¿Eliminar el PIB? (y otras ocurrencias)
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¿Eliminar el PIB? (y otras ocurrencias)

 


El Producto Interno Bruto, conocido como PIB por sus iniciales, es un instrumento de la ciencia económica, para medir el monto total de bienes producidos y consumidos en un país (puede ser en una región o un estado), durante un período de tiempo determinado, “generalmente un año” dicen y dirán los manuales. El PIB según su fórmula, es la suma del consumo privado, más el consumo gubernamental, más la inversión; a todo lo cual se le debe sumar algebraicamente el saldo de las exportaciones menos las importaciones (“saldo de la Balanza de Pagos en Cuenta Corriente”, dice también el manual).

La práctica universalmente aceptada, es que el PIB se divide entre el número de habitantes del país y a su cociente se le llama “PIB per cápita” (por habitante) y se suele usar como indicador de la distribución de la riqueza en la nación. Justamente, mientras más alto sea el PIB per cápita, se supone un mejor nivel del bienestar. Pero esto último es cuestionado actualmente en la presidencia de la República, asunto que no tiene nada de novedad: Simon Kusnetz, economista ruso-americano (nació en Bielorrusia en 1901) y que es uno de los creadores del Sistema de Cuentas Nacionales (método generalmente aceptado por la ONU y otras organizaciones de integración), desde hace más de siete décadas aclaró que esa fórmula no necesariamente mide el bienestar, a lo cual años después se adhirió otro economista: Joseph Stiglitz, pero no desecharon el PIB, lo afianzaron. En lo general, ambos tenían razón yel PIB per cápita para países muy desarrollados como Suecia, Noruega, Suiza, Alemania, Japón, entre otros de la OCDE, el indicador es acertado. No tanto para México o Brasil, países donde el PIB por habitante es mediano; en ambos subsiste una alta concentración del ingreso y, por tanto, mal distribuido. Por esto último, aquí, en medio de la pandemia y de un intento más de revolución que de transformación, se insiste cotidianamente en que la lucha y la medición debe ser por el “bienestar”, cantaleta que abruma, por denominar así a varias instituciones y programas gubernamentales.

Después de Kusnetz y de Stiglitz, otros dos economistas, americanos también, William Nordhaus y James Tobin, propusieron un instrumento llamado “Índice de Bienestar Económico Sostenible” (IBES), que podría complementar al PIB como medida del bienestar en la sociedad. A diferencia del PIB, el IBES debe tomar en consideración algo que los economistas llaman “externalidades”, unidades de trabajo o consecuencias ambientales difíciles de medir, como el trabajo doméstico o el daño al medio ambiente, todo lo cual no está exento de subjetividades, pero al final la ONU ha incorporado lo de “sustentabilidad” para su programa mundial de lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Debe decirse que Kusnetz, Stiglitz, Nordhaus y Tobin, obtuvieron el Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel o “Premio Nobel de Economía”. El PIB es y seguirá siendo, el instrumento más útil y práctico para la medición del tamaño de las economías nacionales. Se reconoce que no indica de manera generalizada el nivel de bienestar, pero es absurdo pretender rechazarlo, criticarlo y hasta denostarlo. Sería como si las empresas rechazaran el uso de la contabilidad general (estados financieros: balance, estado de resultados). Es indispensable la medición material y monetaria de una nación.

La pretensión de no valerse del PIB per cápita para estimar el bienestar de la población, es un recurso perverso que han usado los países de régimen socialista o de “planificación central” (como se le llama en los manuales de economía política que editaba la extinta Academia de Ciencias de la URSS), debido que se revelaba la distribución de la pobreza, como ocurrió en la propia Unión Soviética, sus satélites de Europa del este y en el presente Cuba, Venezuela y Corea del Norte.

Una sociedad atenta e informada, no caerá en sofismas, distorsiones y engaños de la mala intencionalidad política, que parecen llevar al desastre económico.