¿Gobernanza, gobernabilidad o venganza?
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¿Gobernanza, gobernabilidad o venganza?

 


En el lenguaje político y en el lenguaje de la administración pública y empresarial surgen frecuentemente nuevos términos o neologismos; a veces difíciles de entender y más aún, de interpretar. El ser humano, como parte del componente social, se ve afectado e involucrado en decisiones que parten de los entes de poder, de las instituciones del Estado, de las políticas públicas que emanan del gobierno y que, en gran medida, influyen en la vida misma colectiva, familiar e individual.

En los tiempos actuales, prevalecen algunos vocablos que inciden en la convivencia y en la interrelación entre individuos y el poder. Con la sencillez que debe dar la vida ciudadana, la persona espera —de los gobernantes electos y de los funcionarios de la administración designados, así como de los legisladores— decisiones acertadas que favorezcan y faciliten la vida cotidiana, que los servicios públicos sean los adecuados, que la educación impartida por el Estado sea correcta en su orientación y sin prejuicios políticos o de la deformación histórica; que la salud no sea una prédica demagógica, sino un valor de acceso general sin condicionamientos.

Gobernanza es uno de estos vocablos, que definido de manera escueta y general es la “Forma de gobierno basada en la interrelación equilibrada del Estado, la sociedad civil y el mercado para lograr un desarrollo económico, social e institucional estable”. Es la confluencia de actores políticos y sociales para otorgar a la sociedad los beneficios que la democracia provee, como un bien colectivo, sin rencores, sin encono y con fines de lograr equilibrio y armonía general. Es, sin duda, una aspiración general en todos los países.

Gobernabilidad puede definirse como “un estilo de gobierno caracterizado por un mayor grado de cooperación e interacción entre el Estado y actores no estatales en el interior de redes de decisiones mixtas, públicas y privadas”. Así también “se define como un conjunto de modalidades de coordinación de las acciones individuales, entendidas como fuentes primarias de construcción del HYPERLINK “https://es.wikipedia.org/wiki/Orden_social” \o “Orden social”orden social; es probable que sea derivada del campo de la economía de costos y transacciones. Por extensión, gobernabilidad es definida como cualquier forma de coordinación social”. (HYPERLINK “https://es.wikipedia.org/wiki/Gobernabilidad)”https://es.wikipedia.org/wiki/Gobernabilidad).

El politólogo español Manuel Alcántara agrega que “La gobernabilidad depende de la gobernanza, por ejemplo, del nivel de madurez en una sociedad organizada y su capacidad para asumir responsabilidades compartidas en la implementación de decisiones y en el arte de gobernar correctamente”.  (HYPERLINK “http://acpa-usal.com/member/dr-manuel-alcantara-saez/)”http://acpa-usal.com/member/dr-manuel-alcantara-saez/).

Quizás en la lectura de “gobernanza” y “gobernabilidad” encontremos similitudes, pero al mismo tiempo algunas complicaciones para su diferenciación: al final nos parece que ambos vocablos guardan semejanza y que tratan de explicar que los resultados de una buena gobernación (acción y efecto de gobernar o gobernarse, RAE Diccionario de la lengua), son la equidad y una actitud generosa por parte del Estado y del gobierno, correspondiente a su vez con una conducta cívica responsable de la ciudadanía.

Pero así como hay términos nuevos, que tratan en su fondo conceptual de cambiar estructuras políticas de los regímenes, conductas y estructuras mentales de las personas en el poder, existe uno de los más antiguos vocablos en todos los idiomas: venganza, o satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos (RAE), la veterotestamentaria “Ley del talión”, actitud presente en los seres humanos y gravemente, hoy en México, en las altas esferas gubernamentales, desde donde diariamente se predica la memoria de supuestos agravios y la notificación de venganza que sólo conduce al resentimiento, al encono y a la división.

No hay democracias perfectas o imperfectas: hay o no hay democracia. Hay o no hay gobernabilidad y gobernanza. La carencia de ideales democráticos y justicieros está llevando a México a presenciar la idea de venganza permanente: ni perdón ni olvido, ni ley ni a secas, una perversa imitación de la injusticia juarista.

 

“No hay democracias perfectas o imperfectas: hay o no hay democracia. Hay o no hay gobernabilidad y gobernanza. La carencia de ideales democráticos y justicieros está llevando a México a presenciar la idea de venganza permanente”