La educación privada en Oaxaca
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La educación privada en Oaxaca

 


En Oaxaca tenemos una larga y pródiga historia de esforzados educadores e instituciones educativas privadas, que han contribuido a formar generaciones de excelentes oaxaqueños.
Somos la única civilización antigua de la humanidad que tuvo a lo largo de tres mil años, un sistema de educación obligatorio, público y gratuito.
Del año 1500 a.C. a 1521 d.C. no existía ningún niño en todo el Anáhuac que no estuviera en una escuela, fuera un Telpochcalli, Cuicacalli o Calmécac.
Tres milenios de ir todas los días a la escuela se han quedado en lo profundo de nuestra memoria colectiva y definen en mucho nuestra forma de ser y sentir, de relacionarnos en familia y en sociedad.
En 1906, en Tehuantepec, doña Juana Catarina Romero Egañas (Juana Cata), con su propio dinero desarrolló dos proyectos educativos muy exitosos; la Escuela Istmeña de la orden de las Josefina, para niñas de primaria; y el colegio Luis Gonzaga de la congregación de los Hermanos Maristas, para niños de primaria.
En la historia moderna de la educación en Oaxaca encontramos grandes educadores, tal vez el más distinguido es José Vasconcelos, fundador del Ateneo de la Juventud; director de la Escuela Nacional Preparatoria; creador de la Secretaría de Educación Pública, desde el cual desarrolló una fecunda y extraordinaria labor, que le mereció el sobrenombre de “el maestro de la juventud de América”; autor del escudo y del lema actual de la UNAM. “Por mi raza hablará el espíritu”.
Proteger el patrimonio documental histórico
Para conocer la naturaleza y las características de las fuentes documentales que poseemos, desde los orígenes ancestrales hasta nuestros días, contamos con un patrimonio documental que es una de nuestras mayores riquezas.
Está constituido por obras literarias, históricas, científicas o artísticas; documentos; colecciones de obras y documentos que pertenecen a personas privadas o públicas, distinguidas en cualquier esfera de actividad; y por los fondos de bibliotecas y archivos.
Ante la grave amenaza de saqueo y destrucción de ejemplares únicos de códices, manuscritos; impresos de los siglos XVI, XVII y XVIII, de rareza bibliográfica de interés histórico, bibliográfico o artístico; encuadernaciones artísticas y sellos; libros y documentos originales, copias y archivos, que forman parte del Patrimonio Documental y Bibliográfico; le corresponde al Estado, en sus tres órdenes de gobierno, la obligación de velar, proteger y defender su integridad y conservación.
También deben restaurar las piezas deterioradas; estudiar científicamente las causas de su destrucción, protegerlas y mantenerlos en lugares adecuados.
Además de la defensa de esta riqueza histórica inestimable, bibliográfica y documental, deben procurar la ordenación de los archivos y bibliotecas.
Para defender y proteger el Patrimonio Documental Histórico de Oaxaca, debe promulgarse una ley para garantizar su conservación.
En la hospitalidad, la cocina, la educación y el patrimonio documental histórico reside nuestra fuerza.
Nuestros abuelos dominaban el arte de vivir en armonía o arte del canto y la flor, que es la unión, combinación y equilibrio, entre el cuerpo y el espíritu. Este sorprendente avance cultural permitió, entre otras cosas, que floreciera el comercio entre los mexicas y señoríos zapotecas, mixtecas, mixes, huaves. Esta compra – venta de mercaderías y servicios, se extendía hasta Centro América. Nicaragua significa: Hasta aquí los nahuas.
Para la comodidad de los comerciantes, había caminos públicos que se arreglaban todos los años pasada la temporada de lluvias. En los montes y en los sitios despoblados había casas a propósito para albergar a los caminantes.
En la época del Virreinato, los viajeros decían de Oaxaca (ninguno menciona la palabra Antequera): “es un pueblo muy lindo y muy alegre” con “una virtud eminentemente social, cultivada con esmero por los oaxaqueños y que no ha desaparecido: la hospitalidad…” decía Tomás Gage, viajero inglés, fraile, en 1620”.
José Antonio Gay cuenta que: “Los mesones y las hospederías son allí de fecha muy reciente. En los caminos había parajes destinados a la remuda de las caballerías que usaban los correos y los viajeros. En las casas comunales de cada pueblo podían éstos hospedarse, siendo en tal caso atendidos gratuitamente o con gastos moderados por los ministros de las respectivas repúblicas. Pero todo pasajero podía estar seguro de ser bien recibido a donde quiera que llegase, de tener por suyas todas las casas oaxaqueñas y de no encontrar tal vez uno solo que no estuviese dispuesto a dividir con él su mesa.”
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