidades y diferencias políticas.
En ese océano hay islas, unas fértiles, otras cegadas por mezquindad; aquí estamos en una de ellas, donde ahora se predica el encono, la división; donde se inventan adversarios, donde se miente, donde se tergiversa, donde se ensalza la perversidad y corrupción de los cómplices, donde se propinan insultos y denostaciones a quienes piensan distinto. Es un islote que puede hundirse en el terror por la intolerancia y la intransigencia; aquí se invoca al pasado con una interpretación torcida de la historia. Se han creado fantasmas gigantescos: neoliberalismo, neoporfirismo, conservadurismo, sin saber y sin explicar a qué se refiere, pero arrollando a su paso al humanismo, a la bondad. Se están exacerbando odios y diferencias: éstas sí existen, pero nada se hace ni se hará por borrarlas; o bien, se trata de incrementar la pobreza, de sumir al país en el que todos sean pobres, imitando los detritus ideológicos y políticos de islas y regímenes del fracaso.
Hay teorías e hipótesis sobre conspiraciones mundiales. A veces no quisieran creerse, pero cuando se observa lo que pretenden promotores de la “Open Society”, del lenguaje inclusivo, de la ideología de género, del feminismo radical e incluso hasta alguna encíclica papal, todas dirigidas a Europa y América; el mundo islámico en intocado y ahí ninguna ideología occidental penetra; tampoco en China, que ya se expande no sólo con virus, sino con el dominio comercial despojado de un comunismo que sólo es su careta.
Sí somos ejemplo: pero mal ejemplo. México no es ahora ejemplo virtuoso, es un país que está desmantelando y combatiendo aquello que le podía dar solidez y riqueza. El fango parece ahora el destino de un país que equivocó la ruta, irónicamente por la democracia como vehículo.
ERRATA: En mi entrega anterior “Los ciclos de la peste y la muerte”, se fue un gazapo: ‘vacilo’, debiendo ser ‘bacilo’, al enunciar el Gram negativo; mil disculpas.