De España a Oaxaca, la gran herencia
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De España a Oaxaca, la gran herencia

 


Pueblos dispersos, lenguas diversas, etnias diferentes; sin identidad de nación; sometidos a la furia azteca; guerras floridas para obtener esclavos y víctimas para el sacrificio ritual; comer  corazones de las víctimas; canibalismo; disfrutar pozole con pierna de esclavos (muslo y pantorrilla eran lo más delicioso); matar niños y niñas ofrecidos a Tláloc para atraer lluvias; tlatoani todopoderoso a quien se prohibía mirar; cautivos desollados usando su piel como indumentaria de triunfo; Huitzilopochtli dios sediento de sangre; Huey Tzompantli el cerro de calaveras, asesinatos vespertinos ofrecidos al sol que huía, para que regresara a la mañana; rastros de sangre, de odio de crueldad, de tiranía; pirámides sangrientas, templo mayor hediondo, con sacerdotes repugnantes, técpatl de obsidiana en mano. 

Eso era Tenochtitlán, la sede del monarca-dios odiado por los pueblos vecinos a quienes sometía despiadadamente. Para pueblos enemigos como Tlaxcala fue providencial un aliado que traía sólo 500 hombres, a los que aportaron más de 200 mil para acabar con el autócrata de Anáhuac. Guerra sí, conquista también, ambición igual; expansión colonial, sí, de España, de Portugal, de Inglaterra, de Holanda, de Francia. La Leyenda Negra urdida por Bartolomé de las Casas y difundida por ingleses y neerlandeses: España monstruo de crueldad inquisitorial, mientras en Alemania y Suiza, millares de “infieles” eran quemados vivos y borrados con sangre por Lutero, Zwinglio, Calvino y los jefes del fundamentalismo bíblico; luego Enrique VIII o John Knox: Torquemada es menor junto a la furia sajona desatada contra los católicos. El indígena mexicano estaba exento del juicio inquisitorial, éste era para judaizantes y herejes peninsulares o criollos remisos. En la Nueva España, en sus 300 años, sólo fueron ejecutados 43 reos. En la Europa protestante fueron ejecutadas más de 60 mil “brujas”, eso no lo difunde la Leyenda Negra.

Bueno, llegamos a la porción llamada Huaxyacac y su afortunada transformación, ya institucional, en la Antequera de Carlos I. Frailes y misioneros franciscanos, mercedarios, betlemitas, agustinos; educadores jesuitas y dominicos, principalmente se dieron a construir no sólo una fe religiosa, sino los grandes monumentos que ahora están en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En esa Antequera y Oaxaca de ayer y hoy, permanecen Santo Domingo, Catedral, la basílica de la Soledad, San Agustín, San Felipe… templos y conventos ornamentados con escultura, pintura, joyería, indumentaria, arte y belleza absolutos. Luego la Reforma juarista y lerdista despojaron de esas obras y se procedió al saqueo, hoy imposible de rescate: colecciones en Texas, en mansiones particulares y, menos malo, en algunos museos.

Crearon música, teatro, poesía, literatura. Aprendimos la lengua de Cervantes y estamos comunicándonos en castellano, aunque haya una babel de lenguas vernáculas, ágrafas todas, de gran riqueza intrínseca pero que sólo permitían la incomunicación y que hoy pueden conducir a un imperdonable retraso en la difusión cultural y científica.

Ese conjunto monumental y portentoso extendido a la Ruta Dominica en la Mixteca, o en el Valle; ahí están Yanhuitlán, Teposcolula, Cuilapan, Tlacochahuaya, Tlacolula, por citar fragmentos de esa grandeza que heredamos y que está sembrada en todo México, hasta California, Arizona, Nuevo México, Texas y en todo lo que fue el Virreinato, los 300 años de mayor creación artística en esta nación, como bien dijo Vasconcelos. Primera Universidad, primera imprenta continental.

Esa riqueza, esa belleza, esa profusión estética está ahora sometida a juicio por la irresponsabilidad política. Quieren acabar no sólo con una estatua de Colón, sino con todo aquello que sea vestigio de una grandeza que no pueden homologar y menos construir. Tal parece que vivimos una generación gobernante orientada a la destrucción.

Contra lo que se dice oficialmente, España nos trajo lo mejor de su acervo cultural, literario, lingüístico, religioso, artístico, oficios, gastronómico: sus grandes valores. Es hora de plantarnos a defender la cultura gigante que poseemos en Oaxaca y en todo México. ¿Hay que exigir disculpas para iniciar una confrontación absurda?