Del Monte Sinaí a Palacio Virreinal: una Guía “ética”
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Del Monte Sinaí a Palacio Virreinal: una Guía “ética”

 


Se narra en el segundo libro del Pentateuco, Éxodo, capítulo 19, que el pueblo de Israel, a los tres meses de su salida de Egipto, perdió la fe y aprovechando que Yahvé convocó a su líder Moisés, para conversar en la cima del Monte Sinaí, ese pueblo “bueno y sabio” procedió a construir un becerro de oro e inició pagana adoración.

El buen Moisés recibía indicaciones del Altísimo y éste le dictaba una parrafada de diez normas morales para cumplimiento de ese pueblo escogido. Era el Decálogo, los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-17), grabados en piedra, las “Tablas de la Ley”. Bajaba Moisés con ellas y al toparse con la orgía y desenfreno de su pueblo, las arrojó para destruir al becerro de oro provocando el temor de los israelitas, que se retractaron y prometieron ser fieles al Decálogo dedicado a ellos, no a los gentiles cananeos, cuyas tierras eran la meta del pueblo elegido, a base de destrucción, sangre y muerte (encargo que realizó Josué, lugarteniente de Moisés, que tuvo–según Jardiel Poncela– la humorada de detener al sol).

Si la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob, esparcida en doce tribus, tenía obligación de cumplir con la ley mosaica; unos tres mil años después, al surgir el cristianismo, éste adoptó como propios los Diez Mandamientos y los ha distribuido por el mundo sin necesidad de redes sociales, sino con la eficacia del evangelio, el martirio y la incesante predicación. Hoy en día, el Decálogo de Moisés es columna vertebral de los códigos y leyes en el mundo occidental de sustrato cristiano y, a su manera, en el mundo musulmán.

Pero si Israel era un pueblo irredento, resulta que en el continente americano hay un pueblo que, para su presidente, es “bueno y sabio”, pero corrompido desde 1980 por el satánico e infernal “neoliberalismo”, detestable “doctrina económica” de la rapacidad de empresarios y políticos que conformaban “la mafia del poder”.

Ingenio y ocurrencia del poder presidencial, han dispuesto que ese pueblo, para que no se condene, cuente con una “Guía ética para la transformación de México”, suponiendo que con ello se llegará al terreno celestial, de chairos devenidos en ángeles.

Son 27 páginas con un una Presentación de los redactores (de irreconocible calidad moral) donde se proclama el “laicismo de Estado” pero a base de consejos religiosos. Son 20 “principios y valores”, perlas genuinas en las que se entremezclan ideas del cristianismo, de la masonería, del gnosticismo, del budismo, del islamismo y cuanto “ismo” se considere. Todo se “fusilaron”.

Revisando, punto por punto, en el numeral 11 se asume un país machista y patriarcal obligado diferenciar entre hombre y mujer, sobajando a ésta a calidad de víctima a proteger: no hay la tal igualdad. En el 12, se reproducen los Mandamientos de la Ley de Dios “No matarás, no robarás”, y lo ensalzan como una gran aportación y descubrimiento de la 4T. El 14 repite el “Nada por encima de la ley”, si bien el presidente de México ha repetido hasta el cansancio que la justicia y el pueblo están por encima de la ley (para eso son las “consultas públicas”). El 16 proclama el trabajo como fin del hombre y la mujer para su sostenimiento; pero en realidad, la 4T sólo intenta repartir dinero para que su clientela o “mascotas” no trabajen, como dijo el presidente: es un error enseñar a pescar, hay que darles el pescado en la boca!!! En el 19 tiene la “originalidad” de incluir: “Libertad, igualdad y fraternidad”. El contradictorio 20, predica sobre el cuidado del medio ambiente, pero la política oficial es la de desechar energías limpias, en favor del carbón decimonónico y el obsoleto combustóleo, ambos destructores del ambiente. En el 5 se ocupa del cristianísimo “amor al prójimo”, como si fuera para ellos una innovación. Y lo excelso en el 3: No humillar ni ofender, cuando cada mañana desde la palestra mayor se lanzan insultos y denostaciones a “conservadores”, fifís, “adversarios”, “pasquines inmundos”, “minoría rapaz” y otras lindezas.

Es la “ética” de una guía que deberían cumplir sus creadores (por cierto, el escudo oficial es un águila de frente, sobre un nopal, pero sin serpiente) ¿Cómo la ven?